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Dile que pienso en ella

Amaury Gutiérrez o lo que se perdió el Kennedy Center

Amaury Gutiérrez, cantautor cubano.
Amaury Gutiérrez, cantautor cubano.

El autor de “Yo sé que es mentira” y “Nada es para siempre” explica por qué nunca ha vuelto a Cuba y lo que hay detrás de acusar a Miami de “cementerio de artistas”.

El compositor y cantante Amaury Gutiérrez es uno de los grandes músicos cubanos que no fueron invitados al festival Artes de Cuba: de la isla al mundo, que concluyó este fin de semana en el Kennedy Center, de Washington D.C., con funciones del Ballet Nacional de Cuba.

Aunque la encargada de seleccionar a los invitados, Alicia Adams, vicepresidenta de Programación Internacional y Danza del Kennedy Center, le dijo a la agencia AP que el encuentro estaba libre de intromisiones políticas de ambos gobiernos, el viceministro de Cultura de Cuba, Fernando Rojas, declaró en la televisión de su país que el festival expresaba “el enorme interés” del pueblo de Estados Unidos en enfrentar “el recrudecimiento del bloqueo”, y que era una respuesta al “incremento de la agresividad hacia Cuba por parte del gobierno norteamericano”.

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Cuatro representantes de relaciones públicas del Kennedy Center no respondieron mensajes ni llamadas de Martí Noticias para que dijeran su opinión sobre esas declaraciones y reaccionaran a los comentarios del trompetista cubano Arturo Sandoval, 10 veces ganador del premio Grammy, quien afirmó que los organizadores del festival habían cometido “un error garrafal”.

“Si no están Gloria [Estefan], ni Willy Chirino, ni Amaury Gutiérrez, que yo diría que son los tres artistas cubanos más representativos del exilio y sumamente exitosos, si no citaron a ninguno de los tres, y me sumo yo, ninguno de los cuatro, no entiendo qué criterios siguieron los organizadores”, le dijo Sandoval al diario La Opinión de Los Angeles, haciendo notar también la ausencia de Paquito D’Rivera.

Amaury Gutiérrez salió de Cuba a México en 1993, y una década después se mudó a Miami.

¿Has vuelto a Cuba?

“No, no. No, yo no voy a pedir permiso para entrar allí”, responde el cantante, entrevistado en el programa La Revista Nocturna, de Radio y TV Martí. “Hay una cosa curiosa. El otro día me preguntaron en una entrevista: ¿En cuántos países has cantado? Dije, bueno, en casi todos los países de Hispanoamérica donde se distribuyó mi música por Universal, que era la compañía disquera a la cual yo pertenecía. Y entonces en esa entrevista se me ocurrió que el único país donde no me han invitado a cantar es en Cuba, en mi país”.

Y añade que no es la excepción. Le pasó a Celia Cruz, recuerda.

“Me da mucha satisfacción que la gente en Cuba nos escuche [en esta emisora], porque cuando yo vivía allí y yo escuchaba Radio Martí, era como luz, era como una ventana”, comenta. “Yo escuchaba por aquí a Donato Poveda, Willy Chirino, Mike Porcel, gente que estaban aquí, y eso me daba una alegría tremenda… Yo decía: “Yo quiero estar allí”.

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¿A qué se debe que una y otra vez instituciones estadounidenses como el Kennedy Center caigan en la misma trampa?

“Yo no sé si es que caen en la trampa o son cómplices de la dictadura cubana”, responde Amaury. “Hollywood, el mundo del entertainment en el planeta, es izquierdista, y entonces no tiene ningún prejuicio en extenderle la mano a una dictadura, en este caso a una dictadura comunista. Yo prefiero no ser ingenuo, y además es que es visible. Cuando un artista como yo, por ejemplo, se mete en las cosas políticas que conciernen a Cuba, y de la forma y del lado en que yo me meto, los problemas que te buscas son tremendos, en todas partes. En este caso es visible que esta gente tiene una agenda.

“Hay artistas que no tienen un compromiso: lo que les interesa generalmente es subirse en una tarima, cantar y pasarla bien. Ese no es mi caso”, declara Amaury. “A mí me gusta subirme en una tarima, me gusta pasarla bien, pero yo tengo unos principios, unas preocupaciones, un pensamiento que es a favor de los once, doce millones de personas que están allí que se están muriendo de hambre y que no pueden hablar y que no son libres. Eso es lo que a mí me interesa. Además de mi cantada, que me gusta pasarla bien y me gusta viajar y tener las cosas que tienen todos los artistas de éxito, eso me gusta; pero yo defiendo a mi gente y mi gente allá en Cuba se está muriendo de hambre.

“Yo vivo en Estados Unidos, tengo un pasaporte americano, viajo adonde quiera, pero yo no me puedo olvidar de esa gente, no puedo hacerme el de la vista gorda, no puedo hacerme el loco con esa gente que están allí esclavizados”, insiste el compositor. “Yo no puedo hacer eso, mi corazón no me lo permite”.

