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Soy un periodista incómodo


Iván García (i), Laritza Diversent (c) y Luis Cino (d)
Iván García (i), Laritza Diversent (c) y Luis Cino (d)

No veo por qué personas que piensan diferente no puedan tener un diálogo calmado. Debemos dejar de apretar los dientes y los puños y saber respetar las discrepancias.

No soy muy dado a las entrevistas. Ni siquiera me gustan. El 90% las suelo rechazar. Un periodista está para preguntar, indagar, analizar, escribir... Lo que me encanta de la prensa escrita y radial es el anonimato. La información, noticia, reportaje o crónica es lo que vale. No su autor.

Estoy entre dos corrientes. Medios del gobierno me acusan de 'contrarrevolucionario'. Así, sin más. Nunca he visitado la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana y no me conecto a internet en ninguna embajada. Juro que no es por complejo, pero me disgusta esa tendencia de los diplomáticos a engatusar.
De mi bolsillo pago 15 cuc por una tarjeta de dos horas, y una vez por semana accedo a la red desde un hotel habanero. La prioridad es el envío de mis trabajos, y si el tiempo me alcanza, entro a periódicos online en español y copio algunos textos, por lo regular deportivos y de actualidad internacional.

La conexión en Cuba es lenta y los minutos que van quedando no son suficientes para responder emails ni echarle un vistazo a Facebook, Twitter o Linkedin.

Desearía poder leer en directo más blogs de periodistas de renombre publicados en los grandes medios, pero tengo que conformarme con los links que mi madre me envía a mi dirección electrónica y una vez por semana copio en el usb. Luego, con calma los abro y leo en la laptop, en mi casa.

Una historia periodística atrapa la realidad de quien la escribe. Por mucho que uno intente ser equilibrado y objetivo, siempre suele inclinar a su favor el artículo.

Huyo de aquellos monos sabios, con un ego tan grande que suelen tener dos camas en su habitación, una para sí y otra para su vanidad. Ningún blog, es imposible, puede recoger la compleja realidad cubana.
Hay jineteras, pingueros y gays disgustados por la ineficacia económica del gobierno. También gente que cree en el socialismo y tiene confianza de que las reformas de Raúl Castro van a funcionar. Cualquier apuesta que uno tenga no debiera invalidar el diálogo y la posibilidad de tender puentes.

Me gusta escribir sobre los perdedores. O de los ganadores, cuando comienzan a ser perdedores. Todos somos cubanos. No tenemos ni debemos pensar igual. Sería muy aburrido. Cuando el gobierno comprenda que no se puede gobernar solo para sus partidarios, crecerá varios enteros.

Algunos me acusan de ser muy crítico con la disidencia. Una vez dije que era una 'disidencia bananera' y me trajo un sinnúmero de “enemigos”. No me fusilan porque no pueden. Entonces optan por acusarme de ser 'agente de la seguridad', entre otras muchas barbaridades. Por su parte, el gobierno me tacha de 'mercenario'. Es el precio de tener criterios propios. Soy un periodista incómodo.

Pero no veo por qué personas que piensan diferente no puedan tener un diálogo calmado. Debemos dejar de apretar los dientes y los puños y saber respetar las discrepancias. Es muy fácil y simple acusar o difamar. Sería saludable borrar todas esas miserias humanas y rastros de desconfianza.

El futuro de Cuba se decide en diez años. Quizás menos. Y todos los cubanos, de cualquier tendencia, debiéramos aportar lo mejor de nosotros para cambiar y mejorar nuestra sociedad. Cuando aprendamos a decir "no estoy de acuerdo contigo", y no el típico "tú estás equivocado", creceremos como nación.
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    Iván García, desde La Habana

    Nació en La Habana, el 15 de agosto de 1965. En 1995 se inicia como periodista independiente en la agencia Cuba Press. Ha sido colaborador de Encuentro en la Red, la Revista Hispano Cubana y la web de la Sociedad Interamericana de Prensa. A partir del 28 de enero de 2009 empezó a escribir en Desde La Habana, su primer blog. Desde octubre de 2009 es colaborador del periódico El Mundo/América y desde febrero de 2011 también publica en Diario de Cuba.

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