Enlaces de accesibilidad

Hillary despeja el camino demócrata, y sigue la incógnita republicana


Hillary Clinton en un acto de campaña.
Hillary Clinton en un acto de campaña.

La nominación de Hillary Clinton a la carrera por la Casa Blanca ya es un caso cerrado, pero la de Donald Trump todavía está en duda.

Las primarias del martes le dieron a la ex Secretaria de Estado Hillary Clinton la seguridad que la nominación del Partido Demócrata es suya, al menos que ocurra algo inesperado.

Para el Partido Republicano las primarias le dieron fuerza a la candidatura del multimillonario Donald Trump, pero su nominación todavía está en duda. Y lo que es todavía más preocupante es que el Partido Republicano esta dividido entre los que han apoyado a Trump y los que dicen que no votan por Trump de ninguna manera.

El proceso electoral norteamericano no es fácil de explicar. Primero vienen las primarias. Algunas de estas como las de la Florida y Ohio dan todos los delegados al ganador. Otras reparten los delegados en forma proporcional, dependiendo de los votos que cada uno de los candidatos hayan obtenido.

La idea es que para cuando lleguen las convenciones de los partidos a finales de julio o principios de agosto los delegados de cada uno de los partidos más los funcionarios importantes de los mismos se reúnan para formalizar la candidatura escogida por los candidatos en las primarias anteriores a la convención.

A Clinton le van a sobrar delegados. Su nominación ya es caso cerrado al menos que una o dos de las investigaciones a las que está sometida por diversas razones cuando era Secretaria de Estado resulte en una acusación formal y un subsiguiente juicio – proceso que puede durar meses o años.

Pero los politólogos no creen que Clinton va a ser acusada formalmente y en ese caso la nominación del Partido Demócrata es suya – aunque todavía no tenga el número de delegados suficientes para ganar la nominación. Faltan más de 20 primarias y Clinton debe vencer a su rival el Senador de Vermont Bernie Sanders con facilidad.

En el Partido Republicano las cosas son muy diferentes.

Trump ha ganado más estados y más delegados que nadie. El martes en la primaria de la Florida humilló al Senador Marco Rubio al ganarle por más de 20 puntos. Después de su derrota, Rubio anunció que se retiraba de la contienda.

Pero el problema de Trump es que a pesar de haber sido el candidato que más primarias ha ganado y que más delegados tiene, los cálculos matemáticos dicen que le va a ser difícil obtener los 1,237 delegados que necesita para ser nominado en la primera vuelta en la convención a celebrarse en Cleveland en julio.

A Trump se le complicaron las cosas el martes al no poder vencer al gobernador de Ohio John Kasich, quien obtuvo los 66 delegados que otorga el Partido Republicano en Ohio.

Esa derrota, junto con los delegados que ha ido acumulando el Senador de Texas Ted Cruz, hacen difícil que Trump obtenga los delegados para ganar la nominación en una primera vuelta.

Pero no se preocupen. Esto no es raro. Ha ocurrido anteriormente. Por ejemplo en 1976 el entonces ex gobernador de California Ronald Reagan trató de derrotar al entonces Presidente Gerald Ford. Ninguno de los dos tenía los delegados requeridos y entonces fue en la convención donde los jerarcas del partido junto con los delegados escogieron a Ford como candidato.

El proceso no es extraño, pero debilita a los candidatos – y en este caso cualquier Republicano puede salir con la nominación del partido, porque después de la primera vuelta los delegados pueden votar por el candidato que quieran.

Lo lógico sería que si eso fuese a suceder, los delegados escogieran a Trump o a Cruz. Pero cualquiera de los dos que escojan va a ocasionar una reacción muy negativa entre los partidarios del candidato perdedor.

Sin duda el candidato que va a llegar a la convención con el mayor número de delegados es Trump. Pero muchos de los funcionarios del partido y los otros delegados que hayan sido escogidos por representar a uno de los candidatos verían la nominación de Trump con mucho desagrado. Trump no es el candidato de la unidad. El es el candidato para sus partidarios.

A la vez Trump vería con mucho desagrado que el Partido Republicano y sus delegados a la convención escogieran a Cruz, o a cualquier otro candidato.

Esto ocasionaría una división en el Partido Republicano que amenaza con dividir a sus partidarios y facilitar la elección de Clinton en noviembre.

XS
SM
MD
LG