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Marihuana en la cervecería de La Plaza Vieja


Plaza Habana Vieja
Plaza Habana Vieja

Desde hace un par de semanas, trabajadores del lugar están bajo investigación, unos cuantos retenidos; otros en plan pijama y el elegante gerente, hace unos cuantos días duerme en prisión...

Según lo viejos productores, se le denomina cerveza a la conocida bebida de aspecto cristalino o turbio, de color ambarino que va desde el tono amarillo brillante hasta el negro, marrón o rojizo. Se conoce en el mundo entero, y básicamente es fabricada a partir de la mezcla y fermentación de cebada, lúpulo y agua.

En épocas precolombinas, los aborígenes conocieron la chica, elaborada a partir del maíz; pero no fue hasta el siglo XVIII cuando, con la importación de diferentes variedades, la cerveza se fundió con la historia nacional. La mayor de las Antillas no tardaría en adoptar la producción cervecera. Ya en l958, Cuba poseía 5 fábricas de cerveza que producían cerca de 30 millones de litros anuales. A Don Emilio Bacardí, historiador cubano y exitoso empresario, se le atribuye la frase “El progreso de Cuba se mide por el consumo de cerveza”.

Tínima, Cristal, Bucanero, son varias de las diferentes marcas producidas en la isla; pero el 6 de junio de 2003, el historiador de La Habana, Dr. Eusebio Leal, y la compañía Habaguanex S.A, fundaron el primer proyecto de mini factoría cervecera, con tecnología austriaca SALM, novedoso sistema en la Cuba actual.

Después de un paseo por la indiscutible belleza de La Habana Vieja, La antigua Taberna La Muralla, ubicada en el mismísimo corazón de La Plaza Vieja, en la esquina de San Ignacio y Muralla, ofrece al visitante agotado el deleite de probar, no solamente cerveza hecha de forma artesanal, sino también de un ambiente agradable, bohemio y hermoso en la antigua ciudad de intramuros. Suficientes son las referencias de clientes adictivos al encantador lugar que, al primer sorbo de cerveza oscura, creen ver elefantes volar, policías sonrientes, o sienten un vínculo casi familiar con los mesopotámicos antiguos y los monjes medievales.

Por supuesto, las cosas en Cuba andan bien, hasta que un día marchan mal. Y el frecuentado local, de ser un buque exitoso, se convirtió en el Titanic. Un nuevo escándalo cubano con pregón de silencio forzado, ensombrece hoy a la cervecería que en los últimos años experimenta un “descomunal auge impetuoso”.

Desde hace un par de semanas, trabajadores del lugar están bajo investigación, unos cuantos retenidos; otros en plan pijama y el elegante gerente, hace unos cuantos días duerme en prisión, dicen que por practicar lo que algunos sabios llaman, el más reluciente principio de la agricultura urbana cubana, el cultivo de cannabis.

Fuentes cercanas al detenido aseguran que esta siembra de marihuana, en la occidental provincia de Pinar del Río, no estaba destinada al consumo de su productor, y mucho menos para vender; sino para que junto al lúpulo, la cebada y el agua, sus sustancias psicoactivas enriquecieran el proceso de fermentación en la elaboración de la cerveza oscura.

Indiscretos rumores murmuran que dicha táctica de mercadeo imprudente y engañoso, precedió al recién encarcelado gerente. La marihuana en la cerveza es, en ese local, una práctica habitual, y bastante tolerada. Curiosamente el delito que por ahora (en proceso de instrucción) se le imputa al ex funcionario tenedor de la ilícita agro-labranza, no radica en cultivar, un acto que es ilegal en gran parte de este mundo; sino en desviar los recursos del Estado.

Parece cumplirse el refrán del viejo sabio Juan Palomo: Si Dios lo hizo, qué más da, yo me lo tomo.
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