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La otra Ucrania de la Eurocopa: entre el Autoritarismo y el Holocausto Animal


Ucrania
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Dos hechos han ensombrecido el glamour de la Eurocopa, tercer certamen deportivo más importante del planeta luego de las Olimpiadas y del Mundial de Fútbol. Dos hechos distintos en sus víctimas, idénticos en su naturaleza retorcida y vergonzante.

Hay ciertos países que desarrollan anticuerpos contra la civilización. Civilización en el sentido más completo y abarcador posible. Una especie de resistencia a dejar de ser bárbaros, a deshacerse del todo de prácticas más coherentes con un pasado de bochorno que con un presente democrático y cívico.

En Ucrania, la misma Ucrania donde el mundo deportivo posa sus ojos hoy gracias a su co-organización de la Eurocopa de Fútbol 2012, conjuntamente con Polonia, parece que los bacilos de un pasado terroríficamente comunista, opresor, le ganan la batalla a un proceso de más de veinte años que en territorios vecinos como la misma Polonia o República Checa ha permitido la germinación de democracias admirables.

Dos hechos han ensombrecido el glamour de la Eurocopa, tercer certamen deportivo más importante del planeta luego de las Olimpiadas y del Mundial de Fútbol. Dos hechos distintos en sus víctimas, idénticos en su naturaleza retorcida y vergonzante.

Primero: Yulia Timoshenko. La ex primera ministra condenada a siete años de prisión por supuesto abuso de poder, al firmar en 2009 acuerdos gasíferos con Rusia que le habrían hecho perder unos 188 millones de dólares a la empobrecida Ucrania.

El escándalo de su condena ha ido in crescendo tras conocerse, en primer lugar, que el Estado ucraniano le embargará su vivienda como equilibrio para la pérdida millonaria (aunque dudo que su valor sea de 188 millones), lo cual tiene más tonalidad de venganza política que de justicia en estado puro; y segundo, tras salir a la luz imágenes de la Timoshenko golpeada y con moretones durante su estancia en prisión, tras lo cual esta se declaró en huelga de hambre.

Si la comunidad europea dudó desde un principio de la legitimidad de un proceso donde el factor político parecía vital, y donde el actual gobernante Víctor Yanukóvich podría estar pasando jugosa factura a su opositora más encarnizada, tras la revelación de las vejaciones a Timoshenko el boicot ha sido más que general.

Encabezados por Angela Merkel y el presidente de la Comisión Europea José Manuel Durao Barroso, también los presidentes de Austria, Estonia, Italia y República Checa se sumaron a un boicot contra la mitad antidemocrática de la hirviente Eurocopa y no han asistido a ceremonia alguna en la sede ucraniana.

Tristemente, el segundo hecho que ha ensombrecido a la co-organizadora Ucrania, ha tenido menor impacto mediático aunque su esencia es igual de lamentable. En algún sentido, más cavernaria aún.

Los preparativos para el evento futbolístico incluyeron una macabra decisión por parte de las autoridades políticas ucranianas: guerra a muerte contra los perros callejeros. Para proteger a los visitantes, dijeron.

Las organizaciones protectoras de animales siguen sumando cifras: ya se habla de cerca de 250 mil perros sin vivienda envenenados, baleados, apaleados e incluso quemados vivos en varias ciudades de Ucrania. En una de estas, Lisichansk, se llegó al paroxismo de invertir 20 mil dólares en un crematorio móvil que se paseaba por las calles achicharrando a cuanto perro sin dueño se cruzaba en su camino.

Tras las denuncias de los activistas incluso el célebre Michel Platini, futbolista histórico y hoy presidente de la Unión Europea de Fútbol Asociado (UEFA) envió una petición al viceprimer ministro Boris Koleshnokov para detener el holocausto canino, pero de nada sirvió.

El primer mundo, el mismo primer mundo con el que Ucrania desesperadamente coquetea mediante la Unión Europea, compra equipos para esterilizar perros callejeros y evitar su galopante reproducción, invierte presupuestos en centros de recogida para animales desamparados destinados a la adopción.

El mundo civilizado protege a los animales tanto como a los humanos. Los respeta. Les reconoce derecho a la existencia y a ser tratados con dignidad.
Ucrania imita a ese mundo civilizado comprando maquinarias para carbonizar animales.

Sí, definitivamente hay países con una temible persistencia hacia el atraso social, hacia el salvajismo que una vez preconizaron como orgullo de Estado. Y ni veinte años de economía de mercado y de intentos de democracia, ni una Eurocopa donde además de patear balones se exhiben las mejores galas de la Europa curada de nazismo y comunismo, promotora del ambientalismo y el respeto a las minorías, parecen poder con la genética oscura que naciones como Ucrania bochornosamente exhiben en su pasado y su presente.
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