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Los delfines de Chávez


Chávez- Durante la misa de Jueves Santo en Barinas Venezuela
Chávez- Durante la misa de Jueves Santo en Barinas Venezuela

Una fuerza política que apuesta sobre terceros y no sobre sus propios recursos tiene mucho que perder y más cuando esa apuesta tiene que ver con la salud del adversario o la intervención de partes ajenas a la naturaleza del conflicto.

Quizás una de las mayores pruebas de lo mucho que ha madurado la oposición venezolana es que en su estrategia política no están considerados aquellos factores que son ajenos a su propia gestión y en eso está incluido el estado de salud del presidente Hugo Chávez.

Una fuerza política que apuesta sobre terceros y no sobre sus propios recursos tiene mucho que perder y más cuando esa apuesta tiene que ver con la salud del adversario o la intervención de partes ajenas a la naturaleza del conflicto.

La salud del presidente Hugo Chávez ha generado numerosas expectativas en la oposición, pero si es verdad que la enfermedad del mandatario es tan seria como se dice, en el ámbito que más debates, enfrentamientos y hasta conspiraciones debe generar, es entre sus propios partidarios.

Durante sus trece años de gobierno el mandatario ha tenido numerosos favoritos, algunos con proyección propia como José Vicente Rangel y Luis Miquilena y otros prácticamente desconocido como su actual vicepresidente Elías Jaua.

Jaua, un sociólogo que ha ocupado varias posiciones en el gobierno desde que se unió a Chávez en 1996 para participar en el Movimiento Quinta República, el embrión de lo que es hoy el Partido Unido Socialista de Venezuela, algo muy parecido al Partido Unido de la Revolución Socialista, PURS, 1962, la base del Partido Comunista de Cuba.

Fue de los redactores de la constitución venezolana de 1999, unos de los vicepresidentes del Congresillo, alto funcionario de varias dependencias gubernamentales, incluido ministerios, hasta que fue designado vicepresidente ejecutivo, posición que detentara hasta que Chávez lo decida.

El otro heredero es Nicolás Maduro, actual ministro de Relaciones Exteriores, 2006, y vicepresidente del Consejo de Ministro desde el 2010, este militante de la Liga Socialista era dirigente del sindicato del Metro de Caracas cuando tuvo lugar la intentona golpista de Chávez, 1992, a la que expresó su respaldo, por lo que se sumó a las fuerzas políticas que se organizaron para apoyar al futuro presidente.

Maduro se vinculó también al Movimiento Quinta República, fue diputado a la Asamblea Nacional por dos periodos y electo presidente de la legislatura, 2006, hasta que pasó a ocupar la dirección de la cancillería.

El canciller ha mostrado la flexibilidad suficiente y una lealtad a toda prueba, lo que ha hecho posible que sea el funcionario que más tiempo ha detentado tan importante posición en un gobierno que se caracteriza por una política exterior particularmente activa, condición que demanda que interprete a cabalidad la voluntad del Presidente y demuestre una incondicionalidad absoluta.

Para sus críticos Maduro es un hábil operador político, un excelente agitador y un patán que no duda recurrir al lenguaje más vulgar y violento cuando le apetece. También afirman que el Ministro tiene excelente relaciones con la jerarquía del gobierno cubano y en consecuencia con sus funcionarios destacados en Venezuela, incluido militares, agentes de inteligencia y seguridad.

Hay que destacar que el Canciller, está casado con una destacada dirigente del régimen, Cilia Flores, quien lo sustituyó por varios años en la presidencia de la Asamblea Nacional y a quien Chávez designó Procuradora General de la República en enero pasado.

Diosdado Cabello, el tercer beneficiario, es el único que goza de relativa independencia. Acompaño a Chávez en la intentona golpista de 1992 y también como dirigente del MVR en la campaña electoral que llevo al barinense a la presidencia. Militar de carrera. Ingeniero y actual presidente de la Asamblea Nacional.

En su condición de vicepresidente ejecutivo en los confusos sucesos de abril de 2002, asumió por dos días la Presidencia de la República, pero la ambición no lo devoró, esperó el regreso de Chávez y le entregó el gobierno.

Es de suponer que haber sido ministro del Interior y Justicia, 2003, y director de la Comisión Nacional de Comunicaciones le facultó para tener un conocimiento de las interioridades del país que ninguno de los otros potenciales herederos tiene. Una especie de Stalin en lo que respecta al poder doméstico, lo que se reafirma por su posición de primer vicepresidente del PSUA.

Cabello es identificado como un hombre ambicioso de poder y riquezas, pero con agenda propia y un fuerte sentido de sobrevivencia. También se le considera un extremista capaz de cualquier exceso por tal de conservar su autoridad.

Es el tipo de político que sabe identificar a los enemigos y ganarse fuertes aliados para los momentos difíciles. Es el único de los herederos que se supone, tiene excelentes relaciones con la cúpula militar, al extremo de que se señala como la alternativa cívico-militar de los cuarteles en una crisis final del actual modelo político.
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