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Crónica de las ausencias al Nobel de la Paz: el mensaje desde la silla vacía


Diploma de María Corina Machado, Premio Nobel de la Paz 2025.
Diploma de María Corina Machado, Premio Nobel de la Paz 2025.

Sumario

  • La ausencia de María Corina Machado en la ceremonia del Nobel de la Paz 2025 expone la represión del régimen de Nicolás Maduro y su temor a la libertad y legitimidad.
  • La historia del Nobel de la Paz muestra un patrón recurrente de regímenes autoritarios impidiendo la asistencia de laureados, como Carl von Ossietzky, Andréi Sájarov, Lech Wałęsa, Aung San Suu Kyi y Liu Xiaobo.
  • La silla vacía de los galardonados se ha convertido en un símbolo de resistencia frente al totalitarismo y una denuncia silenciosa contra la persecución política.
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La ausencia de María Corina Machado en la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz de 2025 no solo evidenció la persecución política que enfrenta la líder opositora venezolana, sino que reveló nuevamente la naturaleza criminal y represiva del régimen de Nicolás Maduro.

Impedir que una figura democrática viaje a Oslo para recibir un reconocimiento internacional es un acto propio de gobiernos que temen la libertad, la legitimidad y la verdad.

Carl von Ossietzky Premio Nobel de la Paz 1935.
Carl von Ossietzky Premio Nobel de la Paz 1935.

Pero este no es un hecho aislado. La historia del Nobel de la Paz muestra que, cuando un laureado no puede asistir a la ceremonia, casi siempre hay un mismo patrón detrás: regímenes autoritarios o dictatoriales tratando de silenciar voces disidentes.

Así ocurrió con Carl von Ossietzky bajo el nazismo, con Andréi Sajarov en la Unión Soviética, con Lech Wałęsa en la Polonia comunista, con Aung San Suu Kyi en la Birmania militar y con Liu Xiaobo en la China contemporánea.

En ocasiones, la ausencia del galardonado habla más fuerte que el discurso que habría podido pronunciar. El primer caso emblemático ocurrió en 1935, cuando el pacifista alemán Carl von Ossietzky recibió el premio mientras permanecía encarcelado en un campo de concentración nazi. Su silla vacía se convirtió entonces en un símbolo mundial de resistencia frente al totalitarismo.

Décadas después, ese símbolo reaparecería en 1975, 1983, 1991 y 2010, cuando Andréi Sajarov, Lech Wałęsa, Aung San Suu Kyi y Liu Xiaobo —cada uno bajo represión de su respectivo régimen— fueron reconocidos con el Nobel de la Paz sin poder viajar a Oslo para recibirlo. Sus ausencias denunciaron, silenciosamente, la persecución política en la Unión Soviética, Polonia comunista, Myanmar militar y la China contemporánea.

Andréi Sajarov, 1975: El científico que desafió al Kremlin

Diploma del Premio Nobel de la Paz 1975 a Andrei D. Sajarov
Diploma del Premio Nobel de la Paz 1975 a Andrei D. Sajarov

En 1975, el Nobel de la Paz fue otorgado a Andréi Sájarov, el físico soviético que pasó de ingeniero de la bomba de hidrógeno a convertirse en la voz más influyente del movimiento disidente en la URSS. Su denuncia de la censura, los juicios políticos y la represión estatal expuso las profundas grietas del régimen soviético.

El Kremlin respondió con dureza a la noticia del premio: le negó el permiso de salida del país para asistir a la ceremonia, el KGB reforzó su vigilancia y fue difamado en la prensa oficial y en asambleas laborales por todo el país.

Incapaz de viajar, Sájarov permaneció en Moscú mientras su esposa, Elena Bonner, aceptaba el premio y reiteraba su convicción de que no puede haber paz sin respeto a los derechos humanos. Su silla vacía en Oslo evocó inevitablemente el precedente de Ossietzky y reveló el temor del régimen soviético al pensamiento libre.

Lech Wałęsa, 1983: Un líder obrero bajo vigilancia

En 1983, el Nobel reconoció a Lech Wałęsa, líder de Solidaridad, la primera organización sindical independiente del bloque comunista. La expansión del movimiento había sacudido al régimen polaco, que respondió con la ley marcial y miles de detenciones.

Aunque Wałęsa había sido liberado, seguía bajo vigilancia constante y temía que abandonar Polonia para recibir el premio facilitara su exilio forzoso. Decidió permanecer en Gdańsk, mientras su esposa, Miroslawa Danuta Wałęsa, aceptó el galardón en su nombre, acompañada de uno de los nueve hijos de ambos. Su ausencia reforzó la visibilidad internacional de la lucha pacífica por la libertad en Polonia.

