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Las “aristocracias” modernas en Cuba


Raúl Castro con su hijo y nieto al fondo.
Raúl Castro con su hijo y nieto al fondo.

En el sesenta aniversario del castrismo sus ideólogos casi no hablan de igualdad social, aunque el mensaje que continúan lanzando es bien claro: quien quiera progresar debe cumplir sus reglas y mostrar sumisión absoluta.

GUANTÁNAMO, Cuba.- Según los politólogos marxistas, la aristocracia obrera existe en los países capitalistas y está formada por una élite altamente calificada, sobornada por la burguesía mediante la concesión de altos salarios, mejores condiciones de vida y cargos muy lucrativos.

Esos estudiosos aseguran que en Cuba, antes de 1959, esa élite estaba formada por trabajadores de empresas como la telefónica, la eléctrica y otras de sectores emergentes.

En el año sesenta de la revolución que se proclamó contra la desigualdad social y política, en Cuba existe una aristocracia obrera unida a una profesional y otra oficialista. Dentro de ellas las metas personales se logran, excepcionalmente, gracias al talento. Lo determinante es la sumisión al régimen.

La actual aristocracia obrera cubana

ETECSA (Empresa de Telecomunicaciones de Cuba, S.A.), las tiendas de recaudación de divisas (TRD), la gastronomía, el comercio y el turismo, conforman hoy la élite de la aristocracia obrera cubana, aunque muchos de sus empleados jamás podrán adquirir un vehículo o una buena casa, como ocurría antes de 1959.

Las prebendas que eran otorgadas en los años del llamado Período Especial han disminuido o desaparecido, pero los puestos de trabajo de estos sectores continúan siendo muy buscados. Razones habrá cuando en algunos de ellos los salarios son muy bajos.

Ingresar en el sector turístico puede costar cientos y hasta miles de pesos convertibles, según el lugar de que se trate. Casi todo aspirante a esas plazas debe pagarlas si quiere ser aceptado, pero la inversión se recupera pues las ganancias resultan fabulosas en comparación con los salarios que se pagan en otros sectores del país.

No sorprende entonces que muchos de ellos puedan donar al sistema de salud cubano miles de pesos convertibles —gesto loable asaeteado por la compulsión sindical— pero que demuestra la abismal diferencia entre su estatus y el de la mayoría de los trabajadores.

La aristocracia profesional

Los jueces, fiscales y aquellos graduados universitarios que prestan servicios en el Ministerio del Interior (MININT), conforman una parte de nuestra aristocracia profesional.

Hace algunos años, ante el éxodo de los profesionales de la administración de justicia hacia otras áreas, el Gobierno elevó el salario mensual de jueces y fiscales. Se trata de un salario muy superior al que reciben cientos de miles de profesionales que laboran en otros sectores. A ese beneficio se unen la asidua compra de alimentos, ropa y calzado a precios muy inferiores a los del mercado, la asignación de viviendas y vehículos y disfrutar vacaciones en centros turísticos de primer nivel.

El celo mostrado por no pocos represores guantanameros de estas instituciones se ha visto premiado con la promoción a la Fiscalía General de la República (FGR), el Tribunal Supremo Popular (TSP) y la Junta Directiva de la Organización Nacional de Bufetes Colectivos (JDONBC), pues la crisis del sector continúa y es evidente que se necesitan muchos de estos orientales en La Habana.

Pero sin lugar a dudas el promontorio de la aristocracia profesional cubana está en manos del sector de la salud, el más favorecido por el castrismo debido a los pingües dividendos económicos y políticos que aporta, gracias a los contratos leoninos que su empleomanía se ve obligada a firmar si quiere mejorar su vida trabajando en el extranjero.

La cantaleta oficialista sobre el sistema de salud cubano ha hecho creer a muchos compatriotas que es el mejor del mundo y que Cuba es el único país que garantiza la asistencia médica de forma gratuita. Desconocen que en un país tan pobre como Botswana no sólo la atención médica es gratuita, sino también los medicamentos.

Muchos profesionales de la salud y jóvenes que optan por esta carrera se desentienden del hondo sentido humanístico de esta profesión al situar por encima de todo los beneficios personales que pueden obtener a costa de ella. No es un fenómeno nuevo, pero sí potenciado por el castrismo, y que alarma debido a la caída de la calidad de los servicios por el maltrato y la notoria falta de educación y cultura de muchos galenos cubanos, amén del mal estado de muchos hospitales, centros de salud y la evidente carencia de recursos.

La aristocracia oficialista

El sector más encumbrado dentro de la sociedad cubana está conformado por altos oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el MININT y dirigentes de las instancias intermedias y altas de la burocracia castrista.

Las condiciones de vida y de trabajo que estas personas disfrutan superan ampliamente a las del pueblo trabajador. Tratar de ocupar un cargo partidista o gubernamental para medrar a su costa se ha convertido en un notorio objetivo para muchos oportunistas.

Los cambios que se aprecian casi inmediatamente en el modo de vida de estas personas dejan pasmado a cualquier revolucionario, si es que todavía existe alguno de verdad. No puede ser de otra forma teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de los cubanos fue educada en el respeto a la austeridad, la igualdad y el odio a la forma de vida no digo burguesa, sino siquiera acomodada.

Por eso muchos ciudadanos se alarman al ver que sus magros salarios no les alcanzan para alimentarse sanamente y estas personas viven de una forma que les resulta escandalosa, conforme a los principios de la revolución más justa del planeta, según afirman sus defensores.

Pero en el sesenta aniversario del castrismo sus ideólogos casi no hablan de igualdad social, aunque el mensaje que continúan lanzando es bien claro: quien quiera progresar debe cumplir sus reglas y mostrar sumisión absoluta. Gracias a Dios todavía hay cubanos que conocen la belleza de ser dignos.

(Publicado en Cubanet el 15 de enero del 2018)

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