La Habana quiere lavar su cara urbana

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La ausencia de normas ha provocado indisciplinas que por décadas atentan contra el buen ver de La Habana.

Autoridades de La Habana han aprobado un reglamento urbano que prevé multas para quienes contribuyen al caos en zonas comerciales. La medida busca revertir indisciplinas sociales que atentan contra el orden, la limpieza y la buena imagen de la ciudad.

La Habana quiere ahora limpiar la imagen de sus zonas comerciales con un nuevo reglamento urbano, que ponga fin al caos que representan desde la imprudencia de los peatones hasta el ruido ensordecedor que producen el reguetón o el claxon de los automóviles, reportó AP.

El reglamento aprobado por las autoridades de la capital cubana regirá para los alrededores de 34 zonas comerciales, con lo que buscan revertir el deterioro urbano tras décadas de crisis.

La nueva regla incluye la colocación de cestos de basura para los peatones, se remozarán las paradas del transporte público, se barrerá hasta tres veces por día las aceras y se reforestarán las avenidas, dijo a medios cubanos Isabel Hamze, vicepresidenta de la Administración Provincial en La Habana, el nombre oficial del gobierno de la ciudad.

También se garantizará un alumbrado permanente y realizarán controles en los locales donde se expendan o vendan alimentos. Se prohibirá la venta de bebidas alcohólicas a granel, se decorarán vidrieras y se dará mantenimiento a las fachadas, además de que se planea retirar a los vendedores callejeros, según la funcionaria.

Funcionarios dijeron que serán multados los que incumplan.

Cubanos consultados por AP aplaudieron la medida.

"Realmente se ve el deterioro", dijo Mileidis García, una trabajadora independiente que vende piñatas y adornos para fiestas de cumpleaños en los alrededores de Carlos III, uno de los mercados más concurridos de La Habana y que estará sujeto por la nueva ordenanza.

"Las calles también están sucias", agregó mientras mostraba cucuruchos de maní, envoltorios de galletas, bolsas plásticas, latas de refresco y colillas de cigarrillos amontonadas a un costado de su acera.

La basura en las esquinas, las fugas de agua y los escombros acumulados suelen ser una de las quejas más frecuentes entre los habitantes de la capital de 2 millones de residentes y una preocupación de las autoridades frente a la falta de cultura ciudadana.

El propio gobernante Raúl Castro ha aludido al tema en el pasado sin que sea visible un cambio a favor del orden.

Algunos consideran que la gente se desinteresa por no sentir la ciudad como propia.

"Como no hay sentido de pertenencia, no es tu casa, es la calle", reflexionó García. "Pero la ciudad es tu casa también".

Aunque el desorden es visible en casi toda la ciudad, el caos es mucho más visible en áreas donde hay mercados y suelen abarrotarse de transeúntes en busca de productos básicos.

Las tímidas reformas económicas impulsadas por Castro hicieron que en algunas de esas zonas también florecieran cafeterías, restaurantes, talleres de reparación o venta de ropa o artículos de fiesta como el de García.

El anuncio del nuevo reglamento se hizo a mediados de noviembre, pero hasta ahora ningún vecino o emprendedor en esas áreas ha visto un cambio radical.

Se está cayendo La Habana

La falta de reglamento se hizo más visible con el surgimiento de nuevos emprendimientos privados.

El deterioro de la ciudad se aceleró en la década de 1990, tras la pérdida de su aliado soviético que agudizó la crisis económica y social..

Las autoridades han rehabilitado en los últimos años varios edificios, casas y calles, pero muchos otros lugares permanecen en ruinas.

"Hoy La Habana se está cayendo", protestó Ramón Sánchez, un cuidador de automóviles de 60 años. Antes la ciudad "estaba limpia, había más educación, más formalidad".

Las nuevas reglas buscan no sólo mantener a raya la basura que genera la ciudad y la falta de cultura de sus habitantes que tiran sus desechos al suelo. Las autoridades también quieren detener las construcciones ilegales como el agregado de habitaciones o garajes a las viviendas sobre las aceras y restringir el uso de los altoparlantes.

Las autoridades han prometido aplicar multas a quien viole las normas. Y los ciudadanos esperan que los reglamentos no sean solo una campaña de invierno.

"Lo que hace falta es que esto no se quede en el papel, que se cumplimente, que se realice", dijo Francisco Reyes, un empleado de mantenimiento de 60 años. "Es por el bien de todos".