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"Errores del pasado" un manido argumento del castrismo


Por lo general los “errores del pasado” son cometidos por blandengues, tipos corrompidos, gente que abandonan la recta línea revolucionaria, quienes tratan de imitar el “decadente modelo capitalista”.

Uno de los clichés preferidos dentro del lenguaje castrista para justificar sus desaguisados en medio siglo es el “dialéctico” errores del pasado, solo superado por el manido “factores objetivos y subjetivos” con el que esconden sus deficiencias del presente con ese lenguaje de manual filosófico simplista que utilizan para camuflar la ineptitud de su modelo político económico.

Por lo general los “errores del pasado” son cometidos por blandengues, tipos corrompidos, gente que abandonan la recta línea revolucionaria, quienes tratan de imitar el “decadente modelo capitalista”. No importa que esos infectados por el virus sean seleccionados por el propio partido comunista y muchas, pero muchas veces son personas de la confianza total de los ancianos líderes. Eso no importa. Son errores del pasado.

La frase en si recuerda más un tristón tango quejumbroso o uno de esos poemas lacrimógenos que una frase de fuerte contenido revolucionario y de esperanza. Ah, sí, porque al decir “errores del pasado”, detrás, aunque no se vean, hay un coro de angelitos revolucionarios, toda la cohorte del cielo comunista encabezada por Marx, Lenin y Engels que apuntalan que esas equivocaciones ya reconocidas llevará al mesías y sus apóstoles revolucionarios al paraíso. Lo que ocurre es que el fuerte olor de azufre del infierno conspira contra esa palabrita conciliadora.

Porque, veamos ¿no fue un error infernal aquella loca ofensiva revolucionaria para eliminar los residuos del capitalismo donde se nacionalizaron más de 58 mil pequeños negocios que daban un servicio útil a la población? A partir de ese instante el estado fue el dueño absoluto de puestos de fritas hasta establecimientos de zapateros remendón.

¿No fue un error infernal tratar de desecar la Ciénaga de Zapata o crear el estúpido Cordón de La Habana donde se derribaron centenares de árboles frutales para sembrar un café que nunca sirvió para nada?

¿Y qué me dicen de la genialidad de los cruces de ganado para buscar más leche y carne que al final terminó en un soberano y rotundo fracaso? ¿No resultó eso un error también?

Todas esas meteduras de pata llegaron a su máximo nivel con la famosa zafra de los 10 millones donde… pero mejor lean que dijo el líder sobre la necesidad de hacer aquella zafra... “si nosotros no hacemos los 10 millones tendremos dos cosas: una derrota moral incuestionable…Tendríamos que hacer el recuento de todas nuestras debilidades, ineficiencias, que todavía nos quedan en el proceso revolucionario. Tendríamos que sacar esa cuenta, pero con valentía. Afrontar una derrota. Sí. Moralmente no alcanzar los 10 millones sería una derrota. No hay la menor duda”.

¡Anja! Lo dijo ¿y qué ocurrió? Renunció el líder de semejante gobierno tan incapaz y todo su gabinete? No, no, eso fue para el estante de errores del pasado, que significa en lenguaje castrista. Borrón y cuenta nueva. ¡!Que maravilla de palabrita!! No hace falta lámpara maravillosa, ni perfume encantado, solo decir eso y ya.

Claro, luego de tantos años en que Burundanga le dio a Bernabé de manera equivocada era necesario un lavatorio total, profundo, desinfectante, blanqueador. Entonces llegó el proceso de rectificación de errores y tendencias negativas (para decir el lema completo debe tomar aire primero y no padecer asma, porque decirlo de un tirón puede ser peligroso si no toma esas precauciones).

La rectificación de errores y tendencias negativas fue una etapa feliz donde una vez más las culpas de los errores fueron de otros y no del gobierno. Ahora esos errores no fueron achacados al malvado imperio yanqui, sino se debió a la copia de los métodos soviéticos. ¡Brillante! Fouché y Tartufo son dos bebes de pecho al lado de los castristas.

Pero vean que dijo el máximo de todos los líderes cubanos el 5 de abril de 1987 en uno de sus kilométricos discursos, un año después de iniciar su rectificación de errores.

Se emplea la palabra rectificación, perfecto, no hace falta emplear muchas palabras para abarcar la idea; pero no es solo rectificación de errores o lucha contra tendencias negativas, es eliminación de estupideces, porque muchas veces no eran ni errores, eran estupideces”

¡Wao!.. Nada más y nada menos que el propio iluminado reconoció que los errores son estúpidos. Entonces desde la antigüedad el romano Marco Tulio Cicerón tiene razón cuando dijo “Humano es errar; pero solo los estúpidos perseveran en el error” o mas crédito tiene San Agustín en su cita de “equivocarse es humano, perseverar voluntariamente en el error es diabólico”

Lo cierto es que todos esos errores y estupideces enrumbaron a Cuba hacia una imitación caribeña de las ruinas de Pompeya, con la diferencia de que las de Pompeya están más conservadas. Por lo pronto entre la enorme y larga madeja de errores del pasado, el anciano en jefe reconoció su responsabilidad a una periodista mexicana a la brutal persecución contra los homosexuales de parte de su gobierno que culminó en aquellos centros carcelarios llamados Unión Militar de Ayuda a la Producción, reconocidos por sus infames siglas como UMAP.

Solo por ese error tremendo de violar los derechos humanos de cientos de personas debió abrirse un expediente legal, tanto en lo civil como lo criminal. Claro eso sería en una sociedad abierta y no del tipo que clasifica hacia el pasado esos traspiés una y otra vez y los vuelve a reproducir como una mítica maquina de errores perpetuo.

Claro esa reincidencia tiene una explicación magistral que ilustra otra vez Marco Tulio Cicerón con esta frase que define muy bien al gobierno y su líder. “De hombres es equivocarse; de locos persistir en el error”.

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