Alegan los que dicen que nada ha pasado en Venezuela, que una vez triunfante, la revolución cubana no se anduvo con remilgos y para consolidarse en el poder, Castro no vaciló, ni un instante, en aplicar el paredón.
El escritor opina que en Venezuela sí ha habido efusión de sangre, y aunque no resulta comparable con el sufrimiento de los cubanos, el fantasma de la violencia acompaña al país desde que se inició el chavismo, y fechas posteriores dan cuenta de una inclinación hacia lo macabro.
Ni amnistía, ni perdón, ni reconciliación. A sangre y fuego impuso Castro la ley del terror sobre la que fue creciendo la dictadura socialista cubana, dice la historia.
Pero Giusti observa que Castro no contó con la renta petrolera de Venezuela, y se obligó a matar, expropiar, nacionalizar, invadir, encarcelar y arruinar a la mitad de los cubanos para finalmente declarar el socialismo comunista.