Uno de los agentes que murieron era jefe de la estación de la policía. Los otros dos eran su chofer y un custodio. Las autoridades agregaron que aunque hasta ese momento nadie había reclamado la responsabilidad del ataque, se sospechaba que los autores eran insurgentes.
El camioncito quedó manchado de sangre. Un hermano del jefe de estación muerto recogió en el interior del vehículo un zapato ensangrentado y echó a llorar.
El ataque ocurrió un día después que un terrorista suicida mató a tres personas cerca del Ministerio de Agricultura y un hotel de Bagdad que alberga a extranjeros.