Recientemente Amaury estuvo de gira por tres ciudades de México: Salamanca, Irapuato y Guanajuato. No es raro que, en conciertos de cantantes que a la vez son los compositores de su repertorio, el público cante a coro los estribillos de las canciones. Pero en conciertos de Amaury ocurre como sucedió en este de Salamanca al cantar “Perdóname todo”:

Se la saben de memoria, no te dejan cantar. ¿Qué es eso?

“Sí, sí, mi público de México”, explica el compositor cubano. “Esta canción fue el segundo sencillo de mi primer disco, fue tema de una telenovela en México y también fue tema de una telenovela en Venezuela, cuando todavía se podía ir a Venezuela. Viví 11 años en México. Técnicamente yo soy como un artista mexicano. Estoy orgulloso de ser cubano, por favor, no tengo que explicarlo mucho. Pero me fui de Cuba siendo un desconocido; en Cuba no salí en ningún lado, y entonces en México fue donde tuve las oportunidades de firmar con una compañía disquera y con una compañía editora que promovieron mi música en toda Hispanoamérica. En México me han grabado Emmanuel, Mijares, todos los gruperos… Banda Machos, La Original Banda El Limón, Alicia Villarreal, Kika Edgar…”.

Amaury nació el 9 de septiembre de 1963 en San Antonio de las Vueltas, el pueblo cercano a la costa norte de Villa Clara conocido simplemente por Vueltas.

“Estudié en la Escuela Provincial de Instructores de Arte de Santa Clara, que estaba en la Presa Minerva”, relata. “A los cuatro años me gradué, me mandaron al Escambray, y estuve seis años en el Escambray. Eran tres años [de servicio social], pero cuando terminaron los tres dije: “Quiero ir para Santa Clara”, ahí es donde estaban los amigos míos poetas, cantautores. Y entonces me dijeron: “No, no, pero tú no eres de Santa Clara, tú tienes que ir para Vueltas, Encrucijada, un lado de esos”. Y dije: “No, no, yo quiero ir para Santa Clara, así que yo espero aquí”; entonces yo mismo me metí el cuchillo y estuve tres años más.

“A los tres años… hay una señora que se llama Leyda Quesada, ella todavía vive en Santa Clara, es directora del Teatro La Caridad actualmente, pero en aquel momento era directora del Museo de Artes Decorativas...”, recuerda el cantante. “Ella fue la que habló con Robertico [Martínez], el director de Cultura de Santa Clara, y entonces él le dijo: “¿Pero quién es Amaury, el de los moñitos?” Y Leyda le dijo, "sí, sí". “Ah bueno, dile que venga, que hay una plaza ahí en la Casa de la Cultura”. Y entonces a los seis años me dejaron estar en Santa Clara, que es donde yo quería estar”.

¿Y ahí qué tiempo estuviste?

“En Santa Clara estuve sólo un año. En ese año cambió mi vida radicalmente, para bien”, dice Amaury. “Me dejaron evaluarme, acuérdate que había que evaluarse para ser cantante, me dieron [categoría] A. El día que me evalué estaban en la Comisión de Evaluación Frank Emilio, el pianista ciego; Isolina Carrillo, la compositora de “Dos gardenias”, y Merceditas Valdés.

“Eso fue una parte. La segunda parte, que fue la definitiva, fue un festival de jazz. Yo solamente viví en Santa Clara un año, el resto del tiempo iba y regresaba, pero no vivía allí. Entonces en ese año, 1989-1990, hubo un festival de jazz en el Teatro La Caridad. Yo tenía una banda… no era mi banda, pero ellos me acompañaban a veces, se llamaba Ensamble, unos músicos extraordinarios. Entonces ellos me pusieron en la banda y participamos en el festival. A nosotros, en el Teatro La Caridad, nos tocó ser teloneros de Arturo Sandoval, y cuando ese señor me vio cantando me dijo: “Mulato, tú tienes que estar en La Habana ya”. Y le dije: “Eso es lo que yo quiero”. Y me dijo: “Yo lo voy a hacer posible, lo voy a acelerar”. Y cumplió su palabra, con creces. Me invitó al Festival de Jazz de La Habana, porque él era el presidente del Festival -Arturo Sandoval es uno de los trompetistas más grandes del mundo-, y entonces él personalmente me presenta allí en el [teatro] Carlos Marx, en la clausura del Festival de Jazz, y me invitó a cantar después en el Gran Teatro de La Habana con él y con su banda… y después se fue, y cuando él se fue [a vivir fuera de Cuba] yo estaba en Santa Clara todavía. Yo dije: “!Dios mío, me quedé sin padrino otra vez!”

Pero no fue así.

