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Yoani: "Internet me mantiene del lado de acá de los barrotes"


“Mi postulación al Nobel es un reconocimiento a la sociedad civil” afirmó en entrevista exclusiva la autora del blog Generación Y, y una de las voces más críticas dentro de la blogósfera en Cuba.

Dos hechos fundamentales agitaron la ya de por sí agitada vida de la bloguera y escritora cubana, Yoani Sánchez, en las últimas semanas. Por un lado, la expectativa por saber si podría, ¡al fin!, hacer un viaje fuera de Cuba, para asistir al estreno de un documental en Bahía, Brasil. Aunque aplicó a la visa brasileña y recibió un permiso por 30 días para viajar a ese país (pocos días antes de la visita oficial de la presidenta Dilma Rousseff a Cuba), el gobierno cubano, para variar, no le concedió el permiso de salida.

Esto no causaría mayor sorpresa de no ser porque esta ya es la ocasión número 19 “en que me violan el derecho a entrar y salir de mi país”, como escribió la bloguera en su cuenta de Twitter.

El otro hecho fue la postulación que hicieron dos diputados noruegos para que Sánchez, de 36 años, autora del blog Generación Y, y una de las voces más críticas dentro de la blogósfera en Cuba, aspire al Premio Nobel de la Paz. Sobre éstos y otros temas de actualidad, giró la conversación con la escritora.

Otra vez la dejaron con las maletas hechas, esta vez sin poder viajar a Brasil. ¿Cuál es su lectura de esta obsesión prohibitoria?

Pues sí, es la ocasión número 19 en apenas cuatro años y medio en que el Gobierno me niega el permiso para viajar, sin esa autorización no puedo abordar un avión y evidentemente es una especie de represalia, de venganza gubernamental contra un ciudadano por decir su opinión, por criticar abiertamente, por escribir las cosas que escribo, y bueno, aquí estoy, convertida de alguna manera en una prisionera insular.

¿Usted prefiere estar dentro de Cuba o salir?

Yo quisiera poder disfrutar de mi derecho de entrar y salir de mi país, porque incluso es un derecho refrendado en la Declaración de Derechos Humanos. Pero lo cierto es que aquí (en Cuba) está la materia prima de la que escribo. Alejarme de mi realidad, mi familia, mis amigos , del contexto que estamos viviendo siempre tendría para mí una cuota de tristeza, de estrés adicional. Por tanto si el Gobierno cubano quiere castigarme dejándome aquí, donde nací, donde crezco, donde trabajo, pues asumiré el castigo. Aquí es donde soy más útil para mi país.

¿A qué le temen para impedirle ejercer ese derecho de entrar y salir cuando le plazca?

Hay una combinación de temores en el Gobierno cubano en torno a mi salida, ¿no? Pienso que fundamentalmente le temen a que cuando las personas allá afuera me escuchen, me oigan hablar, responda preguntas y participe en conferencias y debates, muchas de las mentiras que se han tejido en torno a mi persona, y además a la disidencia cubana, se desmoronen por su propio peso. Recordemos que es un gobierno que tiene el monopolio absoluto sobre los medios de información de la Isla y se dedican a denigrar, insultar, mentir, satanizar a las figuras que tienen una posición más crítica. Ese es uno de los temores. Y otro es que yo logre trasladar con mi presencia parte de esa voz de la sociedad civil cubana, del sector más inconforme que está necesitado de espacios, de micrófonos para contar sus propuestas de futuro y de presente.

¿Se cumplió su pronóstico de visita de alfombra roja a Cuba de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff? No hubo encuentros con los disidentes, no escuchó a la sociedad civil.

Lamentablemente así es, y es una pena porque Dilma tiene un historial personal que podría haberla hecho más sensible a toda la parte reprimida, silenciada de una sociedad. Una mujer que en carne propia vivió la dictadura. Pensamos que eso la iba a hacer simpatizar un poco más con quienes dentro de Cuba están sometidos a la represión, la estigmatización ideológica, pero no: prefirió hacer una visita muy protocolar, de alfombra roja, como tú dices -a nivel de Cancillería-, y se perdió el sector más dinámico, más intenso y con más proyección de futuro que ahora mismo hay en la Isla, ¿no?.

