La revancha de Putin en Cuba tras fallido deshielo con EEUU

Putin se dirige a saludar a Raúl Castro

El anuncio de la normalización de relaciones entre Cuba y EEUU tras casi seis décadas de enemistad cumple hoy tres años con un panorama poco esperanzador y Rusia ha aprovechado para volver con ímpetu a la isla.

En seis meses, un acercamiento que avanzaba lento pero parecía definitivo se ha tornado en un endurecimiento político cuyas consecuencias, alertó esta semana el Gobierno cubano, empiezan a notarse.

"Los primeros efectos adversos ya se hacen sentir", sentenció el viernes Josefina Vidal, directora para EE.UU. de la Cancillería cubana y la cara más visible del deshielo por parte de la isla.

La cifra de viajeros estadounidenses que llegaban a Cuba, que se había disparado casi al 250 %, empieza a descender, el diálogo bilateral en temas como salud o medio ambiente está paralizado y reuniones de alto nivel previstas en La Habana se trasladaron a Washington.

Al compás de ese deterioro, los antiguos aliados rusos comenzaron a dar señales inequívocas de un reavivado interés por la isla, con gestos vitales para su economía como el envío en mayo de un cargamento petrolero para paliar el desplome de los envíos de crudo subsidiado desde Venezuela.

Seis meses antes de que Barack Obama y Raúl Castro anunciaran el restablecimiento diplomático -negociado en secreto durante 18 meses-, Rusia condonó el 90% de la deuda contraída por la isla y apenas medio año después, el presidente cubano se reunió en Moscú con su homólogo ruso, Vladimir Putin.

Este mismo sábado, Castro, recibió al presidente de la mayor petrolera rusa (Rosneft), Igor Sechin, considerado la mano derecha de Putin. La potencia rusa, cuarto socio comercial de Cuba, participa en la millonaria modernización del ferrocarril cubano, la empresa Lada ha reactivado los envíos de automóviles y el turismo ruso creció un 40 % hasta septiembre.

Ya poco después de la victoria de Trump, Cuba y Rusia firmaban un grupo de acuerdos en las áreas militar, de transporte, energía eléctrica y de medicamentos.

Trump desveló al final de su campaña electoral que no seguiría los pasos de Barack Obama respecto al país socialista. A los seis pasó a los hechos con un memorando que zanjaba el acercamiento con nuevas sanciones contra los poderosos militares cubanos y los viajes de los estadounidenses a Cuba.

El Kremlin manifestó entonces su "solidaridad inquebrantable" con Cuba ante el "estilo altanero" de Washington.

El principal logro diplomático del deshielo, la reapertura de embajadas (julio de 2015) se mantiene, pero tampoco ha esquivado los vaivenes de los últimos meses y en este momento ambas legaciones funcionan bajo mínimos.

La mayoría de los funcionarios de EE.UU. hizo las maletas después de que se revelara que más de veinte de sus diplomáticos sufrieron unos extraños ataques acústicos en Cuba, incidentes cuya veracidad ha cuestionado el Gobierno de la isla y que aún se investigan; Cuba también debió reducir su representación en Washington.

A propósito de ese incidente, el senador estadounidense demócrata Patrick Leahy, valedor del deshielo y conocedor de Cuba, avisó hace dos meses de que la situación beneficiaba a Rusia. "Aunque no sabemos quién es responsable, sabemos que nuestros adversarios en el extranjero, incluida Rusia, tienen una clara motivación para abrir una brecha entre EE.UU. y Cuba, con el fin de lograr sus fines geopolíticos. Y como estamos viendo en todo el mundo, cuando nosotros nos desconectamos, nuestros adversarios se apresuran a llenar el vacío", escribió Leahy en el Huffington Post.

EFE