La manigua está seca

Maykel El Osorbo, rapero y activista del Movimiento San Isidro, poco después de que sus vecinos impidieran su arresto.

En estos días, en una conversación que sosteníamos varios cubanos sobre la situación en la Isla, compartimos que se podía tener un cauteloso optimismo, entonces, Enrique Ruano, un hombre que vive y respira en Cuba y siempre está listo para atacar el castrismo, dijo, “no hay que hablar más, la manigua esta seca y en cualquier momento arde”, avizorando un posible rechazo masivo de la población a la dictadura de 62 años.

La frase esperanzadora nos condujo a recordar al asesino chino, Mao Tse Tung, quien escribió en 1930, “una sola chispa puede incendiar la pradera”, y al presidente venezolano Antonio Guzmán Blanco, quien dijo en alusión a las frecuentes guerras civiles que padecía su país: “Venezuela es como un cuero seco, si lo pisas por un lado se levanta por el otro”.

Ruano, al aludir a la manigua, un conjunto de arbustos, bejucos y otros vegetales de poca altura, enredados o confundidos, ​muy difícil de atravesar y útil para refugiarse, piensa en un pueblo harto de abusos, vejaciones y miserias que está asumiendo, al parecer, paulatinamente, sus prerrogativas ciudadanas.

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El optimismo de nuestro amigo podrá concretarse o no, pero sí es evidente que la dictadura está agotada, y que cada día hay más ciudadanos en la Isla, individuos que están abandonando la condición de masa en la que han padecido por décadas incontables abusos, y asumen conciencia de sus derechos, tarea en la que los jóvenes ocupan la vanguardia, como lo están demostrando los activistas de San Isidro, de UNPACU, periodistas independientes y artistas, entre otros hombres y mujeres que están estrenando su ciudadanía.

El Observatorio Cubano de Conflictos informa que “en abril ocurrieron 203 protestas públicas, un 10% más que en marzo”, Además, reseña que es la cifra más elevada desde septiembre de 2020, destacando que cada vez más cubanos se niegan a colaborar con las fuerzas represivas. El OCC afirma que "el capital simbólico de la nueva disidencia se incrementa a medida que disminuye el del gobierno cubano".

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Es estimulante apreciar que, paralelo al incremento de activistas que defienden sus derechos, crece también la cantidad de personas que rechazan los abusos de las autoridades y expresan su respaldo a las víctimas.

Hasta el presente, tanto la comunidad interna como los observadores internacionales, gracias a la habilidad del régimen para manejar sus partidarios y a la población en general, han tenido la percepción de que el pueblo respalda inequívocamente al castrismo.

Es muy peligroso para la dictadura no poder contar con sus turbas divinas. Recordemos cómo eran repudiadas las históricas marchas de la Damas de Blanco, y los abusos de la población, cumpliendo el mandato de las autoridades, contra quienes simplemente tomaban la decisión de abandonar el país, por solo citar dos casos entre muchos.

La rebeldía crece, como demuestra un informe de la organización Prisoners Defenders, que destaca que solo en el mes de abril el número de prisioneros político sumó nueve al ya más del centenar tras las rejas.

Otra muestra es que las tristemente famosas huelgas de hambre de los opositores cubanos han tomado las ciudades como escenario. La reciente huelga colectiva de UMPACU, y la que realiza el joven artista Luis Manuel Otero Alcántara, no pueden ser ocultadas por la dictadura como hicieron con las de dos emblemáticas figuras de la resistencia, muertos por inanición, Pedro Luis Boitel y Orlando Zapata Tamayo.

El hecho de que la opinión pública internacional se convierta en espejo de los abusos del castrismo va en detrimento de la capacidad de sobrevivencia de la dictadura. El régimen ha contado con una impunidad solo comparable con la que disfrutó la Unión Soviética en los primeros 40 años de la Revolución de Octubre, que prácticamente nadie recuerda. Así habrá de ocurrir en gran medida con la Revolución Castrista, que solo se recordará para hacer mención de sus numerosos crímenes y de la devastación que causó en Cuba.

De momento, hay un compromiso firme. Apoyemos a todos los resistentes, no dejemos morir a los huelguistas y demandemos la libertad de todos los prisioneros políticos cubanos.