A 19 años de la Primavera Negra de Cuba, el régimen vuelve a castigar el disenso con condenas ejemplarizantes (FOTOS)

Fotogalería: El terror de la Primavera Negra de 2003.

La Primavera Negra de Cuba cumple este viernes 19 años de su inicio, el 18 marzo de 2003.

Setenta y cinco opositores pacíficos, periodistas y bibliotecarios independientes fueron apresados y posteriormente castigados en juicios sin garantías procesales, a penas de entre 13 y 27 años de privación de libertad.

Dieciocho años después, las protestas espontáneas del 11 de julio sorprenden a la élite de poder y la obligan a tomar medidas desesperadas y de escarmiento, al margen de los planificados operativos policiales, pensados, cuidadosamente, por las mentes mejor entrenadas de la Contrainteligencia militar, que calculan las repercusiones internas y externas que podrían tener.

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“Existen dos eventos que, por su relevancia negativa en términos de violaciones flagrantes a los derechos humanos, han marcado la historia contemporánea de la fuerzas vivas pro democráticas y, por extensión, de la nación cubana: En el 2003, la Primavera Negra, el régimen desplegó una represión bastante grande, pero con criterios diferentes a los de las manifestaciones del 11 y el 12 de julio”, dijo a Radio Televisión Martí Librado Linares, sentenciado a 20 años de privación de libertad en 2003.

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Entrevista a Librado Linares y Regis Iglesias

“En aquel entonces, seleccionaron 75 líderes, distribuidos en todo el país, que habían alcanzado una proyección al menos regional, local o nacional, con determinada aptitud de hacer cosas. Por ejemplo, el Proyecto Varela y la recogida de firmas fue una demostración de la capacidad que se venía desarrollando por estos líderes y sus organizaciones. No es tan fácil recoger decenas de miles de firmas en un contexto totalitario. ¿Y, entonces, qué hicieron? Descabezar, selectivamente, a la oposición, barrerla del escenario nacional, desde la perspectiva de Fidel Castro”, apuntó Linares.

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“Sin embargo, en el 2021, a consecuencia de que había una represión sistemática y sostenida, se habían debilitado esas estructuras organizativas, todavía incipientes, de la oposición, y lo que se produjo entonces fue una manifestación espontánea de contacto, o sea, la oposición no tuvo la capacidad, no pudo, por lo expresado anteriormente, llamar a esa protesta”, añadió.

FOTOGALERÍA: Los juicios del #11JCuba

La gran mayoría de los miembros de la oposición pacífica no pudieron incorporarse a las marchas del 11J. Los que lo intentaron, como José Daniel Ferrer de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), Luis Manuel Otero del Movimiento San Isidro (MSI) y varios integrantes del Movimiento Opositores por una Nueva República, entre otros, fueron encarcelados.

Dos víctimas de la Primavera Negra de Cuba están otra vez en prisión: Félix Navarro y José Daniel Ferrer.

“Fue la gente, los jóvenes, y entró en escena un elemento importante que no había en 2003, el Internet, los datos móviles y una capacidad de ‘asociatividad’, de convocatoria, de compartir información que ofrece esa valiosísima herramienta que, si se pone al servicio de la libertad, es muy importante”, dijo el exprisionero político, desde Camajuaní, Villa Clara.

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“Fueron dos contextos diferentes, pero el denominador común es la naturaleza totalitaria, que tanto en 2003, con la Primavera Negra, como en 2021, con el estallido social, ha desatado un pico represivo, en ambos casos, tremendo, sin miramientos, sin límites”, subrayó Linares.

En mayo de 2002, el Movimiento Cristiano Liberación, con el apoyo de otros grupos independientes, había logrado la recolección de 11.200 firmas a favor del Proyecto Varela.

En ese sentido, el presidente estadounidense George Bush afirmó en un discurso que, si la Asamblea Nacional aprobaba la iniciativa, colaboraría con el Congreso para levantar parcial o totalmente el embargo.

Fidel Castro intuyó de inmediato el peligro que implicaba este cambio en la política exterior de Estados Unidos hacia Cuba.

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“La Primavera Negra empezó, exactamente, cuando la oposición decidió proponerle al pueblo movilizarse alrededor de esta petición de referendo sobre el Proyecto Varela”, señaló Regis Iglesias, sancionado con 18 años en 2003.

Las autoridades ya sabían “del descontento que siempre ha habido en Cuba, porque siempre ha estado latente el deseo de los cubanos de vivir libres y buscar la felicidad y la prosperidad dentro de su propio país”.

“Para 2003, ya la campaña por el referendo sobre el Proyecto Varela había logrado llegar a más de 120 municipios de los 168 del país, y habían fundado más de 120 Comités Ciudadanos, que ya eran una referencia para la población a manera local y nacional. A esto fue a lo que le tomó miedo Castro, y por eso desató la escalada de 2003.

“Su similitud con las protestas populares de 2021, son, fundamentalmente, las mismas causas que en 63 años han estado ahí”: la falta de libertades y democracia y la inoperancia económica del sistema comunista.

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“Quizás, en 2003, se expresó de una manera más organizada, con una metodología y un camino trazado para iniciar los cambios que necesita el país hacia la libertad y, en el 2021, fueron manifestaciones espontáneas, la expresión popular de que se rompió el miedo y el reclamo de libertad fue en las calles”, anotó Iglesias, exiliado en Miami.

“Pero la respuesta fue la misma, tanto en 2003 como en 2021: la persecución violenta, los secuestros, las largas y draconianas sanciones”, añadió.

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Los fallos judiciales contra los participantes en las demostraciones del 11 de julio serían los más altos, por motivos políticos, desde la Primavera Negra.

La reacción inmediata del Gobierno, en ambos casos, fue desestimar las protestas como “disturbios a escala muy limitada”, protagonizados por “mercenarios y contrarrevolucionarios”.

“Yo creo que lo importante en todo esto es que, en un momento, tanto como en el otro, el pueblo cubano ha demostrado que no es un pueblo que, alegremente, permite su sometimiento por parte de una tiranía que lo que pretende es mantener sus privilegios, los del grupo de poder, y mantener sometida a la población, al resto de los cubanos.

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“Por supuesto, deberá suceder una conjunción entre la espontaneidad y la actividad, y la metodología organizada, mucho má clara de un camino de cambio”, concluyó Regis Iglesias.

La detención y condena de los 75 disidentes en 2003, y el fusilamiento, en esos días, de tres cubanos por el secuestro de una embarcación, llevó a la reprobación unánime de la Unión Europea, al endurecimiento de las relaciones de ésta con el gobierno cubano, incluyendo sanciones, y a un acercamiento con la disidencia.