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Castro, fetichismo y el mito de las palomas


Fidel Castro descansa para siempre junto a José Martí en Santiago de Cuba
Fidel Castro descansa para siempre junto a José Martí en Santiago de Cuba

Llama la atención la burda estrategia del gobierno de Cuba para mantener viva la imagen de Fidel Castro.

A diario, la prensa oficialista está llena de artículos, viñetas y eventos que giran alrededor de la vida del desaparecido Comandante.

Ahora han querido revivir el mito de las palomas, que tan eficientemente se desplegó con la entrada triunfal de los guerrilleros en La Habana el 8 de enero de 1959.

A Fidel Castro, durante su primer discurso al bajar de la Sierra Maestra, -a una semana de la huída del general Fulgencio Batista- le sucedió un hecho excepcional: una paloma blanca se le posó en el hombro.

Hay muchos cubanos -hoy en el exilio- que declaran que Castro se había colocado estratégicamente unos granos de trigo en los hombros, otros como Luis Conte Agüero, asegura que él había amaestrado una paloma, justo para la ocasión y así, de esta manera, impresionar y ganarse a los cubanos.

El asunto es que el acontecimiento tuvo caracter de "milagro" para esa época y circunstancias: El Espíritu Santo bendecía al barbudo guerrillero ante el pueblo esperanzado.

Cincuenta y ocho años más tarde, el régimen cubano, ahora bajo Raúl Castro, quiere repetir el milagro.

La prensa encargada fue Juventud Rebelde que trae un artículo titulado" Palomas en el corazón de Cuba".

El texto consagra el mito de las palomas. Esta vez las aves custodian la cripta que contiene las cenizas del Eterno Máximo Líder, pese al hecho que siempre hay palomas y otro pájaros en los cementerios de todo el mundo:

"Lo atestiguan quienes custodian sus restos y cuentan que unas palomas resguardan hoy su sepulcro. Quien visite la necrópolis santiaguera en una tarde tranquila o temprano en la mañana, con suerte, puede comprobarlo. Desde hace meses una pareja de tórtolos se arrulla en las cercanías del monumento funerario que atesora las cenizas del líder.

Hace un año que el corazón de Cuba está en Santiago, y late junto al monolito que desde el 4 de diciembre de 2016 atesora las cenizas del Comandante eterno de los cubanos, Fidel Castro Ruz, en el cementerio patrimonial de Santa Ifigenia.

Desde allí Fidel es luz y ejemplo; desde aquel pedacito de tierra recibe cotidianamente la eterna reverencia de cubanos y extranjeros: una lágrima, una reflexión, un compromiso, una flor… y hasta allí lo alcanza el halo mítico que le acompañó durante toda su vida.

Lo atestiguan quienes custodian sus restos y cuentan que unas palomas resguardan hoy su sepulcro. Quien visite la necrópolis santiaguera en una tarde tranquila o temprano en la mañana, con suerte, puede comprobarlo.

Desde hace meses una pareja de tórtolos se arrulla en las cercanías del monumento funerario que atesora las cenizas del líder. Juntos o por separado, se alzan al amanecer, emprenden vuelo, y cada tarde regresan para posarse en la parte superior de la pirámide trunca del Retablo a los Mártires del 26 de Julio, allí, muy cerquita de la piedra.

En días pasados se vio una con ramas en el pico. Los más duchos en temas colombófilos asumen que está anidando y hasta explican de esa manera el hecho de que después de los recientes días de lluvia las palomas ya no se hayan visto tanto.


Mas este hecho no apaga la certeza ni le resta al mito. Protagonistas de la cotidianidad de Santa Ifigenia son enfáticos: los tórtolos volverán trayendo consigo el fruto de su amor, ese que cultivaron a los pies del altar de la Patria, con la complicidad de Fidel, hombre de amor y de palomas.

Pareciera que el régimen cubano, que asegura va a cambiar la presidencia de Cuba en abril próximo, todavía necesita la muletilla de Fidel Castro para afianzar el poder dentro de la Revolución.

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