“Ya él había hablado con Chucho Valdés, había hablado con Oriente López… Me mandaron a buscar para [incorporarme al grupo] Afrocuba”, explica Amaury. “De Santa Clara a Afrocuba. Ahí hicimos un par de giras: fuimos a Caracas, regresamos; fuimos a México, regresamos. En México se quedó Oriente López, y cuando regresamos a La Habana, Afrocuba se desintegró.

“En México me habían hecho una propuesta de trabajo cuando fui con Afrocuba, y dije que no, y regresé a La Habana del 90…. No te puedo contar, me arrepentí. ¡Yo soñaba con los pollos rostizados dando vueltas en México! Y yo decía: “Dios, llévame a México, por favor”. Y entonces bueno: me mandaron con una orquesta de salsa que iba a México, nos fuimos el 14 de febrero de 1993, y hasta el día de hoy”.

Amaury Gutiérrez: Balsero
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¿Cómo es tu día a día y qué estás haciendo ahora?

“Hace cinco o seis años terminé con Universal, la compañía disquera a la que yo pertenecía... Soy un artista independientemente. Hubo algunos problemas con ellos, cosas con las cuales yo no estaba de acuerdo, terminó el contrato y terminamos, fuera. Entonces actualmente el vínculo mío con la industria de la música es editorial, porque soy un artista de Sony Publishing. Soy compositor de Sony Publishing.

“Mis discos, los últimos después que me fui de Universal, los he grabado yo solo, con una empresa mexicana que es de Carlos Slim”, cuenta Amaury. “Él tiene un hijo, Carlos Slim Jr., y ellos dentro de su emporio tienen una división de entretenimiento, y con ellos Luis Enrique, Gian Marco y yo hemos grabado unas temporadas que hacemos en el Lunario [del Auditorio Nacional de México]. Ahí cantamos nuestras canciones, va el público, se filma en vivo, se hacen unos DVD’s, y se distribuyen en México y en el mundo entero a través de los portales digitales.

“Acabo de grabar un disco que salió en estos días, con banda sinaloense; un homenaje a México. Tiene canciones mías conocidas e inéditas, y un par de canciones mexicanas. Y entonces estoy preparando otro material de canciones mías inéditas con dos productores colombianos, Jose Gaviria y Toby. Ese es el proyecto que tenemos en puerta. Y escribiendo canciones y prestando mis canciones a diferentes artistas”.

¿Escribes a diario?

“No, escribo con mucha frecuencia, pero no a diario. Esa forma de trabajar no me gusta, pero sí escribo con mucha frecuencia”.

Más de una vez hemos oído decir: “Los artistas cubanos no tienen el apoyo que se merecen en Miami”. Algunos, incluso, regresan a Cuba en busca de ese espacio que supuestamente les niegan aquí.

Primero muerto”, dice Amaury. “No es mi caso, porque cuando salió el primer disco mío…, el primero, el segundo, el tercero, la música mía la ponían en todas partes en la radio aquí en Miami. Lo que pasa es que aquí la vida va cambiando y vienen artistas nuevos. Aquí no es como en Cuba, que tú pones Radio Rebelde y escuchas los mismos de hace cuarenta años. Este es un mundo súper dinámico, súper competitivo. Por otro lado, esa es una bola que la seguridad del estado corre: “Miami es el cementerio de los artistas”. Por favor, si aquí hay gente de todos lados”.

Desde que vive en Estados Unidos, Amaury Gutiérrez ha sido nominado cinco veces al Grammy Latino y se lo llevó una vez. Ha ganado cuatro veces los premios ASCAP [American Society of Composers, Authors and Publishers], la casa de autores a la que pertenece, por canciones suyas que han alcanzado lugares destacados en Billboard, entre ellas una que tuvo primer lugar, “Nada es para siempre”, grabada por Luis Fonsi.

“¿Eso es un cementerio de artistas?”, pregunta el compositor y cantante. “En primer lugar está la cuestión de los principios. Yo muero debajo de un puente aquí antes de ir a pedirle una limosna a esa gente”.

Influencias de músicos cubanos tiene varias, admite Amaury: José Antonio Méndez, César Portillo de la Luz, Miguel Matamoros. Foráneas, de Caetano Veloso, Milton Nascimento, Djavan…

“Djavan sobre mí y sobre la gente de mi generación tuvo mucha influencia”, reconoce el cantante. “Y entonces tengo influencia de la música americana: Al Jarreau, Bobby McFerrin, Stevie Wonder, James Ingram, cantantes que yo escuchaba cuando estábamos en Cuba en los 80. Escuchábamos mucha FM, y de alguna manera tratábamos de escuchar música de todas partes”.

¿Qué queda en el compositor y cantante de éxito, acá y en el mundo, de aquel que venía de Vueltas?

