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Dos gigantes asimétricos


Obama y Xi Jinping en California
Obama y Xi Jinping en California

En los últimos 40 años las relaciones entre ambos países han cambiado profundamente y no solo ha desaparecido el lenguaje habitual de la Guerra Fría.

La cumbre que reunió el pasado fin de semana en California a los presidentes Obama y Xi Ping recuerda el viaje histórico del presidente Nixon a China para reunirse con Mao Zedong: en ambos casos, se trata de una gran novedad y una prueba del cambio en la relación entre ambos países.

La China de 1972 era todavía un país pobrísimo pero Nixon reconoció y las enormes posibilidades de que se convirtiera en el gigante, tanto demográfico como económico, que es hoy. El president Obama trata ahora de establecer una nueva relación entre dos países cada vez más iguales en algunos aspectos, aunque sus diferencias prometen seguir durante largo tiempo.

En los últimos 40 años las relaciones entre ambos países han cambiado profundamente y no solo ha desaparecido el lenguaje habitual de la Guerra Fría, sino que las relaciones económicas y humanas florecen, con millares de estudiantes chinos en las universidades norteamericanas y un enorme intercambio commercial, muy beneficioso para China.

El presidente chino que llegó a California gobierna un país en rápido desarrollo, seguro y orgulloso de sí mismo, hasta el punto de que, al tomar posesión como presidente, Xi se refirió a la era en que China era el país más desarrollado, rico y poderoso del mundo, como una referncia de lo que espera para el futuro.

La reunión con Obama es una novedad porque dista mucho de las cumbres habituales, en que se preparan comunicados y se miden resultados. Lo que se busca es el establecimiento de una mayor confianza y líneas de contacto ente los dos mandatarios –y países.

Para ello buscaron un escenario no convencional, el Rancho Mirage, en un lugar aislado en California, que habría de propiciar un ambiente de confianza mutua y allanar el camino para resolver en el futuro problemas de difícil solución. Tampoco es convencional el viaje de Xi Ping porque, a diferencia de sus predecesores, se comporta más como sus colegas occidentales y le acompaña su mujer, Peng Liyuan, una personalidad famosa en la China donde abandonó su carrera como cantante cuando su marido subió en las filas del Partido Comunista.

Ciertamente, cuestiones como la relación con Corea del Norte, donde China sigue invirtiendo y Estados Unidos ve una amenaza nuclear, o el espionaje cibernético e industrial chino contra empresas e instituciones nortemaericanas, o el fuerte desequilibrio commercial que da a China un enorme superávit en la balanza de pagos, son muy importantes para Washington. Pero son tan difíciles de resolver como las preocupaciones chinas por la presencia militar y diplomática nortemaericana en Asia, que Pekín considera su área de influencia .

La realidad es que ambos tienen puntos en común, como su posición de liderazgo en el mundo. También comparten intereses, como su deseo de estabilidad. Pero un dilatado pais, grandes recursos naturales y alto nivel de vida como Estados Unidos ha de tener intereses muy diferentes de una nación superpoblada como China, de bajo ingreso per cápita, y que alberga, en la misma extensión de territorio, una población cuatro veces mayor.

Hallar una forma de colaborar entre estos dos gigantes asimétricos es la tarea que abordaron en esta última cumbre.
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