Una red criminal transnacional centrada en el Cártel de los Soles —la organización terrorista incrustada dentro del régimen venezolano y de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB)— opera bajo la protección del régimen de Nicolás Maduro. La existencia y estructura de esta alianza, que incluye al Ejército de Liberación Nacional (ELN), están documentadas en recientes informes de inteligencia militar y corroboradas por análisis de organizaciones como InSight Crime y el International Crisis Group.
Esta alianza colectiva, según indican los informes de inteligencia, actúa como un “proxy estratégico” y brazo armado en defensa del régimen de Maduro, y representa una amenaza creciente para la seguridad y la estabilidad de América Latina y el Caribe.
Una alianza forjada en Caracas
Los informes, provenientes de agencias de inteligencia de Oriente Medio y en poder de las Fuerzas Militares de Colombia —a los que tuvo acceso la revista colombiana Semana— revelan que la relación entre el ELN y el régimen venezolano se remonta a más de cuatro décadas. De acuerdo con Semana, el régimen de Maduro ha brindado apoyo logístico y militar de manera sostenida al grupo guerrillero colombiano.
Entre las revelaciones más significativas figura la existencia de campamentos activos del ELN en los estados venezolanos de Zulia, Apure y Amazonas, bajo la protección de unidades de la FANB. Dirigentes del Comando Central (COCE), como los alias Gabino, Pablo Beltrán y Pablito, habrían encontrado refugio en estas zonas, consolidando la alianza entre el grupo insurgente y el chavismo, según Semana.
Los documentos también indican que la FANB suministra armas, recursos y apoyo logístico al ELN, fortaleciendo la cooperación directa entre ambas estructuras y afianzando su control territorial a lo largo de la frontera colombo-venezolana.
Este respaldo ha sido decisivo en la dinámica del conflicto en Arauca y en la subregión del Catatumbo, en Colombia. Durante el conflicto en Norte de Santander, que se ha intensificado desde 2018 tras la desmovilización de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la FANB cerró pasos fronterizos a disidentes de las FARC, facilitando las ofensivas del ELN. Esta coordinación permitió al grupo insurgente expandir su control en zonas fronterizas, ocupar espacios estratégicos dejados por las FARC y consolidarse como el actor dominante en la región.
El objetivo de esta estrategia, según los informes, es fortalecer al Cártel de los Soles, ampliando su control sobre las rutas del narcotráfico y el contrabando de oro, una dinámica ampliamente documentada por el International Crisis Group.
La alianza no responde únicamente a intereses militares, sino también a una convergencia económica y criminal. Mientras el ELN consolida su poder territorial y su acceso a ingresos ilícitos, sectores de la FANB y del régimen venezolano amplían su influencia sobre economías ilícitas transnacionales.
“El apoyo de Caracas al ELN le proporciona al régimen de Maduro herramientas para desestabilizar a sus vecinos, oportunidades para obtener mayores ingresos ilícitos y, lo más importante, la capacidad de amenazar con una ‘guerra de guerrillas’ si el régimen colapsa”, afirmó Ryan C. Berg, director del Programa de las Américas del Center for Strategic and International Studies (CSIS).
Estructura criminal y red global
Los informes de inteligencia advierten que las operaciones descritas estarían bajo la supervisión de Diosdado Cabello, ministro del Interior, Justicia y Paz del gobierno de Maduro, según reportó Semana. Cabello desempeñaría un papel activo en la planificación y supervisión de acciones conjuntas entre la FANB y el ELN, orientadas a proteger los intereses del régimen y del propio cártel.
Entre las operaciones más destacadas, los informes mencionan incursiones transfronterizas de la FANB, con el respaldo de Cabello, contra la Estructura 33, un grupo disidente de las FARC, atribuidas oficialmente al ELN. El objetivo habría sido recuperar cargamentos de droga y disputar el control territorial en sectores estratégicos de la frontera colombo-venezolana. Estas acciones dejaron al menos 80 muertos y miles de desplazados, consolidando el poder del Cártel de los Soles en la región, de acuerdo con Semana.
La coordinación de estas operaciones sugiere un nivel sin precedentes de integración entre estructuras del Estado venezolano y redes criminales para fortalecer al Cártel de los Soles y los objetivos estratégicos del régimen de Maduro.
La red criminal se extiende a actores globales. El Atlantic Council ha publicado investigaciones extensas que detallan el nexo Maduro-Hezbollah, que incluye la facilitación de operaciones de lavado de dinero a través de empresas fachada iraníes registradas en Venezuela. Estas empresas habrían utilizado vuelos de Mahan Air para mover fondos y presunta carga ilícita entre Venezuela, África y Oriente Medio.
Paralelamente, el ELN utiliza los puertos venezolanos de La Guaira y Puerto Cabello como puntos de salida de cocaína con destino a África Occidental, especialmente Guinea-Bissau, Cabo Verde y Camerún, desde donde la droga es enviada a Europa. Alianzas con carteles brasileños refuerzan las rutas amazónicas que conectan con los puertos de Santos y Paranaguá, consolidando una compleja red transnacional de narcotráfico.
Los frentes Nororiental y Oriental del ELN reciben respaldo logístico y financiero directo no solo del régimen venezolano, sino también de Hezbollah y de organizaciones criminales brasileñas, cuya presencia en la frontera ha sido señalada de forma constante por organizaciones como la venezolana FundaRedes.
Una amenaza hemisférica
Los informes de inteligencia señalan que la convergencia de una red criminal respaldada por el Estado, organizaciones terroristas y actores ilícitos globales refleja un escenario sofisticado de crimen híbrido. Esta actividad resulta profundamente desestabilizadora y plantea un desafío directo a la seguridad y la soberanía de las democracias vecinas y del orden global en su conjunto.
“El régimen de Maduro funciona como un Estado criminal en toda regla, ofreciendo refugio a diversos grupos, un entorno permisivo para operar y complicidad estatal. Esto representa un enorme desafío para la región y para el orden global”, advirtió Berg.
(Publicado originalmente en la revista Diálogo Américas, del Comando Sur de los EEUU).
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