Países como Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina y Chile (geográficamente definidos como los del cono sur) no están de acuerdo en la posición de Ecuador que pide reformar la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH. Sobre todo les interesa que se mantenga una de sus facultades, la de emitir medidas cautelares.
Esto lo ha reconocido el canciller de Ecuador Ricardo Patiño, después de realizada la Conferencia de los Estados Parte de la Convención Americana de Derechos Humanos (CADH), organizada por el Gobierno ecuatoriano, en la que su principal propuesta (reformar el sistema de medidas cautelares para que no puedan ser adoptadas por la CIDH), no tuvo consenso.
Por su parte Paraguay hizo constar en la llamada Declaración de Guayaquil que prefiere esperar hasta la reunión de la Asamblea Extraordinaria de la OEA, para hacer pública su posición oficial.
Esto ha hecho que aunque el canciller Patiño esté convencido de que “se dieron pasos fundamentales” para el fortalecimiento del Sistema de Derechos Humanos, evidenciados en la declaración final de Guayaquil, muchos analistas califiquen a la reunión como “derrota parcial”.
José Hernández, director adjunto del diario HOY opinó que el presidente Correa tiene el don de la sindéresis. “Lo que hace puertas adentro, quiere reproducirlo en las instituciones internacionales. En el país no admite contrapesos ni controles. Ahora quisiera liberarse de la fiscalización y los informes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de la Relatoría para la Libertad de Expresión”.
Para Hernández, “no hay duda de que su política es dictada por la visión que tiene del Estado. Él desconoce la analogía, que resulta irónica, del ogro filantrópico de Paz. También la tesis del monstruo frío de Nietzsche. Para él, el Estado no es esa entelequia, usada de biombo, por los gobernantes para justificarlo todo en nombre de la sociedad”.
El alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, dijo a este periodista que él “está de acuerdo con los que no estuvieron de acuerdo”, y con respecto al tema de las medidas cautelares expresó que de no existir, “¿de qué otra manera?” podría ejercer sus controles democráticos.
El editorialista de El Universo Pedro X. Valverde calificó como “un fracaso” la reunión de Guayaquil, “no sólo por la poca convocatoria de cancilleres que tuvo, sino por los acuerdos obtenidos”. Para Valverde, “la iniciativa ecuatoriana, inicialmente apoyada por los países del ALBA y las naciones caribeñas dependientes del petróleo venezolano, con el tiempo se ha debilitado al punto de quedar reducida a un juego de palabras para no reconocer su naufragio”.
Esto lo ha reconocido el canciller de Ecuador Ricardo Patiño, después de realizada la Conferencia de los Estados Parte de la Convención Americana de Derechos Humanos (CADH), organizada por el Gobierno ecuatoriano, en la que su principal propuesta (reformar el sistema de medidas cautelares para que no puedan ser adoptadas por la CIDH), no tuvo consenso.
Por su parte Paraguay hizo constar en la llamada Declaración de Guayaquil que prefiere esperar hasta la reunión de la Asamblea Extraordinaria de la OEA, para hacer pública su posición oficial.
Esto ha hecho que aunque el canciller Patiño esté convencido de que “se dieron pasos fundamentales” para el fortalecimiento del Sistema de Derechos Humanos, evidenciados en la declaración final de Guayaquil, muchos analistas califiquen a la reunión como “derrota parcial”.
José Hernández, director adjunto del diario HOY opinó que el presidente Correa tiene el don de la sindéresis. “Lo que hace puertas adentro, quiere reproducirlo en las instituciones internacionales. En el país no admite contrapesos ni controles. Ahora quisiera liberarse de la fiscalización y los informes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de la Relatoría para la Libertad de Expresión”.
Para Hernández, “no hay duda de que su política es dictada por la visión que tiene del Estado. Él desconoce la analogía, que resulta irónica, del ogro filantrópico de Paz. También la tesis del monstruo frío de Nietzsche. Para él, el Estado no es esa entelequia, usada de biombo, por los gobernantes para justificarlo todo en nombre de la sociedad”.
El alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, dijo a este periodista que él “está de acuerdo con los que no estuvieron de acuerdo”, y con respecto al tema de las medidas cautelares expresó que de no existir, “¿de qué otra manera?” podría ejercer sus controles democráticos.
El editorialista de El Universo Pedro X. Valverde calificó como “un fracaso” la reunión de Guayaquil, “no sólo por la poca convocatoria de cancilleres que tuvo, sino por los acuerdos obtenidos”. Para Valverde, “la iniciativa ecuatoriana, inicialmente apoyada por los países del ALBA y las naciones caribeñas dependientes del petróleo venezolano, con el tiempo se ha debilitado al punto de quedar reducida a un juego de palabras para no reconocer su naufragio”.