10 cubanos cuentan lo que leen

Ante la censura oficial en Cuba –cada vez con más variantes y caminos-, Martí Noticias les pidió a intelectuales y escritores cubanos que compartieran con lectores en la isla qué libro están leyendo actualmente o han leído recientemente.

Sin pretender ser reseñas literarias propiamente dichas, los párrafos que siguen alumbran bastante sobre ese ejercicio fundamental de la creación que es leer, saborear, incluso acariciar los libros.

Michael H. Miranda (Cuba, 1974). Escritor. Su último libro es "Asilo en Brazos" Valley (Bokeh, 2017). Reside en Fayetteville, Arkansas.

Después de una mínima estación walseriana precedida por varias semanas en las que me acompañó El oficio de perder, de Lorenzo García Vega, he terminado anclando, y ya va para un par de largos meses, en Ricardo Piglia (Los Diarios de Emilio Renzi, ensayos, conferencias y novelas como Blanco nocturno y El camino de Ida) y María Negroni (El arte del error). Ahora mismo estoy terminando el tercer volumen de los Diarios de Renzi, que recomiendo por razones que van desde una obviedad (la naturaleza misma de la literatura argentina, que desde siempre me ha interesado por su capacidad para producir unos magníficos artefactos ficcionales muy autorreferenciales, a la vez que revisitan su historia y parece que están siempre rehaciendo su relación con lo popular), hasta asuntos de índole privada, como el gusto por una manera de decir, que es en el fondo una forma de leer.

Entonces el epítome de eso pueden ser estos Diarios en los que Renzi, que es y no es Piglia, elabora un discurso sobre lo literario que viaja a la par de una ficción alrededor de su propia vida. Es todo idea y todo gesticulación. Nos puede resultar más o menos “simpático” el autor Piglia (hipocondríaco y sin demasiado humor, sus conferencias, entrevistas e intervenciones en YouTube las escucho por las mañanas mientras manejo como si fueran piezas del bailongo de moda), podemos apropiarnos de (y desechar) varias de sus bastante arbitrarias posiciones intelectuales, podemos incluso (algo que es una idea suya) robarle el tono, e incluso no creer que el cuerpo total de sus ficciones merezca el respaldo de una empresa intelectual como la de estos tres volúmenes. Aun así, sería una experiencia de elección y lectura que yo propondría entre muchas sin titubear.

Amir Valle. Escritor cubano, Premio de Novela “Mario Vargas Llosa”, 2006 con “Las palabras y los muertos”. Reside en Berlín, Alemania, donde imparte talleres de escritura y apreciación de Literatura.

Hoy hubiera preferido no encontrarme a mí misma

Novela. Herta Müller

“Estoy citada. El jueves a la diez en punto. Cada vez me citan más a menudo. El martes a las diez en punto. Miércoles o lunes, como si los años fueran una semana. Ya me sorprende que, después del verano tardío, pronto sea otra vez invierno. En el camino al tranvía cuelgan otra vez los arbustos con las bayas blancas entre las vallas. Como botones de nácar que estuvieran cosidos por debajo, quizás hasta dentro de la tierra. O como diminutos panecillos. Para las cabezas blancas de pájaros de pico curvo son demasiado pequeñas esas bayas blancas. Pese a lo cual debo pensar en cabezas blancas de pájaros, y eso produce vértigo. Mejor pienso en manchas de nieve en la hierba, aunque ahí uno se pierde, y pensar en tiza adormece".

"El tranvía no tiene horarios fijos. Me parece que está llegando, si no es el susurro de los álamos de hoja dura. Ya está aquí, hoy quiere llevarme enseguida".

Aunque he preferido leer esta novela en su edición original en alemán, tomo este comienzo de la novela de la edición en español publicada por Siruela en 2010, un año después de que esta escritora rumano-alemana obtuviera el Premio Nobel de Literatura. Como ya es costumbre en el resto de su excelente obra ─donde Müller se zambulle en el terrible mundo de contradicciones sociales y humanas que vivió Rumanía, su país natal, durante la dictadura de Ceaucescu─, en esta novela cuenta la historia de una joven que trabaja en una fábrica de ropa para la exportación y que ha sido citada para un interrogatorio por la policía política. ¿Su crimen?: Coser notas en los forros de los trajes de caballero que se venderán en Italia con la leyenda «Cásate conmigo», con la esperanza remota de que esa “botella lanzada al mar” encuentre una respuesta que la ayude a escapar legalmente del país. Mientras viaja en tranvía hacia su interrogatorio, con el fuerte presentimiento de que este interrogatorio será peor que los anteriores, la protagonista rememora su vida y su eterno sueño de libertad en medio de la miseria cotidiana y de las mordazas públicas e íntimas que le impone el totalitarismo. Una historia que, sin dudas, cualquier lector cubano sentirá muy cercana.

