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Francisco prepara sus maletas


El acto contó con un mensaje del papa Francisco en favor de la convivencia pacífica y la tolerancia de religiosa.
El acto contó con un mensaje del papa Francisco en favor de la convivencia pacífica y la tolerancia de religiosa.

Ya el Papa mentalmente prepara sus maletas para su inminente viaje a Cuba y a EEUU.

Las sotanas blancas, sus zapatillas de andar, su ropa interior, unos pañuelos y algo más. Un simple rosario de Lourdes –que pasa casi desapercibido– queda colocado dentro de una rendija pequeña de un lateral de su maletín de mano.

En su anillo y crucifijos no hay oro, no es su gusto. ¡Qué bueno que sea un hombre sencillo y de humildad cotidiana! Así era Jesús de Nazaret.

Su mente misionera no se separa de los pobres, de los inmigrantes, de los niños enfermos, de la familia, y del cuidado de nuestra Casa Común (la Tierra que habitamos), mientras ultima los preparativos para visitar a dos países muy distintos.

En Cuba se preocupará más de los cubanos necesitados que viven muy cerca de la miseria, con escasez de alimentos, con déficit alto de agua potable, con faltas de libertad e índices preocupantes de alcoholismo, que del carbono en la atmósfera.

También agradecerá el anuncio de la liberación de más de 3.500 presos comunes, pero de una u otra forma exigirá más respeto al pensamiento ajeno y hará un llamado a la reconciliación entre todos los cubanos.

En Estados Unidos hará llamados más punzantes al envenenamiento del medio ambiente, a prestar atención a la pobreza que se vive en el mundo y en algunos bolsones del propio país norteamericano.

Pedirá, con su autoridad moral, que se abran los brazos a los inmigrantes. Denunciará la inversión de prioridades que representa el consumismo materialista, con su egoísmo intrínseco por supeditar los valores humanos a estos patrones del materialismo.

También se ocupará de clausurar el Sínodo de la Familia, para fortalecer esta unidad básica de la sociedad humana, teniendo presente a los divorciados, a los gais, a las mujeres que han padecido el aborto y a los hijos para que todos sean amados con la misericordia de Dios.

En la prensa –y eso nos parece estupendo porque se comparten ideas– se ha desatado una ola de neoexpertos papistas atrincherados algunos en la crítica más mordaz.

Los que adversan la misericordia y el amor por los pobres que profesa el papa Francisco, pues no descansan en acusarlo de antimoderno, porque no abraza las teorías de Max Weber, relacionadas con la ética del liderazgo fuerte.

Talvez algunos de estos weberianos del liberalismo desconocen que Weber fue uno de los que alimentó teóricamente los excesos centralistas del nazismo y después del socialismo estatista.

¡Qué bueno que el papa Francisco se halle lejos de este sociólogo, economista y filósofo, que aportó algunas ideas interesantes en su época, pero que la historia ha dejado atrás!

Otros menos atrevidos, pero con osadía singular, critican la misericordia de Francisco con los divorciados, con los distanciados de la Iglesia, con las mujeres que se han realizado abortos y se sienten arrepentidas. ¡Vaya desvelo ajeno! Si conocieran más la naturaleza amorosa de Jesús de Nazaret no les resultaría raro.

Incluso uno de estos neopapistas se adentra con escaso dominio del tema a criticar a Walter Kasper, autor de la maravillosa obra La misericordia y uno de los teólogos más respetados actualmente por la Iglesia Católica y por el papa Francisco. Para Kasper, la manera más efectiva de reflexionar y por lo tanto de comunicar a Dios, es desde la misericordia.

Pero lo curioso y hasta paradójico en estos nuevos expertos de ocasión, críticos del papa Francisco por su profundo sentido de la misericordia, es que no mencionan la gigantesca obra social de la Iglesia Católica con los enfermos, con los ancianos, con los niños, con los inmigrantes, con los desamparados. Solo basta ver la obra humana de las monjitas de la Madre Teresa por todo el mundo.

También pasan por alto la contribución científica de hombres de la Iglesia, como Christopher Clavius (Schlussel), jesuita reformador del calendario y Gregor Mendel, el fraile agustino, descubridor de las leyes de la genética, por mencionar solo esta dupla admirable del progreso que me viene a la mente.

¡A cuántos millones de seres humanos no alimenta, cuida, enseña, protege y alivia la Iglesia Católica en sus escuelas, hospitales y dispensarios de forma gratuita diariamente!. Y esta obra no tiene límites ni fronteras ni credo en ningún continente. Lo mismo está en África, que en la India, que en Cuba, que en Chicago.

Los dos pueblos esperan al papa Francisco con esa alegría fresca y contagiosa del Evangelio. Confiamos que de este viaje salga fortalecida y reformada la sociedad civil cubana y la sociedad de consumo norteamericana se adentre en una fase de conversión, donde el ser humano quede por encima del egoísmo.

Lo demás lo hará el papa Francisco con su rosario pidiendo a la Virgen María por todos, en especial por los que lo adversan y critican con mordacidad. El amor y la misericordia de Dios carecen de límites…

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