El mundo ha quedado estremecido con la matanza genocida ordenada por Muamar al-Gadafi para aplastar las masivas manifestaciones de protesta en las calles de Trípoli, la capital Libia, con un saldo de más de cuatrocientos opositores muertos, que pedían precisamente su renuncia después de 40 años de un excéntrico autoritarismo caudillista con matices de actos terroristas a escala internacional y abandono manifiesto a las necesidades del pueblo.
Entonces nos topamos con una larga reflexión firmada por Fidel Castro —porque estamos seguros de que no las escribe— y en ella se remonta a la Segunda Guerra Mundial, a la importancia del petróleo, a los beduinos del desierto y en un frenazo espectacular de detiene en los acontecimientos recientes de Libia.
Y aquí viene la sorpresa medular, Fidel duda de la invasión de noticias que reportan las agencias periodísticas sobre Libia, omite en su reflexión los muertos en las calles de Trípoli ordenados por Gadafi —que el mundo entero ha calificado de genocida— y anuncia una ‘posible’ invasión de la OTAN con el objetivo de apoderarse del petróleo libio.
Al final, como dos tórtolos en soledad, sólo dos gobernantes del mundo, Fidel Castro y el alcoholizado abusador de menores Daniel Ortega, se solidarizan con Muamar el-Gadafi.
¡Vaya omisiones cómplices y genocidas las de Fidel!