Martha María Montejo Pizarro. Cuba. Profesora Universidad de Arkansas.

Lo primero, ya no puedo leer solo un libro a la vez, esa fidelidad no existe para mí. Desde hace unos años hay ‘ruidos’ que se cruzan y abren paréntesis de lectura, mueven bisagras hacia otros libros-espacios. Ahora mismo vengo –sí, (de)venir es el verbo apropiado– de un pasado reciente con las crónicas y ensayos de Las pequeñas virtudes, de Natalia Ginzburg. Valga este libro, que comienza con la descripción de Abruzos, un pueblo italiano donde solo hay dos estaciones, invierno y verano, para marcar un círculo, o una espiral, o la figura que pueda contener también El infinito viajar, de Claudio Magris, que entre otros textos, incluye uno sobre la región italiana Bisiacaria donde no hay casi nada que ver. Pero poco antes había tenido otra visión florida y olorosa de Italia con El país donde florece el limonero, de Helena Attlee, y parecía que sería por largo tiempo una etapa totalmente italiana, pero no.

Anne Carson retornó como mismo apareció hace casi dos años, repentinamente, primero Nox, luego La belleza del marido. Ahora es Decreación, las formas de (des)componerse que ha encontrado Carson a través de la literatura. Para conseguir un extraño (des)equilibro, leo también Desarticulaciones, de Silvia Molloy, narrado por la necesidad de preservar el recuerdo de la pérdida gradual de memoria. No hay galimatías, es así de simple, para no olvidar cómo llega la desmemoria. Y acabo de comenzar a hojear El oficio de vivir, los diarios de Cesare Pavese, que estuvieron al cuidado de Italo Calvino y Natalia Ginzburg en su primera edición.

Me gusta leer en mi cama, con dos lámparas, una blanca y la otra azul.

Enrique del Risco. Escritor cubano, profesor universitario, autor de la sátira política "El Comandante ya tiene quien le escriba", 1992. Reside en New Jersey.

Últimos libros

Siempre nos quejamos de ser un país de poca memoria, donde no hay registro de nada y así nos condenamos a empezarlo todo desde el principio. Habrá que reconocer entonces cuando una generación cumple sus deberes para con su propia experiencia. Ese es el caso de la generación de Mariel. Aunque varios de estos libros ya los conocía ahora me los estoy leyendo como un todo para un estudio que estoy haciendo. Vienen a resultar el reverso anti-épico y profundamente humano de aquellos que se pretendían ser “la Novela de la Revolución”. Estos autores “marielitos” reconstruyen lo que fue la vida cubana entre 1959 y 1980 con una libertad y un desparpajo muy difíciles de encontrar en cualquier literatura.

Ahora estoy terminando La travesía secreta, de Carlos Victoria, pero antes leí o releí La ruta del mago, del mismo autor; Al norte del infierno, de Miguel Correa, Debajo de la mesa y A la sombra del mar, de Juan Abreu, Dile adiós a la virgen, de José Abreu Felippe, y de Nicolás Abreu En Blanco y Trocadero y su increíble recuento de su estancia en la embajada del Perú en 1980 titulada Al borde de la cerca: los 10 días que estremecieron a Cuba. (Sí, estos tres últimos son hermanos). Y por supuesto releí Antes que anochezca, El color del verano y Otra vez el mar, de Reinaldo Arenas. Leer cualquiera de esos libros por separado es altamente recomendable. Leérselos consecutivamente es una experiencia al mismo tiempo fantástica y aplastante.

Pero esas lecturas tan organizadas no se parecen a mí.

También estoy leyendo Dancing Bears. True Stories of People Nostalgic for Life Under Tyranny, del polaco Witold Szablowski y El soviet caribeño, del cubano César Reynel Aguilera, una informadísima historia de la influencia secreta del viejo partido comunista en la historia cubana más o menos desde los años treinta del siglo pasado hasta la guerra de Angola.

En algún rincón de la casa debe de haber otros libros esperando porque me vuelva a acordar de ellos pero, de momento, dejémoslos ahí.

José Antonio Évora. Crítico cinematográfico, periodista cubano, reside en Miami.

Ahora mismo no estoy leyendo ningún libro, pero sé cuál voy a leer: The Soul of America: The Battle for Our Better Angels (El Alma de Estados Unidos: La Batalla por Nuestros Mejores Ángeles), de Jon Meacham.