Miroslawa Danuta, esposa de Lech Walesa recibe junto a su hijo, el Premio Nobel 1983.
Miroslawa Danuta, esposa de Lech Walesa recibe junto a su hijo, el Premio Nobel 1983.

Aung San Suu Kyi, 1991: La lucha democrática desde el aislamiento

En 1991, el Premio Nobel de la Paz distinguió a Aung San Suu Kyi, líder prodemocrática de Birmania (hoy Myanmar), símbolo mundial de la resistencia no violenta. Tras el levantamiento de 1988 y la victoria electoral de su partido en 1990 —anulada por la junta militar— Suu Kyi fue sometida a arresto domiciliario.

La dictadura le prohibió viajar o ser representada en la ceremonia. Su silla vacía, situada en un lugar prominente, se convirtió en un recordatorio global de la represión militar. Solo en el año 2012, veinte y un año después de haber sido premiada y tras recuperar la libertad, pudo ella pronunciar su discurso de aceptación en Oslo.

Aung San Suu Kyi recibe en el 2012 el Premio Nobel que le otorgaron en 1991.
Aung San Suu Kyi recibe en el 2012 el Premio Nobel que le otorgaron en 1991.

Liu Xiaobo, 2010: Una silla vacía que recorrió el mundo

En 2010, el Nobel fue otorgado a Liu Xiaobo, escritor, profesor y activista chino encarcelado por “incitar a la subversión” tras promover la Carta 08, un manifiesto a favor de reformas democráticas. Las autoridades chinas prohibieron que viajara a Oslo, impidieron que su familia lo representara y censuraron toda cobertura nacional sobre el premio.

Sin nadie autorizado a recibir el galardón, la Fundación Nobel colocó el diploma sobre una silla vacía. Liu Xiaobo murió en 2017 bajo custodia estatal, convirtiéndose en el único Premio Nobel de la Paz fallecido en prisión desde la Segunda Guerra Mundial.

La silla vacía de Liu Xiaobo en la ceremonia del Nobel en el 2010.
La silla vacía de Liu Xiaobo en la ceremonia del Nobel en el 2010.

Ausencias como mensaje universal y legado que trascienden fronteras

A pesar de sus diferencias culturales, geográficas y temporales, Sájarov, Wałęsa, Suu Kyi y Liu Xiaobo comparten un mensaje profundo, el que los regímenes autoritarios temen el poder de la palabra libre.

Impedir que un laureado viaje, sin embargo, no silencia su causa; la amplifica, mientras que la silla vacía puede convertirse en la denuncia más poderosa contra la represión.

Como Ossietzky décadas antes, los Nobel de la Paz ausentes demostraron que la conciencia individual puede desafiar incluso a los sistemas más opresivos. Sájarov reapareció en la vida pública durante la apertura soviética, fue diputado al Congreso de la URSS y se convirtió en referente ético hasta su muerte en 1989. Wałęsa lideró la transición democrática de Polonia y fue presidente entre 1990 y 1995. Aung San Suu Kyi se consolidó como símbolo internacional de resistencia pacífica, aunque, posteriormente, su figura se vio envuelta en controversias políticas internas. Liu Xiaobo dejó un legado perdurable de valentía democrática, inspirando a defensores de derechos humanos en toda Asia.

Sus historias conforman un mismo hilo histórico: la defensa universal e inquebrantable de la libertad frente al autoritarismo, incluso cuando el valor no puede viajar.

Hoy, con Venezuela sumándose a esa lista, la ausencia de María Corina Machado recuerda al mundo que el autoritarismo teme más a una idea libre que a cualquier protesta. Su silla vacía, como las de sus predecesores, se convierte en un símbolo de resistencia y en una denuncia viva contra la opresión.

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    Alvaro Alba

    Álvaro Alba. Subdirector de la Oficina de Transmisiones a Cuba (OCB). Historiador y periodista especializado en temas de Europa del Este y la ex Unión Soviética. Máster en Historia por la Universidad Estatal de Odesa, Ucrania. Premio Emmy 2017 (Emmy Award) en la categoría de Documental Histórico y Premio David Burke a la excelencia periodística de USAGM (2020). Desde 1998 trabaja en OCB. Es frecuente panelista en programas de radio y televisión sobre esos temas. 

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