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Un debate innecesario


Una pareja rellena el formulario del Censo 2010 en Miami.
Una pareja rellena el formulario del Censo 2010 en Miami.

Todo este enrollo es muy fácil de entender y muy difícil de explicar las razones por las cuales los académicos y los funcionarios gubernamentales dificultan tanto las cosas.

El debate que se ha suscitado entre los funcionarios de la Oficina del Censo de Estados Unidos y un grupo de académicos es absurdo. Ellos discuten las razones por las cuales el número de hispanos que dijeron ser blancos aumentó en 1.2 millones en el censo del año 2010.

La discusión me recuerda aquellos viejos debates entre filósofos de antaño que discutían sobre el número de ángeles que cabían en la cabeza de un alfiler. Esta discusión es absurda porque ser hispano no es una raza , sino un grupo étnico. Y sin embargo la oficina del censo en este país insiste en unir las dos clasificaciones y hacernos escoger.

El censo del 2010 explica antes de hacer dos preguntas sobre etnicidad y raza diciendo que para “el censo, ser hispano no constituye una raza”. El censo del año 2000 no hacía esa aclaración. Los dos censos tienen la posibilidad de que una persona marque una casilla que dice: “alguna otra”.

Manuel Pastor, profesor de la Universidad del Sur de California, explica que la frase aclaratoria en el censo del 2010 puede ser en parte la razón por la cual el número de hispanos blancos aumentó el ocho por ciento entre un censo y el otro.

Repito que para mi toda esta cuestión es estéril.

A mi siempre me han dicho – que dependiendo de que fuente una utilice, hay tres, cuatro o cinco razas en el mundo. Ninguna de estas clasificaciones considera el ser hispano como una raza. Ser blanco tampoco lo es.

Algunos antropólogos dice que hay tres razas en el mundo: caucásico, mongol y negroide. Para ellos y para los que insisten que son cuatro o cinco las razas en el mundo, los indios del hemisferio occidental son clasificados
como de raza mongol. Por eso si la oficina del censo usara una de estas tres clasificaciones de raza en una pregunta y de origen étnico en otra las confusiones desaparecerían. Para simplificar las cosas aún más, podría decir que las razas son: blancos, negros, y asiáticos o indios.

En mi caso yo siempre he sabido que soy un hispano blanco. Si me preguntan de dónde vine respondo que soy de Cuba. Para mi la cosa es muy sencilla porque siempre he estado consciente que los cubanos vienen en todo tipo de colores. Hay cubanos blancos, negros y chinos. Y un millón de mezclas entre los tres grupos.

Cuando el censo pregunta a los cubanos su raza, algunos dirían que son blancos, otros negros y otro grupo asiático. Pero ya sabemos de sobra que el gobierno siempre complica las cosas y por ende nosotros en los medios de prensa que tratamos de explicar las preferencias a la hora de votar de un grupo u otra, tenemos, por obligación, que recurrir al censo porque la información procede de esa base de datos.

Es por esta razón que decimos que los hispanos ya son el grupo étnico más grande del país; mayor aún que los negros. No creo, sin embargo, que estaríamos dispuestos a decir lo mismo si a los hispanos se les permitiera decir si son blancos, negros, o asiáticos. Y es que hablar de hispanos no es una descripción homogénea de las personas de habla español en Estados Unidos.

Para los políticos es más importante decir que los hispanos de ascendencia india son el grupo más grande e importante entre todos los hispanos. Este grupo incluiría a muchos – por no decir una inmensa mayoría de los mexicanos y centroamericanos que viven en Estados Unidos.

Otros hispanos, como los que vienen de Puerto Rico, Cuba, o la República Dominicana, predominan los de otras razas y cada de ellos tienen sus preferencias en las elecciones. Los dominicanos son los que más leales le son al Partido Demócrata. Los de Puerto Rico también votan abrumadoramente por los demócratas. Y los cubanos todavía votan a favor de los candidatos republicanos, aunque esta mayoría cada día es menor.

Repito que todo este enrollo es muy fácil de entender y muy difícil de explicar las razones por las cuales los académicos y los funcionarios
gubernamentales dificultan tanto las cosas. Yo digo, y repito, que todo este aguaje está de más y entiendo que el mundo académico me va a fustigar por lo que digo.

Ignoro que penalidad me pueden imponer por ser un hereje académico, pero estoy dispuesto a asumir el castigo.
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