Últimamente llego a los libros leyendo noticias; en este caso fue al escuchar la entrevista que le hicieron a Meacham en la radio pública y contó cosas que yo no conocía sobre unos cuantos presidentes, paradojas que a la larga dicen mucho sobre cómo ha sido posible que las instituciones prevalezcan sobre los individuos en esta nación.

En todo caso, sí hay un libro que estoy leyendo… hace años. A cada rato vuelvo sobre La inmortalidad, de Kundera, lo abro al azar y empiezo a releer. Nunca me canso. Eso de que un gesto fugaz de alguien pueda ser percibido y descrito tan minuciosamente y que de ahí salga una historia tan inquietante me huele a oficio. Lo disfruto mucho y también, por supuesto, como buen aprendiz, sigo buscándole las costuras.

Antonio Álvarez Gil. Novelista cubano, sus últimas obras han sido ​Callejones de Arbat (Terranova editores, Puerto Rico 2012) y ​Annika desnuda (Verbum, Madrid 2015). Reside en Suecia.

Lecturas recientes

Te diré que el último libro que he leído es Espejo y tinta, del narrador, poeta y crítico español Manuel Rico. El volumen contiene dos novelas breves, tituladas "Espejo", la primera y "Tinta", la segunda. Lo recomendaría a mis compatriotas porque las piezas que aparecen en él cuentan dos historias que, aparte de estar muy bien escritas, podrían resultar interesantes a cualquier amante del arte literario. Si alguien objetara que Manuel Rico no es un autor nacido en nuestra tierra, y que los temas tratados en el libro se desarrollan en un mundo lejano a la realidad de la Isla, yo le respondería que precisamente por eso lo recomiendo. Estimo que tanto los lectores como los escritores cubanos tendrían que ampliar su mirada sobre la literatura en general, sintiéndola toda como propia y convirtiendo la suya en algo de valor universal. No debemos olvidar que el mundo es bastante más ancho que nuestra isla, y que si conocemos y comprendemos los procesos sociales y políticos que ocurren en otros sitios del orbe, podremos entender mejor las causas y la dimensión de la tragedia que ha ocurrido en nuestro país.

Antes de Espejo y Tinta acababa de leer un libro enorme, y no solo por su volumen sino también por lo enriquecedor del contenido. Se titula Jerusalén y cuenta la historia de esta ciudad y de aquella sufrida y disputada región del planeta. Al menos en mi caso, el interés que despertó su lectura fue muy grande. Teniendo en cuenta que buena parte de la historia de la humanidad y de los conflictos que asuelan al mundo están relacionados con esas tierras, pienso que este libro puede resultar muy ameno e instructivo para cualquier persona, incluido, por supuesto, el público cubano. Esta obra pertenece al talento y la pluma de Simon Sebag Montefiore y la recomiendo a todas las personas que aman la cultura y el conocimiento universal. Desgraciadamente, estoy casi seguro de que en la Isla este libro sería difícil de adquirir. Aun así, creo que es bueno saber de su existencia y que, si alguien tiene la posibilidad de leerlo, no debería dejarlo pasar.

​Por último, en estos días estoy leyendo un cuaderno de poesía. Se llama Talud y es el primer poemario de Aleisa Ribalta, una amiga y compatriota doble (por Cuba y por Suecia). Aunque todavía no lo he terminado, sí puedo afirmar que, al menos para mí, está resultando una lectura muy agradable.

Yoshvany Medina. Escritor, dramaturgo y director teatral cubano. Reside en Miami.

Te diré que siempre estoy fajado con varios libros a la vez, que ubico en partes específicas de la casa para que sean ineludibles. En el baño tengo el Tomo I del Teatro de Florian Zeller, el nuevo fenómeno de la dramaturgia y novelística francesa, aún treintañero, que está firmado con Gallimard, la más importante casa de edición gala. Las historias de Zeller suceden aquí y ahora, con un énfasis en las relaciones conyugales y filiales.

"Teatro (I)", Florian Zeller.

Su verba es ágil y punzante, y asombrosa y eficaz su manera de estructurar las escenas, utilizando el flash black y los monólogos interiores, que son verdaderas secuencias narrativas indirectas de su discurso, y combinándolas con los diálogos de sus enigmáticos personajes, que siempre están en situaciones clímax y al borde del abismo. Zeller imbrica remarcablemente los planos temporales, psicológicos y espaciales de sus historias, que siempre tienen argumentos impactantes, con un suspenso que avanza en un crescendo emocional insoportable. Los remates de las obras de Florian Zeller son arrolladores y desconcertantes, dejando en el espectador una perturbadora impresión de electroshock.

