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El cable que viene es de acero


Entre las dificultades de conexión y la propaganda política con la que se mezcla continuamente Internet y las redes sociales, los cubanos van a optar por no prestar mucho interés a estos medios, no vaya a ser que se metan "en candela".

Pues ahora resultará que el cable que todos estábamos esperando como agua de mayo no es de fibra óptica sino más bien de un opresivo, duro e impenetrable acero. O sea, más a la medida del castrismo. Al calendario le vuelven a faltar hojas en Cuba para ver cumplidas las últimas pormesas que anunciaban para julio la llegada de los beneficios de la implantación del cable de fibra óptica -el que supuestamente vendría a mejorar la conexión de Internet en la Isla, y está por ver si mejorar al mismo tiempo el acceso a la red de los ciudadanos. El nuevo retraso en los plazos sitúa la promesa ahora en septiembre u octubre próximos y, además, con varias advertencias mezquinas por parte del gobierno: nada de Internet en los hogares y nada de Internet a precios más asequibles. ¿Excusa? El "bloqueo", el Imperio y la falta de recursos económicos.

Como decía el poeta L'espérance est la plus grande de nos folies (La esperanza es la más grande de nuestras locuras), y por eso los cubanos que conservan todavía algún tipo de esperanza en sus mandantes puede que se hayan vuelto completamente locos, y de remate. En cada esquina se les proporciona una promesa que alimenta una nueva esperanza proyectada hacia el futuro de manera siempre indeterminada. Si lo esperado no se alcanza (y todos sabemos que en Cuba la vida se enmarca en un "proceso" que por el momento ha manifestado un carácter sospechosamente infinito) se renueva la esperanza con la propuesta, por parte del gobierno, de una nueva promesa. Y así van pasando los años.

En una última información sobre el cable, aparecida en medios oficiales, se insiste en que el gobierno cubano seguirá "priorizando el acceso social" a Internet, con lo cual, quiere decir en realidad que los puntos de acceso a la red deberán seguir siendo aquellos que puedan estar perfectamente controlados, revisados de forma férrea por comisarios políticos y con maquinaria adecuadamente boicoteada para coartar de esta manera la navegación libre por Internet. El acceso personal y privado a la red queda escrupulosamente postergado con más excusas, más bien diríamos que queda proscrito de la Isla. En realidad, para el gobierno cubano esto no representa una preocupación, siempre tiene el "bloqueo" o cualquier otro cuento a mano para justificarse. Lo dicho, a ellos no les interesa lo más mínimo que los cubanos accedan a instrumentos de comunicación instantánea y que se conviertan en creadores de contenido para la red como pasa en el resto del mundo. El objetivo del gobierno cubano no es que Internet llegue a los hogares sino cómo hacer que el cubano se mantenga alejado del flujo libre de información sin flitros.

Es por esto que ahora el gobierno está enfrascado en su EcuRed, la que pretende ser la Wikipedia castrista. Es, en definitiva, la escenografía que están preparando para que cuando los cubanos pasen a Internet crean que navegar es eso justamente, llegando a puertos predeterminados por una fuerza superior, la que establece por la puerta o el aro por el que debes pasar. Para ellos también es preciso convertir Internet en arma ya que cualquier ejercicio de libre expresión es entendido como un ataque, un espinoso asunto de auténtica seguridad nacional. Cuando los cubanos aterricen en Internet lo harán totalmente precavidos, espantados ante la posibilidad de entrar en contacto o rozar con las fuerzas del imperio que intentan, a través de Twitter o Facebook, derrumbar la Revolución. A parte que estos instrumentos de comunicación están siendo barridos del mapa, según los últimos reportes de periodistas independientes. En centros de trabajo están echando el cerrojo a Facebook, y además las conexiones en espacios públicos, en lugar de mejorar en velocidad, son cada vez más lentas. Entre las dificultades de conexión y la propaganda política con la que se mezcla continuamente Internet y las redes sociales, los cubanos van a optar por no prestar mucho interés a estos medios, no vaya a ser que se metan "en candela".

A parte de sus manipulaciones tecnológicas, al régimen lo que le ayuda en sus objetivos censores, es convertir a los pocos cubanos que pueden tocar un teclado en temerosos, prudentes y disciplinados internautas.

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