Cine Independiente en Cuba supera al ICAIC

Miguel Coyula, Lynn Cruz y Heber Milián.

El cine independiente cubano es más interesante que la producción del ICAIC, dice Miguel Coyula.

El cine independiente que se hace hoy en Cuba es más interesante que la producción fílmica oficial, según un cineasta de la isla que no es empleado de ninguna de las instituciones financiadas por el gobierno.

“Para mí las películas más interesantes han sido las independientes”, afirma Miguel Coyula, director de los largometrajes de ficción Memorias del desarrollo (2010) y Cucarachas rojas (2003), y del documental Nadie (2017), que reúne entrevistas al poeta Rafael Alcides.

“Ahora mismo, este año, el ICAIC está realizando tres películas de corte histórico, una es El Mayor, sobre Ignacio Agramonte; otra sobre [el fusilamiento de] los ocho estudiantes de Medicina…”, añade Coyula. “O sea, todas películas históricas; es como que no se puede tratar la contemporaneidad. Santa y Andrés, La obra del siglo son películas independientes que me parecen lo más interesante que se ha realizado en los últimos años”.

Según Coyula, el ICAIC está haciendo tres o cuatro películas al año, y el resto de la producción es independiente, a veces en coproducción con ese instituto, que gestiona permisos de filmación y equipos de rodaje.

“Pero hay otros que sí están completamente al margen, como es mi caso, que no tengo contacto ninguno con las instituciones para realizar una película”, indica el cineasta en entrevista con el programa de Radio y TV Martí La Revista Nocturna.

Trabaja “arañando”, agrega, y a eso se une el hecho de que tampoco encaja en los circuitos de cine de arte, porque todas esas instituciones dentro y fuera de Cuba siempre tratan de enmarcarte en un perfil.

“Para mí hacer un cine independiente tiene que ser independiente en contenido y forma, no tener que rendirle cuentas a nadie, y por supuesto eso te aísla de cualquier tipo de financiación”, asegura.

Su más reciente largometraje de ficción, Corazón azul (2018), ejemplifica una de las consecuencias de esa autonomía: lo terminó este año, y lo había empezado en 2012. Además de escribirlo y dirigirlo, Coyula se encargó de la fotografía, la edición, el diseño sonoro y los efectos especiales. La actriz Lynn Cruz compartió su condición de protagonista con las labores de vestuario, maquillaje y asistencia de dirección.

“Son dos personas y por eso el proceso de filmación se hace más largo”, explica Coyula. “Pero por otro lado eso te hace dormir tranquilo, porque sabes que estás logrando exactamente lo que quieres lograr, a pesar de que demores. Eso es lo que te da mayor satisfacción. A lo largo de esos años va transformándose también la película; es una manera de trabajar más cercana al escritor, que se le va ocurriendo una idea y la va escribiendo. Para mí la meta es llevar el cine lo más cercano a la literatura en ese sentido”.

Antes también ha comparado la cámara con un pincel y la película con un lienzo. Al hacerle notar que en su primer y hasta ahora único documental, Nadie, hay igualmente un alto grado de manipulación de la imagen, Coyula comenta que nunca le han interesado los géneros en estado puro.

“Como vengo del mundo de la ficción, siempre necesito manipular la imagen y añadir otra capa de información que no está presente en la manera más limpia de la entrevista”, explica.

Para la actriz Lynn Cruz esa obsesión técnica de Coyula es una virtud, porque ella siempre quiere hacer una película que no sea más de lo mismo, que tenga una preocupación por la forma, “y el trabajo de Miguel es muy estilizado”. Cruz opina que así hay una elaboración tanto de parte de él en la dirección y en la fotografía, como de parte de ella en la actuación. El actor Hector Noas, coprotagonista de Corazón azul, ha dicho que durante algunos rodajes llegaban momentos en los que pensaba: “Quítenle la cámara a ese hombre”.

“Él lo que busca es que el actor se canse para que aparezcan los estados de ánimo esos que duran instantes, y por supuesto es agotador, pero al mismo tiempo es como una cosa sadomasoquista”, refiere la actriz. “Mis referencias en cine siempre eran Bergman, películas como Persona, y no había papeles para mí. Entonces, encontrar un director que pensara en un personaje femenino dominante, y con esta manera de ver el cine, para mí fue algo muy especial, y lo sigue siendo”.

En su artículo “Dentro de la institución todo, fuera de la institución nada” (Diario de Cuba, abril 4, 2018), Coyula atribuyó el reciente despido de Cruz de la agencia “Actuar” a su labor como periodista independiente en Havana Times, a su participación en el documental Nadie, y a hacer una obra de teatro donde le corta la garganta a Fidel Castro. Pero sobre todo, indica, por haber sido víctima de dos redadas policiales y de la Seguridad del Estado, que buscaba impedir la exhibición de ambas obras en la galería habanera El Círculo.

“Si toda [la] intelectualidad cubana manifestara públicamente lo que conversa en privado, este gobierno no duraría ni 24 horas. Pero son muy pocos los que se atreven”, escribe Coyula en su artículo.

Cuando se le pregunta cómo se sobrepone a esa realidad, el cineasta invoca su condición de independiente empedernido.

“Lo que pasa es que”, responde, “a diferencia de muchas otras personas que sí llegaron a trabajar dentro de la institución y quizás por eso tienen más miedo de enfrentarse a un mundo fuera de esa institución, en el caso mío, como yo nunca estuve dentro de la institución… O sea, todas mis películas las he trabajado de la misma manera, ahora con equipos mejores, alta definición, pero la forma de trabajar ha sido exactamente la misma”.