Kim Jong Un revela una nueva faceta: la de diplomático

Kim Jong-un (i), y al presidente chino, Xi Jinping (d), durante su encuentro en Pekín.

¿Qué se trae entre manos el gobernante norcoreano con esta anunciada ofensiva diplomática internacional que ha comenzado con su visita oficial a China?

Después de seis años de reclusión, Kim Jong Un parece decidido a salir un poco y explorar el mundo.

La sorpresiva visita que hizo el líder norcoreano al presidente chino Xi Jinping esta semana fue su primer viaje al exterior desde que asumió el poder en el 2011, según los medios oficiales norcoreanos. Pero Beijing es apenas el inicio de una ambiciosa ofensiva diplomática internacional.

Kim Jong-un (c-i), y a su esposa, Ri Sol-ju (i), junto al presidente chino, Xi Jinping (2-d), y a la primera dama china, Peng Liyuan.

Su próximo encuentro es en la Zona Desmilitarizada de la frontera con el presidente sudcoreano Moon Jae-in y luego viene su esperada reunión con Donald Trump en un sitio a decidir.

Hay versiones de que también considera encontrarse con Vladimir Putin. Y se dice que uno de sus principales detractores, el primer ministro japonés Shinzo Abe, también quiere hablar con él.

¿A qué obedece este súbito deseo de viajar? Eche un vistazo a lo que Kim podría traerse entre manos:

China

En realidad, este era el destino obvio para el estreno internacional de Kim.

China es de lejos el socio económico más importante de Corea del Norte y en los últimos meses impuso nuevas sanciones para que Kim ceda con su programa de armas nucleares. Kim no parece tan interesado en seguirle la corriente a Beijing y las relaciones entre ambos se enfriaron un poco.

Con su inesperada visita a China el lunes, no obstante, cambió todo.

Kim Jong-un (c), durante su reunión con el presidente chino, Xi Jinping, en Pekín.

No se sabe de qué hablaron Kim y Xi. Pero una cosa está clara: Al recibir a Kim antes que a ningún otro dignatario extranjero, Xi confirmó que China desempeña un papel fundamental en las gestiones para limar tensiones en la península coreana, que es desde hace tiempo una de las principales inquietudes de los chinos relacionadas con su seguridad nacional.

En lo que respecta a Kim, el hecho de que se haya visto con Xi primero implica que irá a sus cumbres con Moon y Trump mejor preparado y menos aislado.

La visita, por otro lado, podría ayudar a Kim a convencer a China de que reduzca sus sanciones.

Corea del Sur

El anuncio de que Kim y Moon se verán cara a cara causó conmoción mundial.

Kim despejó el camino para ese encuentro al enviar una invitación con su hermana, que asistió a la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Invierno en Pyeongchang el mes pasado. El encuentro será a fines de abril en la zona desmilitarizada.

Es un paso simbólico de enorme magnitud. Moon y su gobierno liberal han estado tratando de buscar un acercamiento después de un año de lanzamientos de misiles por parte del Norte y de fuertes acusaciones mutuas. Kim ofreció una rama de olivo en enero, al decir que una mejoría en las relaciones con Corea del Sur era una de sus prioridades para este año.

El sentimiento nacionalista y la esperanza de una reunificación son elementos que pueden apuntalar la imagen de Kim en su país. Los norcoreanos han estado trabajando en varios proyectos que buscarían atraer turistas sudcoreanos a su costa oriental.

Esta política no es nueva. El padre de Kim, Kim Jong Il, la ensayó con éxito antes de cumbres entre coreanos en el 2000 y el 2007.

¿Hamburguesas con Trump?

El encuentro con el mandatario estadounidense plantea varios interrogantes. Para empezar, hay que resolver cosas básicas, como cuándo y dónde.

Oficialmente no se ha dicho mucho, solo que Trump aceptó la propuesta de Kim de encontrarse “para mayo”.

Trump dijo en un tuit el miércoles que había recibido un mensaje en el que Xi le informaba que Kim estaba “ansioso” por encontrarse con él.

“Hay buenas posibilidades de que Kim Jong Un haga lo que debe hacer por su pueblo y por la humanidad”, expresó.

Se ha hablado de numerosas posibles sedes para el encuentro, incluido el fastuoso resort de Trump en Mar-a-Lago, Florida.

El tema de fondo en ese encuentro se reduce a una palabra: “desnuclearización”.

Kim la ha estado usando bastante últimamente y algunos funcionarios de Washington creen que podría estar dispuesto a deshacerse de su costoso arsenal nuclear. A cambio, sin embargo, podría pedir el retiro de los 30.000 soldados que Estados Unidos tiene permanentemente en Corea del Sur y una serie de garantías que, de conseguirlas, podrían dar paso a la firma de un tratado de paz que ponga fin formalmente a la guerra que libraron las dos Coreas de 1950 a 1953.

Rusia

Un encuentro de Kim con Putin, el president ruso, parece también algo bastante previsible.

A pesar de las sanciones internacionales, Putin ha tratado de mejorar las relaciones con Corea del Norte.

Los dos países firmaron hace poco un acuerdo de cooperación científica y podrían analizar la posibilidad de construir un puente en la frontera.

Unas mejores relaciones con Moscú beneficiarían enormemente a Kim.

El derrumbe de la Unión Soviética fue un duro golpe para los norcoreanos y contribuyó a la hambruna de la década de 1990 que se cree causó la muerte de cientos de miles de personas. Los lazos nunca volvieron a ser los mismos desde entonces.

A los potenciales beneficios económicos de una relación más estrecha con Rusia, se suma el hecho de que contrarrestaría en parte la influencia china. Y a Putin probablemente le encantaría irritar a Occidente estrechando vínculos con un país con un avanzado programa nuclear.

Japón

Tokio ha quedado rezagada.

Acorralado por un escándalo de corrupción y proclive a seguir los pasos de Washington, el primer ministro Shinzo Abe acaba de decir que a él también le gustaría pasar algún tiempo con Kim.

Japón tiene graves problemas con Pyongyang que van más allá del tema nuclear.

Kim Jong Il admitió en el 2002 que agentes norcoreanos habían secuestrado a ciudadanos japoneses en los años 70 y 80. Varios fueron devueltos, pero Tokio quiere más información y la disputa continúa.

Abe, quien siempre ha adoptado una línea dura hacia Corea del Norte, teme que el tema de los secuestros pase a segundo plano si Kim se reúne con otros líderes y no con él.

A cambio de una normalización, sin embargo, Pyongyang probablemente exija a Japón reparaciones por su colonización de la península coreana de 1910 a 1045.