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Mandarines con Mordaza


En Cuba los verdaderos parlamentarios están en la oposición, porque son los que discuten a viva voz los problemas, proponen y buscan soluciones a los mismos.

El Pleno del Partido Comunista de Cuba acaba de concluir con un Raúl Castro en papel de viejo regañón lanzando culpas y amenazas más a la siniestra que a la diestra, como bien corresponde a un cónclave que lejos de ser un encuentro para buscar soluciones no es más que un conciliábulo para aprobar lo que dicta la cúpula y de paso, asignar premios y castigos. Al Pleno le sigue la reunión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, donde se ha anunciado con bombo y platillo que se espera la aprobación de los llamados lineamientos para reformar la economía del país.

Estas reformas parecen estar pasando a la Historia, al menos en lo anecdótico. Se discutieron por 6 meses en asambleas ciudadanas, se analizaron en el VI Congreso del Partido Comunista, se debatieron en este Pleno y ahora, supuestamente serán aprobadas por la Asamblea Nacional. Si no resuelven la economía del país, al menos pueden aspirar a inscribirse en el Libro Guinnes de récords mundiales como las reformas más analizadas del mundo.

Más que lineamientos, lo que parece estarse aplicando en Cuba son linimentos para una economía magullada por los golpes de más de 50 años de experimentos fallidos. Pero el mal ya está hecho, y los nuevos ensayos no constituyen remedios sino paliativos. En la primera mitad de este año se han reemplazado a ministros, se han enviado a juicio a viceministros y todo tipo de funcionarios de alto rango bajo cargos de corrupción, pero miles de aspirantes a cuentapropistas han devuelto sus licencias ahogados por los impuestos y el país sigue comprando en el exterior el 60 % del arroz que consume. A 5 años del neocastrismo bajo Raúl, la realidad cubana sigue estando encerrada en el claro mensaje de un cubano de la raza negra en you tube: “¡Aquí lo que hace falta es jama!”

En esta simple demanda reside todo el meollo de la cuestión. Se celebran reuniones de todo tipo pero nadie parece estar dispuesto a decir lo obvio, que amén de los planes rocambolescos del último emperador de la dinastía Castro, los tres grandes fracasos de la Revolución siguen siendo los mismos: el desayuno, el almuerzo y la comida, con el agravante de que ya ni se puede hablar de los tres otrora grandes logros, la salud, la educación y el deporte.

Las grandes noticias en los eventos deportivos no son las victorias de los equipos nacionales sino las deserciones de última hora, los niños asisten descalzos a las escuelas nacionales, pero se anuncia la apertura del Instituto Confucio en La Habana con más de 400 estudiantes y la gente durmiendo en las afueras del edificio para matricularse. En las farmacias, ni aspirinas.

El país se cae literalmente a pedazos, pero los diputados a la Asamblea Nacional parecen no enterarse del asunto, ocupados en tareas más importantes como la de endurecer la Ley Mordaza para evitar que otros hagan lo que se supone que ellos ejecuten. En Cuba los verdaderos parlamentarios están en la oposición, porque son los que discuten a viva voz los problemas, proponen y buscan soluciones a los mismos. Los diputados están en el pueblo y no ven las casas, o como dice otro viejo refrán sólo ven los árboles pero no el bosque. En su corta visión, creen que reprimiendo a algunos opositores se puede eliminar el descontento.

Tal parece que se han graduado del Instituto Confucio, con la diferencia de que en este caso los mandarines duermen dentro del edificio y ellos mismos se han puesto la mordaza, no vaya a ser que hablen en sueños y se les escape algo inconveniente. Fieles a su milenario mentor, escogen no ser árboles sino hierba, para no ser arrancados de raíz por la tormenta y doblarse, de forma tal que puedan pararse de nuevo cuando pase el viento. Lo malo del caso es que todo el mundo los pisa, porque nunca están a la altura de los árboles. O de Pánfilo.

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