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Noviolencia vs. no violencia


La historia de la acción noviolenta ha sido marginalizada, mientras que la historia de la violencia ha sido glorificada. Nos hemos acostumbrado a que nuestros héroes empuñen espadas o fusiles, a las visiones “revolucionarias” asociadas con el fusil o el machete.

Hoy en día se habla mucho de la noviolencia . Sin embargo, existen un sinnúmero de mitos y percepciones erróneas alrededor del tema, que en muchos casos impiden que se aplique al máximo de su potencial y en otros, ni siquiera se considere su utilización.

Un factor principal que contribuye a estas percepciones erróneas es la asociación de la violencia con la fuerza, y la fuerza con el poder. Es por ello que la historia de la acción noviolenta ha sido marginalizada, mientras que la historia de la violencia ha sido glorificada. Nos hemos acostumbrado a que nuestros héroes empuñen espadas o fusiles, a las visiones “revolucionarias” asociadas con el fusil o el machete.

Para entender a plenitud este fenómeno es preciso comprender que noviolencia es algo más que la simple ausencia de violencia. Este tipo de lucha es una forma de confrontación, muy lejos de lo que comúnmente se conoce como resistencia pasiva, etiqueta desechada por Martin Luther King porque según sus propias palabras “no hay nada pasivo en lo que hacemos”.

Fue el académico Gene Sharp quien acuñó el término como una sola palabra, precisamente para diferenciarlo del pacifismo. La noviolencia no es pacifismo, sino una metodología de acción, una forma de confrontación.

Pero la lucha estratégica noviolenta no funciona de forma espontánea, sino que como todo conflicto necesita de una preparación previa para obtener el éxito. Como los tres elementos de su nombre lo indican, implica una confrontación, con objetivos específicos a conquistar, utilizando esa “fuerza más poderosa” descrita por Gandhi.

Se plantea de la misma manera que una confrontación militar, con la sustancial diferencia de que no se emplean armas ni se busca la destrucción física del oponente, sino de sus fuentes de poder. Mucho se habla hoy en día de las posibilidades de éxito o aplicación en Cuba de este tipo de lucha, y se esgrimen similitudes y diferencias con los recientes sucesos en el mundo árabe.

En realidad la esencia de todo conflicto de esta índole yace en un simple fenómeno físico: el cambio se genera cuando las fuerzas de la noviolencia llegan a ser superiores en número y capacidades a las fuerzas de la violencia.

Para ello, es preciso hacer hincapié en tres elementos básicos: empoderamiento, comunicación y estrategia. Brindarle sentido de poder a los activistas, proveerle los medios de comunicación para que puedan trasmitir ese sentido de poder a su entorno, y a partir de ahí articular un movimiento de base popular basado en el concepto de “poder en números”.

Pero hay que partir de la visión de que es posible, de que el cambio no sucederá por generación espontánea, y será como parte de ese proceso descrito por Mahatma Gandhi: “Primero te ignoran, después se ríen de ti, después luchan contra ti, y entonces tú ganas”.

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