Una treintena de Damas de Blanco salieron de su sede en Centro Habana hacia la Iglesia Santa Rita, pero fueron interceptadas a pocas cuadras por agentes de la Seguridad del Estado.
Cuando Berta Soler, líder del movimiento, era entrevistada por Radio Martí, se le acercó un oficial de la policía política identificado como “Alejandro”, quien le dijo que la orden que había recibido era que se les iba a permitir a las Damas de Blanco habaneras asistir a misa, pero que las del interior iban a ser interceptadas y detenidas para que no pudieran llegar a la Iglesia.
Soler le respondió que no existía una ley que le prohibiera a una persona asistir a misa “para pedir por la libertad de los presos políticos y que se respeten los derechos humanos y elementales en este país”. Los dos comenzaron a discutir mientras el resto de las Damas de Blanco gritaban: ¡Vivan los derechos humanos!
Cuando Berta Soler, líder del movimiento, era entrevistada por Radio Martí, se le acercó un oficial de la policía política identificado como “Alejandro”, quien le dijo que la orden que había recibido era que se les iba a permitir a las Damas de Blanco habaneras asistir a misa, pero que las del interior iban a ser interceptadas y detenidas para que no pudieran llegar a la Iglesia.
Soler le respondió que no existía una ley que le prohibiera a una persona asistir a misa “para pedir por la libertad de los presos políticos y que se respeten los derechos humanos y elementales en este país”. Los dos comenzaron a discutir mientras el resto de las Damas de Blanco gritaban: ¡Vivan los derechos humanos!