Un atleta cubano que conmocionó a Miami en la última década

José Fernández con los Miami Marlins. REUTERS/Ray Stubblebine

Concluye el 2019 y mientras se compilan las listas de los eventos deportivos más sobresalientes del año no nos damos cuenta de que también concluye la década.

Viajando a través de diez años por el mundo deportivo de nuestra ciudad de Miami y buscando a los deportistas más importantes, nos vienen a la mente varios nombres.

Al igual, que la fibra de una ciudad habitada en su mayoría por inmigrantes y nuevos residentes de otros estados de la nación, los protagonistas también representan diferentes países, razas y creencias.

Todo esto en libertad nos convierte en una verdadera metrópolis.

Los baloncestistas Dwayne Wade, Lebron James y Chris Bosch. Las tenistas Serena y Vanessa Williams. Los boxeadores Luis “King Kong” Ortiz y Wladimir Klistchcko. Los peloteros Giancarlo Stanton y Christian Yelich. Los ejecutivos de equipos locales y leyendas en sus especialidades, David Beckham y Derek Jeter. Todos ellos forman un grupo formidable de candidatos a ser la figura de la década.

Sin embargo a pesar de sus logros en el terreno, o de ser personalidades del género, mi voto es para un atleta que trascendió el juego y su vida fue sinónimo de esta ciudad.

José Fernández fué Miami.

La historia de este joven es el reflejo de esta ciudad.

Llegó a ella a través de una travesía de leyenda, escapando al régimen totalitario comunista de Cuba, arriesgando su vida en una embarcación que por poco le cuesta la vida a su madre de no ser por su valor de tirarse al agua y salvarla.

Su paso por el béisbol profesional fue material de largo metraje. Seleccionado por el equipo de la ciudad que más paisanos tenía y que ansiaban tener un ídolo que los representara dentro y fuera del deporte.

José los complació y más. Nombrado “Novato del Año”, seleccionado a “Juegos de Estrellas”, máxima atracción local de cualquier evento deportivo local.

En la época que Los Marlins promediaban alrededor de 19,000 personas por juego, Fernández atraía de 30,000 a 33,000 asistentes.

Su camiseta era la más codiciada del equipo miamense y una de las más vendidas en toda las Grandes Ligas.

Querido por los niños, admirado por los hombres y temido por sus rivales. Tres cualidades que lo convirtieron en un verdadero astro del terreno.

Su futuro era tópico de conversación constante, siempre con la incógnita de si las grandes franquicias le ofrecerían un contrato que lo hiciera marcharse de Miami.

Irónicamente su final ocurrió en el mismo lugar donde tuvo su comienzo y el cual era su pasión fuera de su profesión, el mar.

Su pérdida dejó una huella imborrable en nuestra comunidad. La ciudad lo despidió con todos los honores.

No existía otra opción, el Número 16, había sido sinónimo de victorias, alegría y orgullo.

Gracias José Fernández, Descansa en Paz