“Oh, queda todo, quedan los recuerdos sobre todo”, responde. “Pero hay una cosa muy graciosa. Pienso, me lo planteo así, que todo es un desquite diario: en Cuba no tenía zapatos, me gusta comprarme zapatos; no tenía guitarra, me gusta comprarme guitarras; no tenía ropa, me gusta comprarme ropa. Pero queda todo, sobre todo queda la humildad. Porque donde quiera que llego trato de ser lo más sencillo posible. Este arte no me hace más guapo que cuando yo estaba en Vueltas”.

¿Se puede decir que Miami, después del influjo cubano tan grande que hubo en esta ciudad, terminó convirtiéndose en el sustituto para América Latina y para Norteamérica de la efervescencia musical que había en La Habana?

“Por supuesto, y no sólo en música. Hay una cosa en la cual pienso constantemente, y me da una curiosidad tremenda, pero es algo que tú ves en Miami. Por ejemplo, Miami es la sede de la gastronomía cubana”.

¿Te parece que el enriquecimiento de Miami con gente de todas partes del mundo y su desbordante prosperidad económica han hecho de esta ciudad una nueva Nueva York, valga la redundancia?

“Estoy de acuerdo, y no me parece exagerado en nada”, responde Amaury. “Incluso, voy más allá: además de la oferta musical local que hay en Miami, muchos de los músicos que viven en Cuba se pasan la vida aquí. ¿Adónde quieren venir a cantar? ¿Al cementerio de los artistas?”

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Anna Sotelo: "Ellos me hicieron apátrida, y yo me hice norteamericana"

Ana Sotelo
Ana Sotelo

Anna Sotelo habla como piensa y piensa, como es habitual, con la estructura mental propia de su profesión. Anna, la Arquitecta, sabe de ángulos, colores, espacios, intensidad y peso, todo lo necesario para el diseño seguro y perfecto de ese hermoso edificio que llamamos vida.

¿Cuál fue el detonante que te impulsó a marcharte de Cuba?

La varicela de mi hijo fue a los diez, lo que se considera tardía. Por fuerza mayor, tuvimos una oportunidad de pasar un tiempo juntos, sin la prisa de la cotidianidad. Aunque me mantenía ocupada limpiando y desinfectando sábanas para cambiar cada día; le daba vueltas para atender la fiebre y aprovechar la enfermedad para chiquearlo un poco.

En una de esas que andaba por el patio, escuché a unos pioneros que pasaban, con la consigna de moda “que lo sepan los nacidos y los que están por nacer…” en lo que me extrañaba de lo inusual de la excursión, mi hijo se acercó y me dijo a voz en cuello:

"¿Mami, viste a los comunistas esos?"

"!​Tú también eres comunista!" Le dije casi un como reflejo.

Me olvidé de la ropa blanca, las llagas de la china y hasta cerré las ventanas. Tuvimos una charla donde me dejó bien claro que a él no le importaba que en Cuba no hubiera “cosas". "Yo quiero a mi país, pero no soy comunista".

Cuando un niño como él te habla con más claridad que vocabulario, tus ideas se atropellan y se impone otra álgebra entre la carrera, los trámites y la edad “del servicio”.

En ese momento fui consciente de que lo había criado para que fuera libre y tenía ante mí la consecuencia. Hasta ese momento no me lo había planteado en ningún diálogo interior, vivía la dulce inercia de no pertenecer ni cuestionármelo; pero los hijos saben de sus padres más de lo que somos capaces de imaginar.

¿Qué esperabas encontrar del “otro lado”?

Trabajo de lo que fuera, decencia, cultura, americanos, libros y una computadora para mí sola. Vine sin noción de libertad y con el miedo criollo. No esperaba nada, sabía que no podía ni imaginármelo. Era toda sentidos

¿Qué encontraste?

Oportunidad de trabajo relacionado con la arquitectura, culturas tan distintas, !incluso entre cubanos ! Y sí, libros, pero poco tiempo mental para leer, de computadoras no me puedo quejar. Quise haber vivido una vida más americana, pero hay más tiempo que vida.

¿Qué has aprendido durante el proceso?

Humildad, gratitud, independencia. El gran binomio de compasión y cuidado, un poco de tolerancia y la maravilla de olvidar.

Aprendí a engañar a la suerte -sin hacer trampas - porque si no te toca y te esfuerzas el doble, tendrás la mitad del logro que NO ibas a tener, y así in- crescendo. Lo de creer en mí, ya lo traía adelantado.

¿Qué es para ti La libertad?

Encoger los hombros y administrar mi silencio como cuando tenía 7 años. Decidir, escoger, antojarme… Decir la verdad, la mía, en cualquier contexto, y no hacer ni oír lo que no quiero. Ser yo. Me responsabilizo.

¿Las experiencias vividas han cambiado en ti el concepto Patria?¿Piensas a menudo en “Ella”?​

Eso sucede con la madurez. Cualquier calle puede ser la tuya, pero cuando se acaban tus fuerzas, no hay escudo ni palacio, sabes a dónde tienes que llegar en el micro y en el macro mundo.