Carlos A. Aguilera. Poeta y ensayista cubano, autor de la novela "El imperio Oblomov" (Espuela de Plata, 2014). Reside en República Checa.

La vida con Lacan

No es posible entender el afecto sino vemos también su lado malsano.

Su lado vacío, rococó, “pobre”.

Su lado payaso.

Y esto fue lo que hizo de manera espléndida Catherine Millot en La vida con Lacan (Ediciones NED, Barcelona, 2018), la psicoanalista y ensayista francesa autora también de aquel interesante Gide, Genet, Mishima. La inteligencia de la perversión, su libro sobre tres de los grandes “mostros” del siglo xx que se tradujera ya hace algunos años en el mundo hispano.

La vida con Lacan es, como indica su nombre, otra cosa.

La vida con Lacan es un retrato íntimo, privado, chismoso de la fontanería amorosa.

De un Lacan mudo que de dedicaba a hacer nudos borromeos (lo real, lo simbólico, lo imaginario, si se desata uno se desatan todos, gritaba el autor de Écrits en medio de la nada) y que le gustaba ir con un ‘puño americano’ en el bolsillo por si en la calle había que defenderse.

Un Lacan irónico, que podía burlarse de todo lo que tuviera delante, y muchas veces mal educado ―fisiológicamente hablando.

Un Lacan excéntrico, como se ve en Télévision, el film que Benoît Jacquot hiciera con él en 1973, y que amaba todo tipo de adoraciones y genuflexiones en su presencia. Pero que dejó también, qué duda cabe, algunos de los mejores ensayos sobre el inconsciente, la transferencia y el sujeto, tal y como ya sabemos todos...

Y tal como cuenta la Millot en este libro que de alguna manera es también una pequeña radiografía de los intelectuales de los 60/70s, de sus guerritas eróticas.

En fin, un Lacan bien afeitado y cínico, como deben ser todos los amantes que devienen leyenda.

María Matienzo Puerto. Escritora y periodista cubana, autora de Apocalipsis La Habana: (Americans are Coming)​, reportajes aparecidos en Diario de Cuba. Reside en La Habana.

Yo he vuelto sobre Haruki Murakami con sus novelas de la juventud Escucha la canción del viento y Pinball 1973. Ya antes había leído otros libros de Murakami, más elaborados, más best seller y me había parecido que yo como escritora debía ganar en esa manera que tienen los japoneses de contar historias donde la vida es tratada como si fuera un proceso tecnológico más, lo que hace exclusivo al lector la decisión de emocionarse.

En las novelas de Murakami como en las de Mishima o Kawabata la historia, los sueños, lo fantástico se mezclan y sus personajes la materializan, no necesitan de un elemento externo o de un material antropológico para decir que los sueños pueden caminar a nuestro lado sin la niebla que solemos ponerles los occidentales a los mundos paralelos.

Nosotros solemos poner un cartel “ESTO QUE CONTARÉ ES FANTÁSTICO O NO ES REAL” o decir constantemente que nuestra realidad es maravillosa en lo que contamos la historia. Murakami heredó en su literatura que el cartel no es necesario porque la vida proporciona este tipo de historias sin pensar en los incrédulos. Escucha la canción del viento y Pinball 1973 se parecen demasiado a la vida del joven Murakami pero en ellas ya se empiezan a ver El pájaro que le da cuerda al mundo, Tokio blue, entre otras muchas novelas llenas de remaches, arandelas oxidadas, tornillos flojos y cables a punto de cortocircuitos.

William Navarrete. Escritor (Cuba, 1968). Vive en París desde hace 25 años. Sus dos últimas novelas, Fugas y Deja que se muera España han sido publicadas por Tusquets.

Estoy leyendo (más bien releyendo, pues ya lo había hecho 20 años atrás en español) El extranjero, la primera novela del escritor francés y premio Nobel Albert Camus, publicada en 1942.

"El extranjero", Albert Camus.

Primero, quería sentirla directamente en francés, su lengua original; segundo, para los tiempos que corren creo que urge una literatura del postexistencialismo, un tipo de escritura que describa, como sucede en esta obra, la apatía y escepticismo que inspiran, hoy como en la década de 1940, la situación internacional en muchos ámbitos. El gran mérito de esa novela es la descripción cabal de la impotencia del hombre, y la inutilidad de muchas de sus empresas. Sobre todo cuando todo conspira contra el buen tino y el sentido común. Un poco como en el proceso que vivimos hoy día.