¿Cómo ha recibido la noticia de su postulación al premio Nobel de la Paz?

Yo siempre me describo como una pequeña hormiguita frente a un gran muro, y así me siento también con esta propuesta. Hay otros cubanos que llevan una trayectoria de más años, que han sufrido y también están postulados, como el caso de Oswaldo Payá, el que le dio curso al Proyecto Varela. Yo estoy allí en esa lista, para sorpresa mía y también de otros muchos, pero estar junto a esa gente que respeto, y haber sido postulada por otros grupos de trayectoria en el respeto a los derechos humanos, ya me hace sentir feliz. Es un reconocimiento a la sociedad civil cubana, algo que viene a reforzar el escudo protector hacia mí.

¿Por qué cree que sigue libre en un país donde usualmente la gente va a la cárcel por expresar sus ideas?

Si yo estuviera hablando todo esto que estoy comentando, y en lugar de estar en el 2012 estuviéramos en el 2002, o en 1984, 1973 seguramente no duraría ni dos minutos en la calle, sería apresada, condenada, desaparecida de alguna manera en las cárceles cubanas. Pero la modernidad ha traído una protección adicional para los activistas cubanos. Internet, las nuevas tecnologías, la visibilidad que da el ciberespacio. Esa es la que me mantiene del lado de acá de los barrotes. Porque muchas personas que me leen, me escuchan en la radio, me protegen, son el escudo protector (del que hablaba), el que me permite llegar hasta aquí. Tampoco quiero decir que tengo inmunidad, ni nada por el estilo; en alguna oficina hay un expediente al que se le va llenando una hoja, para algún día llevarme a un Tribunal. Lo que pasa es que yo tengo la confianza interior de que mi país va a cambiar antes que ese día nefasto llegue.

¿Usted cree en las reformas de Raúl Castro o son pura fachada nada más?

En el Gobierno de Raúl Castro es cierto que han venido algunas flexibilizaciones, sobre todo en el tema económico, ampliación del trabajo por cuenta propia, algunos absurdos que lastimaban mucho como que los cubanos no pudiéramos tener una línea de celular, o entrar a un hotel, disfrutar de ciertos lugares, eso se ha eliminado. Sin embargo, debo decir que las reformas raulistas, aunque van orientadas en una dirección aceptable, van a una lentitud desesperante. Prácticamente los trabajos por cuenta propia que se han autorizado están en el plano de los servicios, pero muy pocos en el plano profesional, de los altos profesionales diplomados, o de la producción directa. El Gobierno tiene miedo de abrir el trabajo privado en esos sectores, además los cuentapropistas tienen mucha dificultad para conseguir materias primas, créditos, no pueden importar directamente productos; en fin, están bastante atenazados todavía por la legalidad. Y por otro lado hay que decir que no se ha avanzado nada en el tema de los derechos ciudadanos. El gobierno raulista propone la fórmula de ciertas burbujas de libertad económica, pero con la misma mordaza en el campo de la expresión, de la asociación, del libre flujo de entrada y salida del país para los nacionales. Entonces así una nación no puede avanzar. Esta nación necesita de la libertad, de una infraestructura de respeto a los derechos ciudadanos que garantice que los cubanos, con ese ingenio y esa creatividad que tienen, puedan volcarse a encontrar soluciones.

Lo que nunca se dice es todo lo que tiene que trabajar un cubano para pasar dos o tres días en un hotel, o la cantidad exorbitante que tiene que pagar por un celular en Cuba.

