Mnangagwa, el "Cocodrilo" que mordió a Mugabe

Mnangagwa, pronuncia un discurso durante su ceremonia de juramento oficial en Harare.

Emmerson Mnangagwa se convirtió hoy en el primer presidente del Zimbabue pos-Mugabe, tras un reinado que duró casi cuatro décadas Y que no daba señales de caer hasta que lasaspiraciones políticas de la primera dama, Grace Mugabe, chocaron con las de este veterano de guerra, no en vano apodado "Cocodrilo".

Ciudadanos celebran el nombramiento del presidente Mnangagwa durante ceremonia de juramento oficial en Zimbabue.

Aunque su presidencia lleva el título de "provisional" y será sometida a examen en comicios en 2018, tal y como ha prometido de acuerdo al calendario electoral establecido previamente a su ascensión, en su ceremonia de juramento Mnangagwa se presentó ante los zimbabuenses como un hombre dispuesto a llevar al país a una nueva etapa, a reconstruir la economía y a gobernar para todos.

"No debemos ser rehenes de nuestro pasado", instó en el discurso que dio inicio a su mandato, mientras la sociedad zimbabuense mira con cautela a la espera de que los discursos sobre un avance democrático se conviertan en hechos.

Mnangagwa, a fin de cuentas, pertenece a la vieja guardia del partido que cofundó Mugabe, la Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF, por sus siglas en inglés).

Cuando Robert Mugabe le destituyó como su vicepresidente el 6 de noviembre pasado para favorecer las ambiciones de poder de la primera dama, el presidente olvidó que son el sigilo y los ataques por sorpresa contra oponentes políticos los que le valieron a su antiguo aliado el apodo de "Cocodrilo".

En su única comunicación desde que fue cesado, Mnangagwa prometió que regresaría de su exilio en Sudáfrica para "volver a controlar los resortes de nuestros bellos partido y país", y no pasaron muchos días hasta que los militares dieron un paso al frente y le hicieron el trabajo sucio: deshacerse de los Mugabe.

Aunque ahora es visto como el salvador de la democracia zimbabuense y vitoreado por muchos de los que se manifiestan contra Mugabe, Mnangagwa tiene un pasado oscuro: como ministro de Seguridad tras la independencia en 1980 jugó un papel clave en la matanza de más de 20.000 miembros de la etnia Ndebele.

Mnangagwa (2i), camina junto a varios oficiales durante su ceremonia de juramento oficial.

La llamada operación Gukurahundi, que muchos califican de genocidio, fue una purga étnica contra simpatizantes de la Unión del Pueblo Africano de Zimbabue (ZAPU), que se saldó con la fusión de la formación con la ZANU-PF y le valió a Mugabe su ascenso definitivo a la presidencia en 1987, ya que hasta entonces gobernaba como primer ministro.

A pesar de ello, Mnangagwa aseguró que en los últimos tiempos se había vuelto "suave como la lana". En el funeral de su hermano, en 2010, dijo: "Para los que fuimos instruidos para destruir y matar y hemos visto la luz en los últimos años de nuestras vidas, nuestra recompensa está en el cielo".

Sin embargo, el nuevo presidente tenía entre ceja y ceja otra recompensa más terrenal: su nombre ha estado vinculado desde hace años a posibles pactos y conspiraciones para acabar con el reinado de Mugabe y ascender así a la jefatura de Estado.

Estas teorías, unidas a las que lo situaban como un paciente aspirante a sucesor del ya ex jefe de Estado, de 93 años, tras su muerte, desencadenaron la ira de Grace Mugabe, que también soñaba con heredar la presidencia de su marido.

Mnangagwa (c), saluda al público durante su entrada a la ceremonia de juramento oficial en Harare (Zimbabue).

Después de conseguir el "Cocodrilo" en 2014 una vicepresidencia que creía ganada, Grace Mugabe inició una campaña pública de su desprestigio, hasta tal punto que la primera dama se tomó como una amenaza velada una foto publicada en tono jovial en la que Mnangagwa sostenía una taza con la inscripción: "Yo soy el jefe".

La campaña tuvo un punto de inflexión cuando Mnangagwa fue hospitalizado de urgencia con síntomas de haber sido envenenado tras un mitin de Grace Mugabe, lo que el entonces vicepresidente consideró como un intento de asesinato.

Tan solo un día después fue destituido. Grace Mugabe interpretó su silencioso exilio como una victoria, pero los viejos aliados de Mnangagwa en las Fuerzas Armadas apenas tardaron una semana en alzarse contra el Gobierno y detener al presidente, a la primera dama y a sus ministros afines, en respuesta a las purgas en el seno de la ZANU-PF.

Emmerson Mnangagwa jura como presidente provisional de Zimbabue

Aún así, Mugabe consiguió resistir la presión durante una semana hasta finalmente dimitir, con garantías de inmunidad y permiso para seguir en el país, convirtiendo el 21 de diciembre de 2017 en una fecha histórica para Zinmbabue y el continente. Solo un día después, el oficialismo designaba al "Cocodrilo" para ocupar la silla presidencial, y hoy se convirtió en el primer hombre al mando del país que no es Mugabe en 37 años.

EFE