Mi bisabuela nació en el barco en que venía toda la familia desde Italia. La edad de las preguntas me la pasé averiguando cuál era, para ella; cuál sentía como su patria. Llegué a pensar que era el barco y abuela vino con lo de que la bandera, entonces decidí que tenía que ser el mar y no pregunté más. Hace unos años, mi madre me contó que fui engendrada en New York y toda mi gestación se hizo en Miami. A La Habana llegó ella, para que yo naciera donde no voy a morir.

Uno es quien es, pero la patria está donde tu alma planta bandera y marca la parcela que va a amar. El resto son ajustes.

No. No pienso en Ella a menudo. A los cinco años de estar aquí, regresamos y no vi La Habana edulcorada y destruida, para la que me habían preparado, sino la misma desesperanza descolorida y ajada de la que me marché, con degradación en progreso. Ahora, bajo el alivio de otra perspectiva, la del regreso.

La Cuba de los otros es una deuda moral con la niña que aprendió el concepto. Ellos me hicieron apátrida, y yo me hice norteamericana, me parece bien. Involuntariamente, reacciono a noticias, por vicios de la libertad.

Quienes fuéramos Ella y yo entonces, no existen fuera de mi imaginación.

Manuel Díaz Martínez: "Ser libre es ejercer el inalienable derecho a ser humano"

Manuel Díaz Martínez
Manuel Díaz Martínez

Las dos últimas veces que Manuel Díaz Martínez -Poeta, con mayúscula- fue jurado de poesía en La Habana, estuvo marcado por eso que llamamos "azar concurrente", cuando ganó Fuera de juego, de Heberto Padilla y, 20 años más tarde, cuando el poemario premiado resultó ser Hija de Eva, de esta humilde escribidora. El destino de ambos ganadores es sobradamente conocido.

La honestidad le cobró caro a este poeta, noble y honesto que, sin dudar un segundo, fue el primer intelectual cubano en estampar su firma en la "Carta de los Diez" en medio de la oscuridad cubana de los 90 con su versión de La Historia Interminable, claro que sin la magia de Michael Ende.

¿Cuál fue el detonante que te impulsó a marcharte de Cuba?

Rompí con la revolución cubana tras un lento y doloroso proceso de desencanto que me condujo desde la esperanza fastuosa que despertaron en mí Fidel Castro y sus guerrilleros, hasta la más insoportable decepción. Y el acontecimiento que puso fin a mis vacilaciones y me obligó a aceptar la triste realidad fue el bárbaro atropello que el régimen, ya franca dictadura totalitaria, cometió contra ti y contra tu hija, que entonces era un niña, en represalia por la resistencia que le hacías desde tu grupo de oposición, llamado, si la memoria no me falla, Criterio Alternativo.

¿Qué esperabas encontrar del “otro lado”?

Esto creo que responde a las preguntas 2 y 3. Lo que esperaba encontrar fue lo que encontré en España: buenos amigos, algunos de ellos bien situados en la cultura y el periodismo, los cuales, enterados de mi difícil situación –despedido de la radioemisora donde trabajaba en Cuba, vigilado por la policía política castrista y finalmente expulsado de la isla por orden directa del dictador–, me tendieron las manos y se movilizaron para que mi mujer y yo halláramos medios de vida adecuados a nuestras posibilidades.

Entonces ya mis dos hijas estaban fuera de Cuba: Gabriela en Santiago de Chile, donde trabajaba en una librería, y Claudia en Las Palmas de Gran Canaria, donde ejercía su profesión de ingeniera en construcciones. Yo trabajé con ella en su estudio de arquitectura técnica. Desde hace años, los cuatro –más mi padre, que se nos unió después– nos reunimos en España y obtuvimos la ciudadanía española. La suerte nos ha acompañado en este país, que por razones históricas y culturales es, como decía mi padre, el menos extranjero que hay en el mundo para los cubanos.

¿Qué has aprendido durante el proceso?

Todas las experiencias nos enseñan algo, y el exilio es muy aleccionador. En el cuarto de siglo que he pasado lejos de Cuba, lo más interesante –e inquietante– que he aprendido, es que la información que recibimos acerca de lo que acontece en el extranjero nunca es suficiente para conocer, en toda su dimensión, esa otra realidad que no es la que respiramos. Por ejemplo, por mucha información de que dispongas y por grande que sea la capacidad empática que tengas, no es igual, en lo que a nivel de comprensión se refiere, enterarte de una enfermedad por referencia que por padecerla.