R- Pues sí, los cubanos vivimos atrapados más de 17 años en una esquizofrenia económica, en una dualidad monetaria que divide toda la realidad, por un lado la moneda cubana, la que recibimos a través del salario, y la moneda convertible, la fuerte que es con la que se pueden comprar todas las cosas para la sobrevivencia cotidiana. Esa moneda convertible entra a través de las remesas, el turismo, los negocios ilícitos, la prostitución, y entonces la mayoría de los precios de la telefonía celular, o quedarse en un hotel están dados por la moneda convertible, que tiene un valor 24 veces mayor que la moneda nacional.

¿Algo casi inaccesible?

Es prácticamente inaccesible para los cubanos, una serie de prebendas que para el turista sí están más a mano. Ahora bien, ¿qué obliga eso a hacer a las personas? Los obliga a delinquir porque en vista de que, con el salario, no puedes pagar el contrato de un teléfono móvil, la gente no quiere quedarse sin ellos, entonces desvían recursos del Estado, hacen negocios ilícitos, venden en el mercado negro, trafican para acceder a esos servicios que no deberían ser un privilegio sino algo cubierto.

En Ecuador hay una situación muy penosa y humillante para los cubanos. Por un lado, cuando se le “pasan” los 11 meses, pierden la residencia cubana. Y por otro el gobierno ecuatoriano les pone mil trabas para regularizarse, por lo que quedan en un limbo migratorio. ¿Qué piensa de esa situación?

Estoy bastante al tanto porque tengo un amigo que estuvo un par de años en esa situación, en ese limbo que tú describes tan bien. Es muy lamentable que en mi país la mayoría de mis compatriotas tenga como sueño número uno escapar de la isla, emigrar ante la falta de horizontes que ve aquí adentro, ya por ahí empieza el dramatismo de todo eso. Por otra parte, me parece muy deleznable también que las instituciones migratorias del propio país, como los consulados cubanos, que deberían velar por sus ciudadanos en cualquier lugar del mundo donde se encuentran, se dediquen a extorsionar, a retirar pasaportes, negar permisos de entrada de los cubanos que están en Ecuador, o cualquier otra parte. Es lamentable, porque eso deja al ciudadano cubano en un grado de indefensión que el gobierno del otro país decide saltarse su propia legalidad, en confabulación con el de origen del ciudadano, que debería respaldarlo y velar porque se cumplan sus derechos.

¿Cuál es su versión de la muerte de Wilman Villar y de lo que pasará ahora con Maritza, su viuda?

He tenido la posibilidad de hacer una larga entrevista -mi esposo y yo- con la viuda de Wilman Villar Mendoza, poco después de su muerte (él muere el 19 de enero de 2011 y nosotros logramos la entrevista entre el 23 y el 24 de enero, cuando todavía ella estaba muy afectada) con el objetivo de aclarar una serie de confusiones que introdujo el gobierno cubano para criminalizar a Wilman. Decir que no era un opositor, que era un delincuente común, llegó inclusive a decir que había tenido un incidente doméstico donde había golpeado brutalmente a su esposa, cosa que ella desmiente y no hay evidencias -ni físicas ni legales- de que haya sido así. Lo cierto es que él es apresado el 14 de noviembre, cuando está participando en una marcha opositora. Hay imágenes, acérquense a internet donde hay varios videos en youtube donde se ve a Wilman portando la bandera cubana en una marcha antigubernamental. Claro está, en el Código Penal cubano no hay delitos políticos, la legalidad cubana no pone por escrito la penalización ideológica y política, sino que la enmascara con supuestos delitos comunes. Así que con cada activista que haya sido procesado es muy difícil demostrar que ha sido apresado por la opinión. Intentan criminalizar con un delito común a los que se oponen. El gobierno cubano después de eso ha radicalizado el discurso político, ha dicho que la campaña por la muerte de Wilman es una mentira, que van a demostrar que todo es falso, pero lo cierto es que no han presentado ni una sola prueba. Son palabras, palabras y al otro lado está la realidad. El testimonio de una familia, dos niñas que ha quedado desamparadas, de un grupo de activistas al que pertenecía Wilman, y unas imágenes que valen más que mil palabras: ver a Wilman transitando por una calle en una marcha opositora y apresado ese mismo día.

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