A continuación, un editorial que refleja los ideales e instituciones estadounidenses:
Hace dos mil años, en un mundo desgarrado por la lucha, la pobreza y el odio, Jesús de Nazaret, conocido por millones de cristianos como "el Cristo" o "el ungido", nació en un establo en Belén. En el poderoso Imperio Romano de aquella época, pocos podrían haber imaginado el impacto que este acontecimiento tendría en el mundo. Del humilde pesebre que sirvió de cuna al bebé surgió un mensaje del amor de Dios por la humanidad y del eventual triunfo del bien sobre el mal.
El mensaje de Jesús era la dignidad intrínseca y la hermandad de toda la humanidad: cada persona está hecha a imagen de Dios. Este mensaje otorgó un valor inestimable incluso a los más humildes del Imperio Romano, los esclavos.
La idea de que nadie podía violar legítimamente la santidad del individuo se extendió y finalmente condujo a limitaciones en el poder del Estado. Siglos después de Jesucristo, el ideal de la inviolabilidad de cada persona se convirtió en la piedra angular de la democracia moderna. Este principio se expresó en la Declaración de Independencia de Estados Unidos, que decía: "todos los hombres son creados iguales [y] están dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables".
En el momento de su fundación, Estados Unidos era mayoritariamente cristiano, aunque los estadounidenses practicaban esa fe de diversas maneras. Además, los estadounidenses dejaron claro en la Declaración de Derechos —las diez primeras enmiendas a la Constitución— que la libertad de religión debía ser respetada.
En las décadas siguientes, personas de muchos otros orígenes religiosos han llegado a Estados Unidos. De hecho, Estados Unidos es ahora uno de los países con mayor diversidad religiosa del mundo. Cristianos de todas las denominaciones, judíos, musulmanes, hindúes, budistas y otros, hacen de Estados Unidos su hogar. Y todos son libres de practicar su religión como elijan.
Esta libertad ha fortalecido a Estados Unidos. Pero también ha hecho que Estados Unidos sea odiado por los enemigos de la libertad y blanco del terrorismo. Ahora Estados Unidos libra una guerra implacable contra el terrorismo y quienes lo apoyan. Pero Estados Unidos, como ha demostrado el presidente Trump en los últimos meses, está firmemente comprometido con la paz.
En su mensaje de Navidad de 2017, el presidente Trump señaló: “Cada año, en Navidad, reconocemos que el verdadero espíritu navideño no reside en lo que tenemos, sino en quienes somos; cada uno de nosotros es hijo de Dios. Esa es la verdadera fuente de alegría en esta época del año. Eso es lo que hace que cada Navidad sea feliz”, dijo el presidente Donald Trump.
“Oramos para que nuestro país sea un lugar donde cada niño conozca un hogar lleno de amor, una comunidad rica en esperanza y una nación bendecida por la fe”.
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