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- En 22 meses, Pérez-Oliva Fraga ha sido promovido tres veces, culminando con su nombramiento como vice primer ministro de la República, además de su elección como diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, el único escalón que le faltaba dentro del organigrama del poder en la isla.
En medio de la peor crisis económica y social que ha vivido Cuba en décadas, el régimen no solo no se renueva: se hereda. El caso más reciente es el de Oscar Pérez-Oliva Fraga, un nombre que en apenas dos años ha pasado de posiciones técnicas a ocupar uno de los cargos más altos del Estado.
En 22 meses, Pérez-Oliva Fraga ha sido promovido tres veces, culminando con su nombramiento como vice primer ministro de la República, además de su elección como diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, el único escalón que le faltaba dentro del organigrama del poder en la isla.
Un ascenso meteórico, no casual
Ingeniero electrónico de formación, Pérez-Oliva Fraga inició su carrera dentro de la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, un enclave estratégico del régimen y feudo histórico del conglomerado militar GAESA, controlado durante años por el fallecido Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, exyerno de Raúl Castro.
El ahora viceprimer ministro escaló a viceministro y luego a ministro de Comercio Exterior, sustituyendo a figuras históricas del castrismo como Rodrigo Malmierca, hoy embajador en Canadá. Su ascenso culmina en 2025, cuando es promovido a la vicepresidencia del Consejo de Ministros.
Para Miguel Cossío, analista político y director del Museo Americano de la Diáspora Cubana, el fenómeno no admite lecturas ingenuas. “Desde su nacimiento fue un delfín. No es solo un tecnócrata ascendido por mérito; es un hombre del clan, alguien en quien la familia confía para proteger sus intereses”, afirma.
Lee también Movimientos en la cúpula del poder en Cuba: régimen 'libera' al presidente del Tribunal Supremo y otros altos cargosAunque no lleva el apellido Castro, Pérez-Oliva Fraga sí pertenece directamente al núcleo familiar que ha gobernado Cuba durante más de seis décadas.
Es hijo de Mirsa Fraga Castro, bióloga, y nieto de Ángela Castro, la hermana mayor de Fidel y Raúl Castro. También es sobrino de José Antonio Fraga Castro, expresidente de BioCubaFarma hasta 2014.
“El castrismo siempre ha protegido a los suyos”, explica Cossío. “Raúl Castro repartió poder dentro de la familia con cuidado quirúrgico. Cuando se hace el árbol genealógico completo, aparecen patrones claros”, apuntó.
La ausencia del apellido Castro en el nombre público no es un accidente: reduce el desgaste simbólico, pero mantiene intacta la lealtad familiar.
Más allá del linaje, hay otro elemento central: el control de áreas sensibles del Estado, especialmente aquellas vinculadas al dinero y al comercio exterior.
“Sigan la pista del dinero”, señala Cossío. “Pérez-Oliva Fraga se mueve en el corazón de la crisis financiera cubana”.
Cuba no enfrenta solo escasez de alimentos y prolongados apagones. Enfrenta una crisis financiera estructural: exportaciones en caída libre, inversiones extranjeras mínimas y grandes acuerdos con Rusia y China que nunca se traducen en resultados reales.
En ese contexto, el régimen coloca a un miembro del clan en una posición clave, no para reformar el sistema, sino para administrar la escasez y proteger los intereses de la élite.
¿El heredero del poder?
Para algunos analistas, Pérez-Oliva Fraga podría perfilarse como una ficha de recambio dentro del castrismo: un rostro relativamente joven —tiene 54 años—, sin el desgaste histórico de la vieja guardia y con credenciales familiares suficientes para garantizar continuidad.
“No viene del Partido Comunista, pero en Cuba eso nunca ha sido un obstáculo”, advierte Cossío. “Las reglas cambian cuando se trata de preservar el poder”.
Lo que sí está claro es que no hay evidencia pública de una gestión exitosa que justifique su promoción acelerada. Su principal capital político no es su ejecutoria, sino su apellido invisible.