El papa Juan Pablo II envió el martes un mensaje personal a Nancy Reagan en el cual elogió "el alma noble" de su difunto esposo y expresó su gratitud por la participación de Ronald Reagan en la difusión de la libertad en el mundo.
"Recuerdo con profunda gratitud el inquebrantable compromiso del fallecido Presidente al servicio de la nación y con la causa de la libertad", escribió el Sumo Pontífice.
El Papa usualmente expresa sus condolencias por la muerte de líderes de países valiéndose de su Secretario de Estado, por lo que resulta significativo que haya enviado un mensaje personal escrito y con su firma a la viudad del ex Presidente.
En la Ciudad del Vaticano se piensa que la convergencia en la escena mundial del primer Papa nacido en un país comunista (Polonia), Reagan y el ex líder soviético Mijail Gorbachov fue un coctel político perfecto para aquella época.
El Papa, de 84 años, compartió la visión anticomunista con Reagan. Polonia fue parte del Pacto de Varsovia que manejó el Moscú soviético desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta que el "Imperio del Mal" comenzó a desintegrarse en 1989.
En una reunión realizada en Miami en 1987, el Sumo Pontífice y el presidente Reagan hablaron de una estrategia para lograr que Europa fuera libre.
Tres meses antes de su encuentro en Miami, el 12 de junio de 1987, Reagan se paró frente al Muro de Berlín y pronunció su famoso desafío en la Puerta de Brandeburgo:
"Señor Gorbachov, abra esta puerta. Señor Gorbachov, derribe este muro".
En la misma época Juan Pablo respaldaba al sindicato Solidaridad de Polonia. El 4 de junio de 1989 comenzó el "efecto dominó" que derrocaría gobiernos comunistas en Europa Oriental cuando Polonia se convirtió en el primer país de la región que derrocó al comunismo.
En su mensaje, Juan Pablo dijo a Nancy Reagan que estaba rezando por el descanso eterno de su esposo.
"Junto con su familia y el pueblo americano encomiendo su noble alma al misericordioso amor de Dios, nuestro padre celestial, y cordialmente invoco para todos los que velan su muerte las divinas bendiciones del consuelo, la fuerza y la paz`, escribió el Sumo Pontífice.