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Una China inflexible


Tras superar a Francia, Gran Bretaña y Alemania gracias a un crecimiento sostenido de alrededor del 10% del PIB, China destronó este año a Japón como segunda economía mundial.

Su voz es cada vez más solicitada en los foros mundiales, sobre todo en el G20. Pero el nivel artificialmente bajo de su moneda, asunto de litigio con Estados Unidos, ha acaparado las cumbres internacionales, y sus decisiones de política monetaria han hecho temblar las grandes plazas bursátiles, y las cotizaciones del petróleo y el oro.

"China tiene ahora una economía mucho más grande, y las decisiones que toma tienen repercusiones en todo el planeta", constata Tom Orlik, analista en Pekín de Stone & McCarthy Research Associates.

El pleno del Partido Comunista confirmó en octubre que la sucesión del presidente Hu Jintao está avanzando, con la puesta en órbita de su probable sucesor, Xi Jinping. A puertas cerradas, cada vez hay más voces en el Comité Central que llaman a efectuar reformas políticas, señala el despacho de AFP.

En este contexto, la concesión del premio Nobel de la Paz al disidente encarcelado Liu Xiaobo, condenado por firmar un manifiesto en favor de una democratización del país, resultó intolerable para Pekín.

El desfase con buena parte del resto del mundo se agrandó con este premio. La imagen de la silla vacía en la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz en Oslo fue un desastre para Pekín.

Sin ningún tipo de complejos, Pekín recurrió durante dos meses a la censura, las invectivas, las amenazas y las presiones para intentar desprestigiar el galardón, dando a la comunidad internacional la imagen de una China intratable.

También presionó a otras naciones para que no participaran en la ceremonia en Oslo. Entre los ausentes, estuvieron Cuba y Venezuela.

"Las reacciones de las autoridades chinas (...) no han hecho más que reforzar un sentimiento de desconfianza creciente hacia Pekín", estima Valérie Niquet, directora del Centro Asia en el IFRI (Instituto Francés de Relaciones Internacionales).

Occidente está "más inquieto ante una China que parece optar por el repliegue ideológico y la afirmación nacionalista", añade.

A nivel diplomático, China marcó el año con una serie de "reveses en sus relaciones con la mayoría de las demás potencias", según Jonathan Holslag, del Instituto de Investigación sobre la China Contemporánea de Bruselas (BICCS).

"Las dificultades con Estados Unidos demuestran que hay diferencias en los intereses y las expectativas, que podrían no resolverse", añade. "A China no le gusta la predominancia estadounidense en el oriente de Asia", asegura.

Mientras Pekín se abstiene, pese a las presiones internacionales, de condenar a su aliado norcoreano por su bombardeo de una isla surcoreana, "se ha constatado un fortalecimiento de los vínculos estratégicos entre Japón, Corea del Sur y Estados Unidos", considera Niquet.

"Al contrario que el año pasado, en el que China fue muy aplaudida por su papel en la crisis financiera, este año se la ha criticado mucho por la crisis coreana", apunta Hu Xingdou, de la Universidad Tecnológica de Pekín.

Para 2011, muchos analistas prevén, en la línea de Holslag, que "las relaciones con Occidente sigan siendo agrias".

"Hay un número creciente de responsables (chinos) que creen que China debe ser firme en sus posiciones", dice Holslag, matizando que en la cúpula dirigente "son perfectamente conscientes de que Pekín necesita al resto del planeta".

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