Manuel Díaz Martínez
Manuel Díaz Martínez

Digo esto porque cuando llegué a España me sorprendió la casi idílica visión que prevalecía aquí respecto de la Cuba hambrienta y tiranizada que habíamos dejado atrás mi familia y yo. Fue entonces que acepté plenamente la gran verdad que encierra ese refrán que dice que nadie escarmienta por cabeza ajena. Es este fenómeno el que determina la facilidad que tenemos los humanos para ilusionarnos, como si de novedades promisorias se tratara, con fracasos históricos experimentados en otras épocas y latitudes.

A esto se refería Joseph Conrad cuando dijo que “toda época se nutre de ilusiones, si no los hombres renunciarían a la vida y se extinguiría la humanidad”. El detalle que Conrad pasó por alto es que las ilusiones del hombre se repiten: hasta ahora, al menos en política, son siempre las mismas. Y en este punto me viene a la mente Benedetto Croce, quien se fijó en que “la historia universal, toda la historia universal, es historia contemporánea”.

¿Qué es para ti La libertad?

La libertad es inmanente a la persona. Ser libre es ejercer el inalienable derecho a ser humano. La libertad tiene que ver con todas nuestras actividades, desde las más insignificantes hasta las más trascendentes, de modo que de ella depende la calidad y el curso de nuestra vida. El derecho a la libertad, tanto a la física como a la intelectual –con las regulaciones indispensables que garantizan la convivencia civilizada–, es el bien más valioso que poseemos. Quienes nos lo niegan intentan deshumanizarnos.

¿Las experiencias vividas han cambiado en ti el concepto Patria? ¿Piensas a menudo en “Ella”?

Lo habitual es que sintamos como “la patria” el sitio donde transcurrió nuestra infancia, aunque no sea el mismo que nos vio nacer. Pero el concepto –y el sentimiento– de patria puede ser más amplio. Nací en Cuba y allá viví 56 años, y por supuesto que no puedo, ni quiero, olvidar esa tierra y su gente. Constantemente doy pruebas de no haber olvidado esa patria ni haberla apartado de mis preocupaciones. Pero hace 27 años que vivo en España y me sucede que ya no puedo, ni quiero, dejar de pensar en esta tierra y su gente. Aquí no nací ni viví mi infancia, pero en este país nos han dado a mi familia y a mí la libertad que nos quitaron en Cuba. Y eso es tener otra patria para reiniciar la vida.

Niurka Calero: "Llegué en 1993 a Key West después de varios días en balsa a la deriva"

Niurka Calero
Niurka Calero

Niurka Calero Alayón, actriz, modelo, educadora, es una mujer que sabe, sí, sabe que el éxito es simplemente, estar vivos, haber llegado hasta aquí traicionándonos lo menos posible, por eso es directa, no hace concesiones a la sensiblería ni al buenismo barato y así entra a Dile que pienso en Ella, para decir, estrictamente, lo que considera necesario.​

¿Cuál fue el detonante que te impulsó a marcharte de Cuba?

El detonante que me sacó de Cuba fue el terror que vi en las cárceles cubanas, contados primero por mi esposo que estuvo en ellas por 8 años y después, cuando nos detuvieron tratando de escapar de la isla y también los experimentados por mí en 1990. Nos condenaron a tres años de privación de libertad para mi esposo y 1 año de libertad condicional para mí. Cuando terminamos ese tiempo, volvimos a intentarlo, esta vez en 1993 con mejor suerte.

¿Qué esperabas encontrar del “otro lado”?

La verdad no me importaba lo que pudiera encontrar, cualquier cosa estaba segura que sería mejor de lo que teníamos, y no hablo de nada material, hablo de un sentimiento completamente espiritual que te lleva a cometer cualquier cosa por romper la jaula en la que sientes estar.

¿Qué encontraste?

Llegué en 1993 a Key West después de varios días en balsa a la deriva, encontré un país muy destruido por el azote de un huracán, pero lleno de objetos materiales que cambiaban y tiraban cada semana, una ciudad llena de cubanos, lo mismo de allá pero con comida, estaba muy confundida en la ciudad de Miami, viví allí 10 meses, después me mudé a Tampa, donde vivo, fue entonces cuando sentí haber llegado a Estados Unidos.

¿Qué has aprendido durante el proceso?

He aprendido mucho, la vida es un constante aprendizaje, lo mejor que tiene es que ese aprendizaje es permanente, te renueva, te permite avanzar. Estoy muy agradecida por estar viva y aquí, soy feliz de lo simple de lo cotidiano.

¿Qué es para ti La libertad?

La libertad es una acuarela de motivos, sentimientos, reacciones y sueños que nos atrapan en la palabra. Muchas veces, sin darnos cuenta, perdemos la libertad de jugar con el concepto y nos detenemos a mirar dentro de nosotros mismos la verdadera intención de lo que la libertad es y representa en nuestras vidas.

Obtenemos nuestras propias jaulas, y para evitar tener que abrir la puerta, tiramos las llaves, nos encerramos para siempre, sin saber realmente el verdadero significado de la palabra y el concepto en sí.

