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La Primavera Negra, en primera persona


Julio César Gálvez, en un artículo titulado "Periodista cubano en el exilio: promesas incumplidas" y redactado en primera persona, recuerda que la mayoría de los 75 disidentes y escritores arrestados en la Primavera Negra cumplieron varios años de prisión y fueron obligados a vivir en el exilio.

"Las nubes del destierro tienen un doble sabor amargo," explica Gálvez, ya que "la obligación de salir de la patria que lo vio nacer a uno y estar en la tierra de tus abuelos en un limbo jurídico y un total abandono oficial ahondan las heridas".

Gálvez agradece el apoyo que ha recibido del pueblo español, pero describe lo difícil que es vivir en el destierro.

Acerca de su experiencia en las cárceles cubanas, ofrece pormenores que reflejan una realidad triste.

"Estuve siete años y cuatro meses en un calabozo oscuro de tres metros de largo por 1,80 de ancho, de los cuales casi un año lo pasé a oscuras totalmente", manifiesta el opositor.

El encarcelamiento del Grupo de los 75 es un acto que fue denunciado por intelectuales y grupos civilistas del mundo entero. Desde Noam Chomsky y Ariel Dorfman a Carlos Alberto Montaner, así como Amnistía Internacional, Human Rights Watch, el gobierno de Estados Unidos y la Unión Europea, denunciaron la ola represiva desatada por Fidel Castro.

Más de siete años en la cárcel, y "todo por el simple supuesto delito de denunciar al mundo la terrible situación por la que atraviesa el pueblo cubano bajo la tiranía de los hermanos Castro Ruz".

El artículo completo publicado por el Comité para la Protección de los Periodistas:

Periodista cubano en el exilio: promesas incumplidas

Por Julio César Gálvez

Las nubes del destierro tienen un doble sabor amargo. La obligación de salir de la patria que lo vio nacer a uno y estar en la tierra de tus abuelos en un limbo jurídico y un total abandono oficial ahondan las heridas. Aquella melancolía nada tiene que ver con las muestras de cariño y solidaridad brindadas por el pueblo español, especialmente los madrileños. Gracias a muchos de ellos es que mi familia -mi esposa y mi pequeño Emmanuel de cinco años-y yo tenemos algo con que vestirnos y calzarnos. Llegamos sin nada. O peor aún: llegamos cargados con las pesadas maletas que me dejó un largo encierro.

Estuve siete años y cuatro meses en un calabozo oscuro de tres metros de largo por 1,80 de ancho, de los cuales casi un año lo pasé a oscuras totalmente y con apenas dos litros de agua al día como tortura para tratar de ablandar mi integridad física. Todo por el simple supuesto delito de denunciar al mundo la terrible situación por la que atraviesa el pueblo cubano bajo la tiranía de los hermanos Castro Ruz.

Desde nuestro arribo a Madrid, el 13 de julio, estamos alojados en el Hostal Welcome, en el polígono industrial de Vallecas, a más de 30 kilómetros del centro de Madrid, conviviendo junto a otros hermanos de causa, con sus familiares y con inmigrantes de otras nacionalidades, utilizando servicios sanitarios colectivos e instalaciones comunes, sin un poco de intimidad familiar, a pesar de las ayudas y prestaciones firmadas en conjunto con funcionarios de la embajada española en La Habana. Minutos antes de abordar el avión con rumbo a Madrid, esos funcionarios nos especificaron todo lo que recibiríamos, tan pronto llegáramos a España, para nuestra inserción en la vida nacional.

Según aquellas especificaciones, nuestro paso por el hostal debió ser de apenas una semana. En cambio, al momento de escribir este blog, ya llevamos varias semanas en una situación difícil, pues apenas tenemos un centavo en nuestros bolsillos para remediar las necesidades más perentorias, como un simple caramelo para nuestro hijo.

Parece que el gobierno español nos tiene castigados. En igual situación se encuentran otros tres prisioneros cubanos junto a sus familiares -periodistas todos- quienes decidimos quedarnos a residir en Madrid como establece la constitución española, ya que el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero está renuente a brindarnos asilo político después que ayudó a nuestra liberación de las cárceles cubanas y nos trajo para España.

Nada pido que no nos hayan ofrecido. Solo aspiro a rehacer mi vida mientras aprendo a vivir en libertad y democracia, esa de la que carece el pueblo cubano. Pero, para eso es necesario tener estabilidad, un lugar donde residir, lo cual hasta ahora no tenemos. Esperamos que se cumplan pronto aquellas promesas que una vez se hicieron en las puertas de entrada al exilio.

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