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SEPULTADO EL PAPA JUAN PABLO SEGUNDO


Los líderes del mundo y decenas de millares de admiradores del Sumo Pontífice dieron el último adiós a Juan Pablo en uno de los funerales pontificales de mayor envergadura en la historia del Vaticano.

Por lo menos cuatro reyes, cinco reinas y 70 presidentes y primeros ministros asistieron a las exequias que dudaron tres horas en una misa al aire libre.

El presidente George Bush, su esposa, y la delegación que los acompañaban emprendieron inmediatamente después de las exequias el regreso a Estados Unidos.

“Podemos asegurar que nuestro amado Papa está hoy en la ventana de la casa del Padre y nos ve y nos bendice”, dijo el cardenal Joseph Ratzinger a cientos de miles de personas que ocupaban la gran Plaza de San Pedro. Había viento fuerte.

La multitud empezó a canturrear en italiano “Santo Súbito” (queriendo decir que lo santifiquen enseguida).

Fue la de la multitud una demostración de profunda emoción y amor por uno de los gigantes de los siglos XX y XXI.

Mientras se oía el canto del coro en latín, el tañir de una gran campana y una ola de aplausos que parecía interminable, 12 ujieres retiraron de la escalinata de la Basílica de San Pedro el sencillo ataúd de ciprés donde reposaba el cuerpo del Papa y así terminó la misa al aire libre.

Antes de que entraran con el ataúd en la Basílica en cuya cripta subterránea sería sepultado después de colocársele en una caja de cinc y finalmente en un ataúd de roble, los ujieres dieron un último giro al ataúd de ciprés para dar cara a la plaza donde Juan Pablo Segundo había presidido miles de misas durante sus 26 años de pontificado.

El funeral del Papa ha impactado a pueblos de muchas religiones — desde judíos hasta musulmanes. En la Catedral Myeongdong de Seúl, Corea del Sur, la feligresía católica sudcoreana vio el funeral en una gigantesca pantalla de televisión.

En Calcuta, India, sucedió lo mismo. En Filipinas millares de personas se reunieron en un parque junto al mar donde hace años el Papa reunió a la mayor cantidad de personas en un acto de de su pontificado — cuatro millones.

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