Libertad para volar sin temor a lo desconocido que acecha, libertad para aprender y reconocer el espíritu real y auténtico. Libertad de conocimiento y duda, libertad para vivir sin pensar en lo que obtendré mañana. Libertad de corazones abiertos, sentimientos y bondad en nuestro camino. Libertad para educar y ser educado, libertad para no tener límites.

¿Las experiencias vividas han cambiado en ti el concepto Patria? ¿Piensas a menudo en “Ella”?

Por supuesto las experiencias vividas han cambiado completamente mi concepto de la vida en general, la Patria se hace donde mejor te sientas, la raíz, lo vivido, eso viaja contigo a donde quiera que te muevas en este cuerpo que posees, Cuba es parte de mi ADN; no la pienso, corre libre por mi sangre y mis sueños hasta el último día de mi existencia.

Carlos Artime: "Mi Patria va conmigo. Yo la represento"

Carlos Artime.
Carlos Artime.

Carlos Artime, que es graduado de Arquitectura en la Universidad de La Habana, descubrió un buen día que el arte es lo más cercano al Cielo que podía encontrar en este mundo y decidió poner todo lo aprendido en función de este descubrimiento para, con palabras y colores, construir la escalera que lo conduciría de regreso al verdadero Hogar. Este hombre bueno, alegre como debe ser la verdad misma, se prodiga en sus obras y viene a Dile que pienso en Ella para dejarnos una ración del profundo Amor con el que contamina a todos los que se le acercan.

¿Cuál fue el detonante que te impulsó a marcharte de Cuba?

Era el 16 de abril de 1961, luego de un largo discurso incriminatorio, justificando y comprometiendo a todos, el "Máximo Líder" declara el carácter Socialista y con ello pone de manifiesto


Abiertamente el engaño en el que estábamos sumidos los que honestamente creíamos como reivindicadores de un gobierno por y para el bien de todos, con libertades y lejos de imposiciones de doctrinas y credos; en un principio nunca pensé en marcharme, los que tenían que marcharse eran los que nos estaban imponiendo un sistema que coartaban todas nuestras libertades; el odio, el rencor, la despiadada saña proliferó, fusilamientos, intimidaciones, el miedo, la escasez, la desconfianza imperaron. Pasaron 30 años para poder marcharme.

¿Qué esperabas encontrar del “otro lado”?

No sabía que me iba a encontrar, lo que sí sabía era que estaba ante mi única oportunidad de comenzar una nueva vida y luchar por poder brindarle a mis hijos la posibilidad de desarrollarse como ellos quisieran, conforme a sus aptitudes, sin que tuvieran que estar sujetos a ninguna condición, esto era suficiente para no crearme ninguna falsa expectativa; sabía también que tenía la posibilidad de probar mis capacidades como ser humano sin cortapisas.

¿Qué encontraste?

Una sociedad diferente, con leyes establecidas y aprobadas con el consenso de la mayoría; el poder expresar cualquier pensamiento sin temor a represalias ni a malos entendidos; en el entorno personal, incomprensiones, dudas, cuestionamientos, resentimientos, pero también apoyo, agradecimientos, sorpresas, en fin, un escenario propicio para poder “vivir digna y honestamente”.

40 a los 65. Obra del pintor cubano Carlos Artime
40 a los 65. Obra del pintor cubano Carlos Artime

¿Qué has aprendido durante el proceso?

La vida en sí es un “proceso” del que no se puede uno sustraer, ni siquiera con la muerte, ya que somos y seremos parte de la historia, realmente lo que estamos demostrando es nuestro quehacer bueno o malo y con ello influimos en nuestro entorno inmediato como ejemplo a seguir o no, desarrollándonos en la vida en su más alta acepción como máxima posibilidad de aprendizaje continuo.

¿Qué es para ti La libertad?

Mi libertad está íntimamente ligada al pensamiento humano y, como tal, es única, condicionada por mi propia determinación y en correspondencia con el entorno y las circunstancias en que he vivido; nadie puede penetrar en nuestros pensamientos aunque nuestras acciones sean una demostración con los riesgos que esto conlleve. Los regímenes totalitarios, como principio, coartan la más mínima libertad de expresión, de acción, de pensamiento, mintiendo, tergiversando la realidad objetiva y tratando de comprometer y hacernos cómplices en función de su permanencia.

De la serie 40 a los 65. Carlos Artime
De la serie 40 a los 65. Carlos Artime

¿Las experiencias vividas han cambiado en ti el concepto Patria? ¿Piensas a menudo en “Ella”?

Cuando en el entorno familiar se ha adquirido una sólida formación, el concepto de Patria y lo que significa, no hay posibilidades de cambiarlo, en todo caso una reafirmación al constatar la utilización de la misma en un tratar de imponer nuevos conceptos como el de Patria o Muerte para sojuzgar y utilizar a todo un pueblo en función de sus intereses dictatoriales.

