Entre el silencio estatal y la denuncia ciudadana: violencia de género en Cuba en 2025

Violencia de género (Imagen de referencia)

Sumario

  • En declaraciones a Martí Noticias, Ileana Álvarez, directora del Observatorio de Género de Alas Tensas, explicó que la crisis estructural del país impacta directamente en los espacios más íntimos de la vida cotidiana, especialmente en el hogar, que continúa siendo el lugar más peligroso para las mujeres.

La violencia de género en Cuba en 2025, lejos de disminuir, se diversificó y profundizó, dijeron especialistas a Martí Noticias. Este año, los observatorios independientes contabilizaron 45 crímenes machistas en un contexto marcado por el deterioro económico, la crisis de los servicios básicos, el colapso del sistema de salud y la falta de políticas públicas de protección

En declaraciones a Martí Noticias, Ileana Álvarez, directora del Observatorio de Género de Alas Tensas, explicó que la crisis estructural del país impacta directamente en los espacios más íntimos de la vida cotidiana, especialmente en el hogar, que continúa siendo el lugar más peligroso para las mujeres.

De acuerdo con el subregistro elaborado por los observatorios independientes Alas Tensas y Yo Sí Te Creo en Cuba, además de los 45 feminicidios verificados hubo 16 intentos de feminicidio, dos asesinatos de hombres por motivos de género y varios casos aún en investigación. Estas cifras no representan la totalidad de la violencia feminicida ocurrida en el país, sino solo los casos que han podido ser confirmados mediante denuncias ciudadanas, redes sociales, activistas y familiares.

Álvarez subrayó que el subregistro es consecuencia directa de la opacidad estatal y de la falta de estadísticas oficiales transparentes y actualizadas. El Estado cubano continúa sin publicar datos en tiempo real y solo reconoce aquellos casos que llegan a tribunales, excluyendo numerosos crímenes, especialmente cuando el agresor se suicida o el proceso judicial no se inicia.

El hogar como epicentro de la violencia

Uno de los patrones más reiterados en 2025 es que más del 70 por ciento de los feminicidios fueron cometidos por parejas o exparejas, la mayoría dentro de la vivienda de la víctima. Esta realidad confirma que el entorno doméstico sigue siendo el espacio de mayor riesgo para mujeres y niñas, contradiciendo el discurso oficial de protección familiar.

Muchos de estos crímenes ocurrieron delante de los hijos, que quedan marcados por un trauma profundo y, en la mayoría de los casos, sin acompañamiento psicológico ni protección institucional. Para Álvarez, esta desprotección constituye una forma adicional de violencia ejercida por el Estado contra las víctimas indirectas del feminicidio.

En términos geográficos, La Habana volvió a concentrar el mayor número de feminicidios en 2025, seguida por provincias como Matanzas y Camagüey. Sin embargo, uno de los elementos más preocupantes del año fue el aumento de feminicidios en zonas rurales, donde la violencia suele permanecer más silenciada y el acceso a información y denuncias es limitado.

Los observatorios verificaron al menos 15 feminicidios en áreas rurales, lo que evidencia un patrón de vulnerabilidad agravada para mujeres que viven fuera de los principales centros urbanos, muchas veces sin redes de apoyo ni conectividad digital.

En cuanto a la temporalidad, agosto fue el mes con mayor número de casos registrados, seguido por julio y noviembre, una tendencia que se repite desde que las plataformas independientes comenzaron a monitorear estos crímenes.

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Otras formas de violencia: digital, política y contra la infancia

Además de la violencia feminicida, durante 2025 se documentó un incremento de la violencia digital, expresada en campañas de hostigamiento, descrédito y revictimización, especialmente contra mujeres activistas, periodistas y familiares de víctimas. La difusión de narrativas como “crímenes pasionales” y la culpabilización de las víctimas contribuyeron a normalizar la violencia y reforzar la impunidad.

La violencia política contra mujeres también fue una constante. Mujeres que reclamaron alimentos, electricidad, atención médica o denunciaron la situación de presos políticos y sus familiares fueron objeto de amenazas, vigilancia y represalias. Según Álvarez, esta violencia no se limita a activistas, sino que alcanza a mujeres que simplemente participan en el espacio público para exigir derechos básicos.

Asimismo, se documentaron casos de violencia contra niñas, niños y adolescentes, incluyendo castigo físico normalizado, abandono, explotación sexual facilitada por entornos digitales y una alarmante falta de protección institucional.

Para Ileana Álvarez, el balance de 2025 deja claro que la violencia de género en Cuba no es inevitable, sino consecuencia directa de la inacción estatal.

Estas muertes, insiste, pudieron evitarse. La ausencia de refugios, de sistemas de alerta temprana y de voluntad política mantiene a miles de mujeres en riesgo y convierte la denuncia ciudadana en una forma de protección colectiva ante el vacío institucional.