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Desgaste de la dictadura cubana


Todos los sistemas autoritarios se desgastan y desaparecen, como ya ocurrió en la Unión Soviética y en Alemania.

Todas las dictaduras en la historia intentan perpetuarse en el poder por encima de la voluntad soberana de los pueblos. Durante el siglo XX sobresalieron dos grandes maestros de la represión, el encarcelamiento y la tortura, como José Stalin en la Rusia soviética y Adolfo Hitler en Alemania.

Se calcula que Stalin asesinó a más de diez millones de soviéticos en los campos de concentración y Hitler envió a las cámaras de gas a más de cinco millones de judíos y alemanes.

Pero estas dos figuras emblemáticas de la dictadura, tuvieron sus alumnos sobresalientes, como Pol Pot en Cambodia, Fidel Castro en Cuba, Kim-il Sung en Corea del Norte, Robert Mugabe en Zimbabwe y Muamar Gadafi en Libia, por mencionar sólo unos cuantos.

Pero al final, todos estos sistemas autoritarios se desgastan y desaparecen, como ya ocurrió en la Unión Soviética y en Alemania.

Ahora vemos el desgaste acelerado de las dictaduras en el Norte de África, que por años han prevalecido en esta zona pisoteando sin misericordia a sus pueblos:

Primero se desplomó Ben Alí el dictador de Túnez, con el levantamiento airado de los tunecinos. Como un efecto dominó le siguió Egipto y vimos la caída de Hosni Mubarak.

E inmediatamente le tocó su turno a Muamar Gadafi en Libia con un levantamiento masivo y popular en Trípoli que pedía su renuncia.

Pero Gadafi optó por la vía del genocidio y ordenó a su aviación y artillería masacrar al pueblo en las calles de Trípoli, con el saldo de más de mil libios muertos en apenas unas horas.

Los levantamientos han proseguido su curso en Yemén y Bahrein, pero lo que más atrae la atención de los observadores y humanistas contemporáneos, es que tanto el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la Liga Árabe, la Organización del Atlántico Norte, la Unión Europea y todos los gobiernos del mundo libre, encabezados por Estados Unidos, Gran Bretaña, España y Francia, han condenado a Gadafi por genocida, menos Fidel Castro que es el único dirigente político del mundo actual –aunque retirado por enfermedad- que se ha atrevido a publicar tres notas defendiendo al dictador libio y como buen cómplice, silenciando la masacre reciente de Libia.

Esto ya de por sí, es un signo de desgaste moral del castrismo, aunque otros síntomas de miseria, quiebra económica y descontento generalizado en el país, van rondando el escenario cubano.

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