Médicos cubanos en fuga: "En el infierno de Venezuela no me podía quedar"

Médicos cubanos en Bogotá. (Archivo)

Un doctor que trabaja clandestinamente en Colombia tras escapar de Venezuela, y una odontóloga que arriesgó su vida en la Selva del Darién para llegar a la frontera mexicana con EEUU y pedir asilo político, narran su odisea en un reportaje publicado por El Nuevo Herald.

A pesar de que Estados Unidos les cerró la puerta hace un año, los médicos enviados por el régimen cubano a otros países continúan abandonando sus “misiones” con la esperanza de llegar a este país.

Una semana antes de abandonar la Casa Blanca, el presidente Barack Obama eliminó la política para los médicos cubanos conocida como el Programa para Profesionales Médicos Cubanos, vigente desde 2006, conjuntamente con la normativa de "pies secos, pies mojados", dispuesta por Bill Clinton en 1995, tras la llamada Crisis de los Balseros, un año antes.

“Los médicos cubanos siguen huyendo a pesar de que ya no existe el programa Parole. El gobierno cubano siempre dijo que los médicos se iban porque eran tentados por Estados Unidos. Ya no hay tentación y siguen yéndose. El problema entonces lo tienen en casa”, dijo a El Nuevo Herald, el doctor Julio César Alfonso, presidente de la asociación Solidaridad Sin Fronteras, una ONG con sede en Miami.

En un artículo publicado este miércoles, que firma Mario J. Pentón, El Nuevo Herald aborda el tema citando como ejemplo dos casos que lo resumen.

Desde México, la odontóloga cubana de 27 años, Dayana Suárez, narró al diario miamense cómo escapó a Colombia y desde ese país atravesó las selvas panameñas con los peligros que representan.

“Sabía que no existía ya el Parole, pero en el infierno de Venezuela no me podía quedar y a Cuba tampoco quería regresar porque temía por mi futuro. (...) Tengo los pies destrozados por las caminatas. Cuando salí de la selva ni siquiera podía abrir la boca porque del miedo la apreté tanto que la mandíbula se me quedó cerrada”, relató.

En Panamá recibió ayuda de las autoridades y de las comunidades indígenas. Ahora espera en México un salvoconducto que le permita llegar a la frontera sur de Estados Unidos para pedir asilo político. No tiene seguridad de que se lo otorguen, pero no le queda “más remedio” que intentarlo, según dijo a El Nuevo Herald.

El artículo relata también la historia de Misael Hernández, un médico de 27 años natural de Guantánamo, que vive como indocumentado en Colombia desde julio del pasado año, cuando escapó del estado de Sucre, acompañado de su esposa venezolana.

“Hemos crecido dentro de Cuba con un sistema educativo que te enseña a servir al Estado. Cuando uno sale de misión cree que está ayudando a un país hermano y que será bien recibido allí, pero apenas pisas suelo extranjero te das cuenta de que todo es una farsa, pura demagogia”, dice Hernández, quien trabaja clandestinamente en Colombia.

“A muchos de los médicos que estamos en Colombia no nos ha quedado más remedio que acoplarnos e intentar trabajar aquí en estas condiciones”, dijo Hernández, quien calcula que al menos 1,000 profesionales cubanos permanecen en este país.

“Es duro. Es difícil, pero siempre será mejor que estar en Venezuela”, afirmó.

(Con información de El Nuevo Herald)