La Nobel de la Paz 2025, María Corina Machado, no llegó a tiempo a la ceremonia de entrega del premio en Oslo, pero ya había protagonizado una fuga de alto riesgo desde Venezuela.
Según confirmaron funcionarios de Estados Unidos citados por The Wall Street Journal, la líder opositora salió de Venezuela el martes en una lancha rumbo a la isla de Curazao, en el Caribe, en una operación realizada en secreto para preservar su seguridad.
El objetivo del viaje era tomar desde allí conexión hacia Noruega para recibir el Nobel de la Paz, que finalmente fue recogido este miércoles por su hija, Ana Corina Sosa Machado, en el Ayuntamiento de Oslo.
Martí Noticias no ha podido comprobar de manera independiente este reporte de WSJ.
La ausencia física de Machado en la ceremonia alimentó durante horas las dudas sobre su paradero, hasta que el Comité Noruego del Nobel difundió una llamada telefónica en la que la opositora confirmó que estaba “en camino” a la capital noruega.
“Muchas personas han arriesgado su vida para que yo pueda viajar a Oslo. Estoy muy agradecida. Esto da la medida de lo que este reconocimiento significa para el pueblo venezolano”, dijo Machado en la conversación con el presidente del Comité, Jørgen Watne Frydnes, publicada en la página del Premio de la Paz.
La l[ider opositora explicó que estaba a punto de abordar un avión y lamentó no poder llegar a tiempo a la ceremonia, pero insistió: “Estaré en Oslo y estoy camino a Oslo ahora mismo”.
Una salida bajo amenaza y riesgo de exilio
El viaje de Machado se produce después de haber pasado la mayor parte del último año en la clandestinidad, escondiéndose para evitar ser arrestada por el régimen de Nicolás Maduro.
Las autoridades venezolanas le impusieron una inhabilitación política y han abierto causas penales en su contra; el fiscal general, Tarek William Saab, ya ha advertido que la declarará “prófuga” en caso de abandonar el país para recibir el Nobel.
La operación de salida fue planificada con máximo sigilo. De acuerdo con los funcionarios estadounidenses citados por el WSJ, los aliados de Machado trabajaron para mantener el viaje en secreto y evitar que los servicios de inteligencia chavistas lo detectaran.
La propia jefatura del Instituto Nobel admitió que traer a Machado a Oslo había sido “más complicado de lo previsto” y subrayó que la opositora vive bajo una “amenaza de muerte” que se extiende más allá de las fronteras venezolanas.
En Noruega, Machado tendrá la oportunidad de reunirse con sus tres hijos, que viven fuera de Venezuela por razones de seguridad. “Tan pronto como llegue podré abrazar a mi familia y a mis hijos, a quienes no veo desde hace dos años, y a tantos venezolanos y noruegos que sé que comparten nuestra lucha”, dijo en la llamada con el Comité del Nobel.
La gran interrogante ahora es si su viaje a Europa la colocará ante el dilema del exilio forzado, como ha ocurrido con otros líderes opositores, o si podrá regresar a Venezuela sin ser encarcelada.
Presión de Washington y cálculo de Maduro
El relato del Wall Street Journal enmarca la salida de Machado en un contexto de máxima presión de Washington sobre el régimen de Maduro. Desde el regreso de Trump a la Casa Blanca en enero, EEUU ha desplegado el mayor dispositivo militar en décadas frente a las costas venezolanas, ha autorizado ataques letales contra embarcaciones acusadas de narcotráfico y ha amenazado con acciones más contundentes si Caracas no cede.
Al mismo tiempo, Maduro ha tratado de mostrar disposición a negociar para mantenerse en el poder. Ha aceptado más de 14.000 venezolanos en vuelos de deportación desde EEUU y ha liberado a todos los ciudadanos estadounidenses que permanecían detenidos en Venezuela. En mayo, una operación respaldada por Washington extrajo de Caracas a cinco colaboradores cercanos de Machado que llevaban un año refugiados en la residencia diplomática de Argentina, así como a la madre de la opositora. Mientras la oposición y EEUU presentaron la maniobra como un rescate clandestino, el gobierno de Maduro habló de una salida “negociada”.
En este tablero, permitir la salida de Machado puede formar parte del cálculo del chavismo: sacarla del país para intentar reducir su influencia interna, al tiempo que exhibe cierta “flexibilidad” ante la comunidad internacional. Sin embargo, la propia opositora ha prometido que no aceptará el exilio como destino final.
“Quiero asegurarles a todos los venezolanos que voy a regresar”, dijo recientemente en declaraciones a la radiotelevisión noruega NRK.
Una figura central de la oposición
A sus 58 años, Machado se ha consolidado como la principal figura de la oposición venezolana. De orientación conservadora y declarada admiradora de la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, ha mantenido durante años una línea firme a favor de una mayor confrontación internacional contra el régimen chavista y ha cultivado estrechos vínculos con administraciones republicanas en Washington desde la época de George W. Bush.
Su liderazgo se consolidó con las primarias opositoras de 2023, en las que arrasó con más del 90% de los votos, y con la victoria opositora en las presidenciales de 2024, cuyo resultado fue desconocido por el Consejo Nacional Electoral controlado por el chavismo.
A pesar de estar inhabilitada y perseguida, y de tener a colaboradores presos o exiliados, la líder venezolana ha logrado mantener unida a buena parte de la oposición alrededor de la exigencia de que se reconozca la victoria del candidato Edmundo González.
Ahora, la imagen de Machado saliendo de Venezuela en lancha, mientras su hija levanta el Nobel en Oslo y el Comité Noruego exige a Maduro que acepte los resultados y renuncie, coloca de nuevo la crisis venezolana en el centro del debate internacional.
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