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Washington Examiner recuerda los nexos cubanos con el terrorismo


El gobernante cubano Raúl Castro. (Archivo)
El gobernante cubano Raúl Castro. (Archivo)

El gobierno cubano ha utilizado su servicio de espionaje para proyectar el poder lejos de las costas cubanas, afirmó este miércoles un artículo publicado en el diario estadounidense Washington Examiner.

"Al igual que sus antepasados soviéticos, bajo cuyos auspicios se creó en 1961 el servicio de inteligencia de Castro (Dirección de Inteligencia, DI, antes la Dirección General de Inteligencia, DGI), los cubanos apoyaron a grupos terroristas", señaló el analista de relaciones exteriores Sean Durns.

Durns afirma que la DGI se unió a la llamada "causa palestina", enfocada en la destrucción del Estado judío de Israel.

El experto dijo que tras la Guerra de los Seis Días de 1967, "por primera vez, Cuba condenó a Israel en las Naciones unidas y, no por última vez, comparó la defensa de Israel con una agresión armada… a la manera nazi".

El artículo se hace eco de reportes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) cuando señala que "varios cientos de terroristas palestinos" recibieron entrenamiento en Cuba en la década de 1970.

Los asesores cubanos trabajaron con la OLP en Argel y Damasco y ayudaron a entrenar a otros terroristas "en todo el mundo, en los campos de entrenamiento de la OLP en Líbano, en los años setenta y principios de los ochenta".

El escrito indica que en 1978, un informe de The Economist dijo que el personal cubano estaba operando en Siria, y que incluso habían participado en combate con los tanques sirios en la guerra de Yom Kippur, en 1973.

Durns dijo que "con la orientación y la participación de la DGI, Cuba proporcionó materiales y hombres al líder sirio Hafez al-Assad, quien, al igual que su hijo y sucesor Bashar al-Assad, ayudó a organizaciones terroristas".

El artículo cita a la experta en terrorismo Rachel Ehrenfeld, quien dijo que la DGI "ayudó a introducir la OLP en Angola" durante los años setenta. Posteriormente, el grupo "operó durante muchos años en África y en Centroamérica, donde ha sido capaz de reclutar y entrenar guerrilleros y encontrar un mercado de armas".

Según Ehrenfeld, los israelíes que luchaban contra los terroristas en el sur del Líbano a principios de la década de 1980 descubrieron manuales de entrenamiento cubanos, marcados como "muy secretos", que detallaban "cómo llevar a cabo operaciones militares, incluyendo volar transformadores eléctricos de alta potencia y estaciones de ferrocarril", entre otros objetivos.

Durns considera que aunque la DGI dependía en gran medida de Moscú, mostró independencia de su benefactor soviético y continuó apoyando al Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) mucho después de que la Unión Soviética dejara de respaldar al grupo a fines de los años setenta.

"Los viejos hábitos no mueren fácilmente", indica Durns en su artículo.

Según un cable del Departamento de Estado de EEUU, fechado en 9 de septiembre de 2011, la Dirección de Inteligencia (DI) permitió que Hezbollah -el grupo terrorista respaldado por Irán que pide la destrucción de Israel y ha asesinado a personal estadounidense- establezca "una base operativa en Cuba diseñada para apoyar a grupos terroristas en toda América Latina".

Cuba también ha mantenido su propaganda en contra de Israel, enfatiza el artículo. "La Habana ha sido durante mucho tiempo el poder de facto detrás del Comité para el Ejercicio de los Derechos Inalienables del Pueblo Palestino (CEIRPP), un cuerpo relacionado con las Naciones Unidas y una reliquia de la Guerra Fría que sigue liderando iniciativas anti-Israel bajo la apariencia diplomática", subraya.

El diario recuerda que en diciembre de 2015, Raúl Castro, aplaudió la iniciativa del expresidente Barack Obama de retirar a Cuba de la lista de naciones patrocinadoras del terrorismo. En su discurso, Castro reconoció que "hemos emprendido ciertos actos de solidaridad con otros pueblos que pueden considerarse terroristas".

"Esa audaz duplicidad ha servido bien al régimen castrista", concluyó el artículo.

(Redacción Jorge P. Martínez, con información de Washington Examiner)

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