El matutino de Toronto señala que detrás del sol, la arena y las sonrisas que les dan la bienvenida, se oculta un estado policial represivo y cada vez más paranoico, regido por un autócrata de 78 años.
Agrega que el gobierno cubano busca reparar su harapienta imagen internacional y distraer a los cubanos del hecho de que Castro no tiene intenciones de relajar su control, mejorar su historial de derechos humanos o remediar una economía dilapidada y un ruinoso sistema de seguridad social.
El editorial menciona la exigencia a la misión diplomática estadounidense en La Habana de que retire de su decoración navideña el número 75 en homenaje a los intelectuales y disidentes arrestados en 2003 y condenados sin las debidas garantías procesales.
Se refiere asimismo el diario de Toronto a las mediatizadas licencias extrapenales concedidas a 14 de ellos, y dice que en las cárceles cubanas quedan decenas de presos políticos en condiciones deplorables.
Concluye diciendo el Globe and Mail que los canadienses que buscan en Cuba un receso al invierno no deben evitar la isla como se exige a los estadounidenses, pero que al menos deben ir conscientes del sufrimiento del país bajo Fidel Castro y con los ojos bien abiertos.