Al habla con Laurence, la hija del escritor marxista Régis Debray

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Hija de hombre de confianza del Che rechaza ideología Marxista

La escritora Laurence Debray, hija de los intelectuales Régis Debray y Elizabeth Burgos, visitó los estudios de Radio y Televisión Martí este jueves, en donde respondió a preguntas sobre su libro Hija de revolucionarios, (Stock, 2017. Edición francesa), la visita a un campamento de pioneros en Cuba con solo 10 años y otros temas.

Debray respondió a preguntas de Tomás Regalado, director de Radio y Televisión Martí, y del politólogo boliviano Carlos Sánchez Berzaín, director del Instituto Interamericano por la Democracia y conductor del programa Libertad y Democracia*, que se trasmite semanalmente por esta estación.

Carlos Berzaín (izq.), conductor del programa "Libertad y Democracia"; Tomás Regalado (centro), Director de Radio Televisión Martí y la escritora Laurence Debray.

Laurence Debray nació en 1976, cuando ya los sucesos que llevaron a la captura de Ernesto Che Guevara en Bolivia tenían una década de debate. Su padre, un filósofo seguidor del marxismo, fue amigo del dictador Fidel Castro y el guerrillero comunista, a quien acompañó en su aventura en Bolivia.

Régis Debray fue capturado en abril de 1967, antes que dieran muerte al Che Guevara. Un tribunal lo condenó a 30 años de cárcel, pero el gobierno de Juan José Torres lo amnistió en 1970.

Para Laurence, tal como dijo en la entrevista, "aquello seguía siendo un enigma", incluso las acusaciones de que fue el propio Debray el que habría entregado al guerrillero a las tropas bolivianas y estadounidenses.

A la pregunta sobre cómo recuerda a sus padres en esos años iniciales, la escritora respondió que para ella había sido una niñez particular.

“En realidad yo nací después de la aventura latinoamericana de ellos. Yo soy como un elemento de integración de ellos”, indicó.

La fuerte influencia marxista de sus padres la marcó desde la temprana edad, aseveró. “Con ellos aprendí que la política podía ser trágica y que todo era muy maniqueísta, todo era blanco o negro: no podía beber Coca Cola porque era americano, mientras que todos mis amigos lo podían beber”.

La dicotomía de su vida la vivió entre sus abuelos paternos. “Eran grandes burgueses, mi abuela hacía política de parte de De Gaulle; vivía una vida con ellos muy acomodada, y con mis padres", cuyo objetivo en aquel entonces, señala la joven, era "salvar al Tercer Mundo".

“Hija de revolucionarios”

En el libro cuento que mis padres me habían un poco escondido ese pasado revolucionario. No sabía nada. Cada vez que hacía preguntas, no me contestaban. Cuando supe, por casualidad, en la escuela, a los 6 ó 7 años, que mi padre había sido prisionero, trato de hacer un par de preguntas y no me contesta, no quiere hablar.

Para mí era importante, por fin, conocer esa historia. Entonces fui a los archivos, estuve leyendo mucha prensa de la época, para hacerme una idea de los desafíos de ese periodo que era la Guerra Fría, la segregación en Estados Unidos, y saber cómo mis padres quisieron impactar en la historia grande, y cómo yo pude vivir del lado íntimo y familiar ese compromiso político.

Mi padre me dijo: ‘Bueno, ya tienes edad para escoger entre Estados Unidos y Cuba’. Yo no tenía ni idea de la política a esa edad. Entonces me mandó un mes a Cuba y otro mes a un campamento en California.

La primera vez que voy a Cuba tengo 10 años, no hablo español y me mandan a un campamento de pioneros a pasar un mes ahí. En Cuba, en el campamento, hay entrenamiento con armas, clases de ideología marxista.

La gran diferencia (con California) es que en Cuba me pidieron alzar la bandera francesa y cantar la Marsellesa. En Estados Unidos había que hacerlo con la bandera americana y yo me sentía muy mal y me decía: ‘yo no soy americana, no lo tengo que hacer’. Fueron grandes recuerdos para mí. Regresé a casa y les dije, ni Estados Unidos ni Cuba, yo me quedo en Europa, por favor.

*Puedes ver la entrevista completa próximamente en el programa Libertad y Democracia, por Televisión Martí