Donde quiera que esté, mi Patria va conmigo. Yo la represento.

Carmen Karin Aldrey: "Somos prisioneros de nosotros mismos"

Carmen Karin aldrey, pintora, poeta, editora cubana residente en Miami
Carmen Karin aldrey, pintora, poeta, editora cubana residente en Miami

Carmen Karin Aldrey, poeta, pintora, editora, habla en Dile que pienso en Ella... de las duras experiencias vividas en la "Isla que no nos quiso". Habla con sinceridad, con valor y sobre todo, con el doloroso trasfondo que todavía se desprende de sus palabras, en las que el Amor está presente por encima de cualquier otro sentimiento porque forma parte del aprendizaje en Libertad.

¿Cuál fue el detonante que te impulsó a marcharte de Cuba?

Una noche, tres individuos se personaron en mi casa y me llevaron detenida, le dijeron a mi madre que me acompañara. Después de haber estado detenida dutante varios días bajo interrogatorio en el Departamento de Investigaciones Técnicas, que cuando aquello se encontraba localizado en Empedrado y Monserrate, me condenaron a un año de prisión domiciliaria.

Se me acusó de diversionismo ideológico y peligrosidad social. También fueron detenidos amigos, conocidos y cuanto “diversionista peligroso” se les cruzó en el camino, algunos fueron enviados para la UMAP, el Morro, Nuevo Amanecer y otras granjas y cárceles, muchos perdieron sus trabajos, otros fueron suspendidos de las escuelas o expulsados de la Universidad, como le pasó a mi amiga Tamara Lam, hubo varios que se suicidaron por la presión tan grande que sufrieron, especialmente dentro de sus familias.

Cientos fueron “depurados” en sus centros de trabajo, sobre todo los vinculados a la educación y la cultura. Lo que vivimos fue una pesadilla. Al salir del encierro se me impuso ir “a firmar” todos los meses al Seccional del PNR, me correspondía el que estaba situado en la Calle 17 e/ 26 y 28, Vedado, a dos cuadras de mi casa. Siempre que iba había una cola, nunca se me olvida, allí veía vecinos y algún que otro amigo. Años después pude salir de Cuba vía Madrid.

¿Qué esperabas encontrar del “otro lado”?

Oxígeno. Desarrollo individual. Libertad de expresión.

¿Qué encontraste?

Oxígeno. Desarrollo individual. Libertad de expresión.

¿Qué has aprendido durante el proceso?

A respirar, desarrollarme, expresar lo que siento. A vivir y dejar vivir.

¿Qué es para ti La libertad?

El concepto en sí tiene toda una gama de perfiles, pero esta pregunta me ha hecho recordar una anécdota de mi adolescencia. Cuando papá salió de la cárcel se encontró con el panorama de que el gobierno le había confiscado absolutamente todas sus pertenencias, desde ropa y zapatos hasta fotos familiares, ni siquiera tenía en donde vivir, de modo que tuvo que irse a casa de una hermana que vivía con su familia en otro pueblo, allí fui a verlo en cuanto se comunicó conmigo.

Una tarde, sentados en el portal mientras nos tomábamos una limonada hecha por mi tía, me dijo: nunca había sido tan libre como cuando me llevaron preso. La verdad es que me dejó algo impresionada, porque efectivamente, pienso que a nivel personal la Libertad no es otra cosa que ser uno mismo ante todo, la reafirmación de tus principios bajo cualquier circunstancia, tener la valentía de asumirte con honestidad sin causar daño a tus semejantes. En infinidad de circunstancias somos prisioneros de nosotros mismos, la peor de todas las cárceles.

¿Las experiencias vividas han cambiado en ti el concepto Patria? ¿Piensas a menudo en “Ella”?

Para mí “Ella” es el recuerdo, su persistencia en las memorias. Es mi abuela cantando las canciones de Sindo Garay acompañada a la guitarra por mi abuelo, mis padres bailando un danzón en Nochebuena, mis aventuras por los manglares del pueblo donde nací, mis hermanos sentados frente al mar viendo pasar las lanchas. Es la bahía de Nipe con sus garzas y el olor a miel saliendo por los desagües del central.

Es la pesadilla de prisiones y rompimientos. Soy yo en la noche habanera huyendo de los gendarmes con amigos que terminaron en cárceles, manicomios o muertos en el estrecho. A pesar de haber vivido en el exilio más tiempo que en Cuba, siempre regresan la infancia con sus entrañables vivencias y el goteo de aquella adolescencia tan intensa como trágica, diría que es inevitable ese regreso. Patria es en donde se abrieron los ojos por primera vez y se dieron los primeros pasos por la vida, pero también lo es el lugar que te abrió las puertas cuando te las cerraban donde naciste.

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