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La amistad Trump-Putin y Putin-Raúl afectará las relaciones entre EEUU y Cuba


Raúl Castro y Vladimir Putin en el Kremlin. (Foto: Archivo)
Raúl Castro y Vladimir Putin en el Kremlin. (Foto: Archivo)

Estiman que Cuba será una ficha en el tablero internacional al frente del cual se sentarán ambos mandatarios en la primera salida de EE UU que hará Trump como nuevo presidente, prevista para Moscú.

En un reciente artículo sobre el desfile del 2 de enero pasado en La Habana, señalaba que uno de sus propósitos fue proyectar una imagen de no beligerancia contra el nuevo presidente de EEUU, Donald Trump.

Sentido tenía que así fuera. Ha de esperarse a que la nueva administración tome posesión, establezca su política hacia Cuba y empiece a desarrollarla. Eso podría llevar unas pocas, varias o muchas semanas. Pero en fin vale la prudencia.

Ahora acaba de aparecer en Internet un video, donde las tropas que desfilaron en La Habana cantaban el siguiente estribillo:

“Obama con cuánto fervor quisiera enfrentarme a tu torpeza, para hacerte una limpieza con rebeldes y morteros, y vamos a hacerte un sombrero de plomos en la cabeza”.

Increíble pero cierto: Una arenga a las tropas para combatir a Obama, el Presidente saliente de EEUU, el que ya no va a estar en la Casa Blanca, el que más hizo por levantar el bloqueo-embargo, el que restableció relaciones diplomáticas con Cuba y visitó La Habana en un gesto amistoso hacia el Gobierno y al pueblo cubanos, sin precedentes en casi un siglo.

¿Qué se gesta en verdad, detrás de ese, -no nuevo-, rechazo a Obama y no beligerancia hacia Trump?

Una simpatía y una estrategia mutua de acercamiento entre Trump y Putin se conoce desde antes de la llegada del neoyorquino a la presidencia. El todavía presidente Obama, apoyándose en investigaciones de la CIA y otros servicios de Inteligencia, asegura que con la intervención de la inteligencia rusa se hicieron públicos correos electrónicos del Partido Demócrata y de su candidata Hillary Clinton, que contribuyeron decididamente al inesperado triunfo de Trump.

¿Hay o espera Raúl algún entendimiento con Trump, a través del común amigo Putin? Y ¿desde cuándo?

Informaciones imprecisas indican que Trump había enviado a La Habana a inversionistas de su grupo para estudiar la posibilidad de financiar y construir un campo de golf en Cuba. El magnate es dueño de 16 campos de golf de lujo en todo el mundo y el Gobierno cubano ha mostrado interés en construir 10 de estos. Este último nunca se pronunció al respecto y las denuncias que en ese sentido hicieron algunos republicanos cubano-americanos, fueron finalmente acalladas ante el paso abrumador del magnate en el partido.

Por demás, durante la campaña presidencial, las declaraciones de Trump sobre la política hacia Cuba, fueron contradictorias.

Algunos observadores de la política de EEUU, sugieren que quien vive y muere por invertir y ver abundante circulación no va a desaprovechar las oportunidades que ofrece La Habana para el desarrollo de megaproyectos al estilo trumpista.

También indican que, de alguna manera, el inevitable acercamiento EEUU-Rusia, dadas las relaciones Trump-Putin, deberá jugar a favor de las relaciones Washington-La Habana.

Por eso estiman que Cuba será una ficha en el tablero internacional al frente del cual se sentarán ambos mandatarios en la primera salida de EE UU que hará Trump como nuevo presidente, prevista para Moscú.

El interés demostrado por Raúl Castro en no adversar a Trump, estiman analistas, pudiera ser parte de una estrategia concertada con Putin, presumiblemente destinada a garantizar a Cuba un papel de pieza ofensiva y no de sacrificio en ese ajedrez. EEUU necesita seguridad en su flanco sur, donde Cuba tiene una posición estratégica. Rusia también necesita seguridad en su flanco sur, concretamente, Ucrania. No se trataría de sacrificar o cambiar piezas, sino de buscar seguridad mutua.

En ese marco, sería conveniente para ambas partes evitar la confrontación EE UU-Cuba y, si no ampliar, al menos no afectar el camino avanzado por el anterior Gobierno demócrata, pero buscando la manera de aumentar los negocios entre ambos países, algo que La Habana necesita como el aire, y Trump como el pez al agua.

Los legisladores cubanoamericanos, que siempre han estado detrás del embargo, no apoyaron la campaña de Trump, por lo que éste no tiene compromisos específicos al respecto. Pero si pretende mantener o mejorar las relaciones con Cuba y evitar enajenarse el apoyo cubano en el legislativo, tendría por lo menos que solicitar a Putin que logre con su influencia en La Habana que mejore su imagen en materia de derechos humanos.

Éste puede ser el elemento más complicado en la eventual negociación, dada la obstinación de los Castro al respecto, y su importancia para poder avanzar en el levantamiento del embargo-bloqueo, imprescindible para un aumento sustancial del intercambio económico.

Todo este entramado, con variantes, intereses inversionistas y de seguridad estratégica, estará jugando en ese ajedrez que Trump y Putin enfrentarán pronto. Habrá que estar atento a su desarrollo. La señal más clara de que La Habana sabe, o espera algo en esta dirección, es precisamente esa discreción con que se ha tratado al nuevo presidente republicano.

Esperar para ver.

(Este artículo de Pedro Campos fue publicado originalmente en 14yMedio)

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