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CASTRO, A LOS 79, HA TENIDO UN AÑO DE TROPEZONES


Algunos estudiosos de los asuntos cubanos creen que el dictador lucha contra viento y marea para mantener su legado, para que siga el comunismo después de que él muera. Otros ven, no a “un Quijote místico que persigue una ilusión noble”, sino a un hombre terco y duro que tiene siempre “las luces altas encendidas” y enfocadas en el quimérico legado.

Castro ha tenido un año de tropezones. En octubre de 2004, durante un acto público tropezó y cayó de bruces. Se fracturó la rodilla derecha y se rajó el húmero del brazo izquierdo. La caída de Castro circuló por el mundo entero.

Otro tropezón fue eléctrico. El desperfecto en una planta generadora no pudo ser reparado por técnicos cubanos y provocó gran daño a la red nacional de distribución de energía. Todavía hay irritación popular por los frecuentes y largos apagones que padece el pueblo desde antes de que comenzara el caliente verano de 2005. Sin electricidad el cubano común no tiene aire acondicionado para combatir el calor y si abre puertas y ventanas para que circule la tibia brisa tropical, lo atacan nubes de mosquitos.

Otro más ha sido la nueva política del gobierno del presidente George W. Bush aplicada a Cuba, que incluye medidas para facilitar en la isla una transición pacifica hacia la democracia.

Castro se ha empeñado en estar al frente de la reparación de la economía socialista, que es otro de sus grandes tropezones. En este empeño su conducta ha sido bastante rara, como cuando promovió por cadena nacional de radio y televisión las virtudes que él veía en ollas arroceras eléctricas que la revolución importaría de China para venderlas a los cubanos — y evitó prometer que habría electricidad y suficiente arroz para usarlas.

Quienes todavía lo siguen ciegamente, ven a un triunfador, pero otros piensan que ha fracasado en una cosa muy vital para él y los que aún lo siguen: el afán de perpetuar el comunismo en la isla.

“Castro quiere garantizar la continuidad del sistema socialista (comunista) después de su muerte, pero sabe que el pueblo de Cuba y miembros del gobierno han perdido la fe y están listos para un cambio”, dijo Daniel Erikson, especialista sobre asuntos del Caribe del instituto privado Diálogo Interamericano con sede en Washington.

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