El discurso de Fidel Castro el pasado 26 de julio en Cuba cayó dentro de la isla como un chorro de saliva fría, sin un solo síntoma de rectificación o de sentido común y exactamente la misma ridícula cantinela de casi medio siglo, con los mismos culpables de siempre.
Añade el autor que por otra parte, nadie creyó que habrá alivio a los infinitos problemas que padece el país, porque la experiencia les ha enseñado a los cubanos que el socialismo es una máquina implacable de destruir bienes de equipo y de arruinar servicios.
Agregó que los pobres soviéticos enterraron cien mil millones de dólares a lo largo de tres décadas, para que Cuba pasara de ser uno de los primeros países de América a convertirse en uno de los últimos.
En cuanto a Venezuela, Montaner advierte que a ese país no le irá mucho mejor, ya que Castro acabará por arrebatarle a Chávez hasta su locuacidad de papagayo tropical y lo dejará sin plumas y sin cacareo.
Explica Montaner que la ayuda que Hugo Chávez suministra a Fidel Castro tiene muy disgustados a los cubanos y a los venezolanos, ya que el subsidio generoso de Caracas a La Habana, estimado en cinco millones de dólares diarios, le permite al gobierno de La Habana comprar mil autobuses a China, indica el diario ABC de Madrid.
En su artículo Montaner, señala además que el subsidio de Chávez a Castro le facilita a éste restaurar y dotar de equipos sofisticados a 50 grandes hospitales y más de 800 consultas de dentistas, mientras se reconstruyen las centrales eléctricas.
Añade que el total de esas donaciones a Cuba, encubiertas como créditos irrecuperables, es una cifra descomunal que sólo se entiende por la bonanza de los precios del petróleo.
Montaner subraya que es esa ayuda la que explica el desdén con que Castro trató a la Unión Europea y a Estados Unidos cuando ofrecieron respaldo tras el paso del huracán Dennis, ¿Para qué unos cuantos dólares o euros cuando cuenta con la chequera sin fondo de Chávez?
El artículo agrega que naturalmente, en Venezuela, donde cada día que pasa hay más pobreza, y en donde los servicios públicos tienen un nivel africano, los venezolanos se preguntan por qué tienen ellos que pechar con el desastre cubano sin antes solucionar el propio.