Cuando a principios de agosto Cuba anunció que estaba dando un gran paso hacia la banca electrónica y una sociedad "sin efectivo", comenzaron las alertas rojas para las incipientes y pequeñas empresas de la isla caribeña.
Lo más alarmante para muchos empresarios en ciernes fue un nuevo tope de 5.000 pesos, unos 20 dólares, como límite diario en los retiros de efectivo para las compañías, una medida que el Gobierno dijo tiene como objetivo llevar a los cubanos a realizar sus transacciones electrónicamente, vía transferencia, pago en línea y tarjetas bancarias.
Los cambios eran necesarios para frenar la escasez de efectivo, dijeron funcionarios del Banco Central, mientras la rápida caída del peso y un aumento de los precios se combinaron para drenar las reservas bancarias y los cajeros automáticos.
"Es creciente la demanda de efectivo contra unos ingresos en efectivo que no respaldan el quehacer de cada una de las sucursales bancarias", dijo en la televisión Alberto Quiñones, vicepresidente del Banco Central de Cuba.
Aún así, los cambios han sido una píldora difícil de digerir, dijo Yulieta Hernández, fundadora y gerente de "Pilares Construcción", una empresa privada radicada en La Habana que actualmente emplea a 60 personas.
"Entendemos que realmente hay una crisis en el país y de que hay una necesidad de la bancarazición, pero es el dinero de la empresa", dijo Hernández al señalar que su negocio había recurrido ya a la banca electrónica aunque a menudo necesita acceso a dinero en efectivo para pagar emergencias de trabajo.
Incluso antes de las nuevas restricciones, los empresarios cubanos enfrentaban lo que podrían parecer obstáculos insuperables como los cortes de electricidad e Internet, escasez de combustible y ninguna forma de cambiar legalmente grandes cantidades de moneda local en dólares, necesarios para importar mercancías desde el extranjero.
Tres días después de implementarse las reglas, dijo, llegaron malas noticias: muchos de los proveedores comenzaron a informar que no aceptaban transferencias, ahora solo efectivo por temor a perder acceso al papel moneda que necesitaban para operar, lo contrario de lo que la ley pretende.
Eso ha puesto en aprietos a empresas como "Pilares Construction". La empresa necesita efectivo para operar, pero tiene prohibido extraer una cantidad suficiente de sus cuentas locales.
"Ahora mismo el efecto (...) es un efecto como de parálisis", dijo Hernández, quien señaló que muchos propietarios de negocios estaban congelando ya inversiones en medio de la creciente incertidumbre.
"Las personas están esperando (...) a la expectativa de ver cómo se va a implementar (la ley)", agregó.
Empresarios con los que habló Reuters dijeron que las medidas podrían apagar el entusiasmo por la inversión en empresas privadas que venden alimentos, arreglan autos, construyen casas y brindan una gama de bienes y servicios en que las empresas estatales han flaqueado.
Funcionarios cubanos están ahora batallando para marcar el comienzo de los cambios, que -según han dicho- tendrán una extensión de seis meses para implementarlos.
En Santiago de Cuba, a unos 900 kilómetros al este de La Habana, el Gobierno convocó esta semana a expertos para salir a las calles y entrenar a personas en los conceptos básicos de los pagos mediante la telefonía celular.
"Concepto novedoso"
La empresa privada en Cuba, más allá de la renta de habitaciones para turistas o algunos servicios de pequeña escala, resurgió en 2021, tras décadas de prohibición luego de su eliminación por el exmandatario Fidel Castro. Desde entonces, el Gobierno ha dado luz verde a la creación de miles de pequeñas empresas.
Para muchos cubanos nacidos después de la revolución de Castro en 1959, ha representado un gran cambio cultural, dijo Leonardo Rodríguez, quien dirige Kaibocu, una empresa con sede en La Habana que se dedica a alimentos procesados y productos agrícolas.
Rodríguez dijo que él y otros empresarios comenzaron a usar banca electrónica mucho antes de que se anunciaran las nuevas medidas para cumplir con las leyes fiscales que han evolucionado con el creciente sector privado.
"(Los cubanos) llevamos muchos años haciendo negocio en la calle, sin saber nunca qué cosa es un sistema tributario", dijo Rodríguez en una entrevista con Reuters en La Habana.
"No estamos adaptados a un sistema tributario, a declarar ventas, a declarar ingresos. Los cubanos no estamos preparados (...) esos conceptos son muy novedosos", agregó.
Ronald Venero, un comerciante de 34 años de frutas y verduras, dijo que la mayoría de los agricultores que venden la mercancía no aceptan pagos a través de dispositivos electrónicos.
"Los campesinos negocian sus mercancías en efectivo. Y si le dices que le vas a pagar con tarjeta o por transferencia, te dicen que no", señaló en una céntrica calle de La Habana.
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