"No a la censura y la exclusión", claman cineastas cubanos

Tomado de la página de Facebook de la Asamblea de Cineastas Cubanos.

A seis meses de retomada la labor de la Asamblea de Cineastas Cubanos, fundada en 2013, los problemas que motivaron la rearticulación del gremio siguen sin solucionarse, dijeron sus miembros en una declaración publicada en redes sociales.

Los firmantes señalan que, lejos de experimentar una mejoría, la situación de los cineastas cubanos ha empeorado, con nuevas manifestaciones de censura en el recién finalizado Festival de Cine de La Habana y el discurso descalificativo de altos funcionarios de la cultura para los integrantes de la Asamblea.

"Ese no es nuestro lenguaje. Los discursos de odio y radicalización solo son posibles desde la impunidad. Su objetivo es eludir el debate sobre los más graves problemas del cine cubano, perpetuando una política cultural errática basada en el clientelismo, la exclusión, la censura y la violencia institucional", subraya el texto, que suscriben cineastas del calibre de los realizadores y guionistas Fernando Pérez y Ernesto Daranas, entre otros.

Según la declaración, la Asamblea de cineastas no se ha cuestionado la necesidad de existencia de las instituciones, sino el hecho de que estas se vuelvan contra "la libre creación, los cineastas y las entidades que representan al cine cubano". Los firmantes también critican que el Grupo Temporal de Trabajo para el Cine Cubano, "creado justo porque existe esta Asamblea de Cineastas", se niegue a aceptarla como legítima interlocutora en un debate que puede ser enriquecedor.

"¿Cómo explicar esto? ¿Cómo reformar realmente nuestro cine de espaldas al criterio mayoritario de todo un gremio? ¿Cómo aceptar que los propios responsables de la crisis que ahora enfrentamos figuren como los salvadores del cine cubano? ¿Dónde estaban antes del 15 de junio? ¿Cómo entender una política que promueve la lucha contra "el pensamiento hegemónico y el colonialismo cultural", abanderada del derecho del cine de Latinoamérica a hablar sobre su dura realidad, sin reconocer lo mismo para el cine cubano? ¿Por qué debemos aplaudir el cine que denuncia los problemas de otras sociedades y miramos con sospecha el que hace lo mismo en nuestra nación?", se cuestionan.

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La Asamblea de Cineastas explica que no está compuesta por un grupo de "provocadores ni beligerantes", sino que la tensión creada entre sus miembros y las autoridades de la cultura es producto de los muchos años de insistencia sobre la necesidad de someter al debate y el escrutinio "una política cultural arbitraria y errónea".

"En ese empeño, y frente a diferentes actos de control sobre las obras, más de una vez nos hemos dirigido a las máximas instancias del Gobierno. No hemos recibido respuesta. Ahora mismo, sobre la mesa del Presidente del país hay varios documentos y propuestas emitidos por nuestra Asamblea. Tampoco han sido respondidos, a pesar de que el tiempo establecido por ley ya expiró", puntualiza la declaración.

La Asamblea advierte que no renunciará a sus principios de respeto a la diversidad y la participación. "La Asamblea no renuncia a esos valores. En ella hay espacio para todas las generaciones, ideas políticas y tendencias estéticas, sin importar el lugar de residencia de sus miembros. Así es y será nuestro cine en correspondencia con la Cuba real".

Los firmantes apuntan que no son ellos los renuentes al diálogo "horizontal y verdadero", y condenan la censura y la exclusión.

"No a la soberbia que elude la complejidad del trabajo que tenemos por delante. No al abuso e impunidad que daña vidas, obras, al público y a las propias instituciones del cine cubano. Sí a un cine libre y diverso en sus temáticas y estilos, fiel a la imaginación de sus artistas, comprometido con la realidad y con los sueños de nuestro pueblo2, concluye el texto.

En junio pasado, la Asamblea de Cineastas Cubanos emitió una declaración de protesta en contra de las violaciones al derecho de autor luego de que la televisión estatal transmitiera una copia del documental "La Habana de Fito", dirigido por Juan Pin Vilar, sin la autorización de su director. El filme fue excluido de la programación del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano que culminó la semana pasada en La Habana.